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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

lunes, 5 de julio de 2010

¿Qué destruyó el terremoto en Pisco?

Ningún peruano podrá olvidar el 15 de agosto del 2007. Falta poco para que se cumplan tres años después de aquel devastador terremoto de 7,9 grados en la escala de Richter, y aún los pisqueños siguen sufriendo las consecuencias de aquel desastre natural y de la ineficacia de las instituciones nacionales. Las casas están a medio construir, los lugares públicos siguen en proyecto de construcción y toda la ayuda prometida aún se sigue esperando. Hoy, Pisco, se reconstruye a pasos lentos pero en algunos lugares pareciera que no hace mucho hubiera sido el terremoto.

La ayuda del extranjero fue una gran bendición para calmar la situación momentáneamente y dar cierto alivio a familias enteras desesperadas por no encontrar a sus seres queridos y por no tener donde enterrarlos. Aunque somos conscientes de que no es fácil reconstruir una ciudad de un día para otro como lo es la ciudad de Pisco que tiene 116 865 habitantes, es cuestionable el hecho de que hayan pasado tres años y ni los lugares públicos o de primera necesidad se hayan terminado de reconstruir, ni con el dinero del estado ni con toda la ayuda que se recibió de dentro y fuera del país.

Pero no solo lo material se destruyó, sino también aquello de lo que no se puede dar estadísticas: el interior de los pisqueños. Psicológicamente es importante reconstruir la seguridad interior perdida en esos devastadores minutos del 15 de agosto. Igualmente es importante recuperar la confianza en el grupo humano con el que se vive y al que se le da la potestad de gobernar, y con ello recuperar la identidad con el Estado, con su ciudad. Cuestiones que parecen solucionarse solo en el fuero interno de cada persona pero que necesitan ser impulsadas por actos externos, signos visibles que le devuelvan seguridad y confianza. Es claro, si no se avanza en la restauración de lo material, sobre todo de los monumentos de la ciudad y de los servicios de primera necesidad, no se restaura el sentimiento de identidad con lo suyo, de confianza en los suyos.

Desde el punto de vista antropológico, el pisqueño ante la respuesta del país, después de los fatídicos hechos, se sintió y se sigue sintiendo decepcionado, abandonado y olvidado. A pesar de que este ser humano recuerda que recibió mucha ayuda de gente solidaria en los momentos más difíciles, le es difícil superar dicha situación. Aunque no está todo totalmente destruido, aún sigue a medio construir. Aunque han pasado tres años la ilusión de volver a vivir en una ciudad que enorgullezca a sus habitantes sigue dentro de cada pisqueño viéndose cada vez más opacada por la desazón que deja la ineficacia de las autoridades.

Todo esto lleva a que el hombre afectado se pregunte: ¿Por qué se olvidaron de nosotros? Siendo la respuesta un silencio metafórico. Esta pregunta sigue latente a pesar de que fueron testigos de la solidaridad que en un momento fue abundante y muy agradecida pero que poco a poco fue cesando hasta desaparecer. Lo cual nos lleva a cuestionarnos sobre el silencio del pisqueño ante su sensación de ser olvidado si tenemos como presupuesto que existe la solidaridad.

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia (GS 1). Idea de la Gaudium et Spes que contrasta con esta situación. Habla de la solidaridad en un sentido de reciprocidad e identidad con la persona que sufre, identificado con el pobre como verdadero discípulo de Cristo.

Como lo plantea esta encíclica, la invitación es clara: a sentirnos identificados con los nuestros, especialmente con los que sufren, con aquellos hermanos nuestros que necesitan volver a tener esperanzas y gozos. Con ello, saber que la historia la construimos todos pues formamos parte de ella. En definitiva, si queremos un progreso, nuestra acción para con todos, nuestra solidaridad es importante y fundamental para lograrlo.

Lo más probable es que los pobladores de la ciudad de Pisco hagan suya esta cita bíblica: “Ya no hay, en esta hora, príncipe, profeta ni caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni lugar donde ofrecerte las primicias, y hallar gracia a tus ojos. Mas con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos, porque no hay confusión para los que en ti confían” (Dn 3, 38 – 40)

Y es verdad en tanto han perdido todo lo que tenían y todo lo que eran. Un sentimiento de desolación acampó entre ellos. Pero como dice el último versículo de este pasaje bíblico, existe una expresión que reconoce que ante tanta desgracia aún sigue existiendo un Dios que está con su pueblo, expresándose por medio de personas solidarias y serviciales. La gente de Pisco lo sabe y así lo espera.

La identificación de los pobladores con su país, con su gente se da como fruto de una relación entre ellos basada en la común unión, en la comunión con el amor de Dios Padre. Definitivamente esta relación puede cambiar. Pero lo que no cambia es que aún sigue existiendo un pueblo llamado Pisco de 116 865 habitantes que hace tres años sufrió un terremoto, el cual necesita recuperar la confianza y la esperanza en su país para así reconstruir su identidad.

Es hora de que la misma persona se sienta identificada con su suelo, y que levante de nuevo los ánimos para salir adelante. Si alguna vez caemos hay que levantarse, y si aquellos que nos propusieron tendernos la mano nunca lo hicieron no tendremos que esperar que lo hagan. Es hora de aprender a hacer fuerza unidos para levantarse y seguir adelante. Muchos fallecieron aquel día, pero hay quienes ya viven muertos. ¡Es tiempo de resucitar! Ya llegó el tiempo de salir adelante, sacudirnos el polvo de ese 15 de Agosto y emprender un nuevo camino.

El terremoto no tuvo que haber destruido ilusiones ni truncado proyectos. El terremoto tuvo que haber proyectado la edificación de nuevos y mejores sueños que se concreticen con las manos de los mismos hermanos. Para mejorar la calidad de vida interna como suscitar la unión y la identidad, y la externa teniendo un Pisco diferente capaz de atraer a muchas personas para que vean cómo se renovó Pisco luego del terremoto.

Si todo mejora y alguien pregunta ¿qué destruyó el terremoto en Pisco? Se debe responder con orgullo: no destruyó nada, sólo nos preparó para poner en práctica todo lo que un pisqueño tiene por dentro: esperanza y confianza en él mismo, en su gente.

Félix Peche, Erick Gabriel
Ocola Espinoza, Ray Andy Reynaldo

1 comentario:

  1. Hoy el mundo se pregunta con mucha insistencia por qué tantos desastres naturales?? se abrá olvidado el Señor de sus creaturas ?? o simplemente son los signos parusiacos... la actuacón de Dios en la historia de las salvación siempre es un misterio, el Señor permite muchas cosas para sacar de ellas cosas buenas... bueno, amigos desde aqui les felicito por su trabajo de investigación y les animo a que esa pluma siga escribiendo... animo.. Dios les Bendiga.

    Santiago.

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