¡Bienvenid@s a tod@s!

Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

“No tengáis miedo, al contrario den culto al Señor en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza”[1] (1P. 3,14-15)

Uno de los grandes desafíos del cristiano de hoy es dar razón de la fe en quien se cree. La exhortación que hace Pedro a las comunidades cristianas de su época es tan actual como si nos los dijera hoy a cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo donde el capitalismo, el pensamiento liberal desafían nuestra fe y nos exigen  dar razón de ella. Los cristianos no podemos dar marcha a tras tenemos que saber en quien creemos y para qué creemos. Y más aun cuando testimoniamos a Cristo en lugares hostiles al cristianismo, donde tenemos que convivir con personas que no creen en Él. Por tal motivo, nos queremos dirigir a los cristianos repartido en pequeñas  comunidades en Arabia Saudita; muchas de las veces perseguidos y discriminados por causa del evangelio.

Pedro escribe su primera carta en un contexto de persecución a los cristianos, donde los gentiles ignoraban y cuestionaban todo tipo de esperanza cristina. “El sufrimiento en razón de la fe que profesaban ha sido un de los temas importantes en la iglesia perseguida y primitiva, es decir sufrir por hacer el bien les asemejará a Jesucristo. En el Nuevo Testamento, la comunidad para la cual esta carta está dirigida, por una parte, estaba experimentando una doble marginación, el ostracismo y la incomprensión de un ambiente hostil. Y por otra,  el aislamiento a que les conducía su mismo estilo de vida cristiana, incompatible con el modo de vivir pagano” (Nuevo comentario bíblico San Gerónimo. 1971: 53)

Aunque no existía persecución en el ámbito estatal, la hostilidad y agresividad de paganos hizo que los cristianos vivieran atemorizados, les apartaba de costumbre y practicas paganas, que les hacia parecer gente rara a los ojos de sus conciudadanos paganos. Es así que, “la carta pues tiene la meta de animar y recurrir al valor positivo de compartir la pasión de Cristo mediante la persecución y también el hacer hincapié en la dignidad de la vocación cristina” (Nuevo comentario bíblico San Gerónimo.1971: 54)

Por otro lado, “El apóstol Pedro amonesta que debemos estar preparados a contestar a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza” (Biblia comentada por los padres de la iglesia, Nuevo Testamento II. Pág. 154) Sin duda, la razón de nuestra esperanza es Cristo mismo, es él el punto central de nuestra fe para ello, “es necesario que estemos bien preparados en relación al conocimiento de la fe, para que en toda ocasión, sí se nos pregunta por algo sobre ella podamos responder fácilmente y mostrar en nuestra respuesta la bondad y temor de Dios” (Biblia comentada por los padres de la iglesia, Nuevo Testamento II. Pág.153)

En este sentido, la situación vivida por los cristianos de aquella época refleja la situación en algunos países árabes donde la minoría de cristianos viven atemorizados y sufren cuestionamientos en sus creencias aunque no hay una persecución por parte de los estados, pero no cabe duda que ellos no tienen el derecho como tal, no se les permite celebrar los día domingos, ni las estaciones litúrgicas como la Navidad.

La carta de Pedro es una epístola exhortativa.  Pedro está escribiendo a las comunidades pobres y aisladas que habitan en la diáspora del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Son comunidades pagano – cristinas que viven en Asia Menor y que están sufriendo por su fe. Pedro que vive en Roma escribe esta carta a esta gente para exhortarlos, consolarlos y fortalecerlos en la vida nueva que han recibido.

Esta carta fue escrita por Pedro que es apóstol de Jesucristo y testigo de los sufrimientos de Cristo. “Pedro escribe esta carta con la ayuda de Silvano que era compañero de San Pablo. Esta carta es una homilía o sermón que Pedro esta enviando a los menores cristianos que están sufriendo por su fe. Pedro relaciona sus pensamientos con Isaías (Is.8, 13) “a Yavé Dios de los ejércitos, a él santificar”. En su época  Isaías decía a su pueblo  que no temiesen a los ejércitos invasores de Asiria, sino que reverenciasen a Dios. (Comentario Bíblico, San Gerónimo. 1971: 273-275)

Pedro nos quiere decir que el cristiano debe estar en condiciones de formular su fe en propuestas elementales, para que cuando se le pregunte acerca de su fe, sea capaz de hablar de su creencia cristiana. Debe estar en condiciones de llevar a otros a Cristo y de rechazar las acusaciones de los incrédulos.

Es así que, “cada uno tiene que presentar un testimonio verbal claro del evangelio, sin disminuir ni contradecir su mensaje. Aun en medio de la oposición, en tribunales, ante autoridades, tanto religiosas y civiles, reconociendo a Cristo como Señor absoluto; primeramente en nuestros corazones y en toda la creación. Nuestras respuestas deben ser bien pensadas y guidas por el espíritu de Dios harán un buen efecto en los que nos escuchan atentamente. Por lo tanto, tenemos que prepáranos  constantemente en el conocimiento bíblico y reconocer que sólo Cristo el Señor nos libra de todos los temores y condenaciones de este mundo (Comentario Bíblico, San Gerónimo. 1971: 283)

Siempre existen tensiones con otras religiones y a veces mucha agresividad por parte de los seguidores del profeta Mahoma, contra los seguidores de Cristo. La iglesia católica asido la protagonista en el proceso del ecumenismo entre religiones grandes del mundo, pero no asido recíproco el proceso en muchos países cuya religión es musulmana, esto no es único caso; habido casos más en países de otras  creencias. Hablamos basándonos en esencialmente en un miembro de nuestra familia comboniana que asido elegido obispo de toda la región de Kuwait y Arabia Saudita. Actualmente tiene pequeñas comunidades pequeñas de cristianos y como es suponer ellos viven la experiencias de las comunidades explicadas en la primera carta de Pedro.

Esto exige que los cristianos nos preguntemos si verdaderamente estamos construyendo la unión entre nosotros, que revisemos si estamos siendo coherentes en  lo que decimos con lo que hacemos. Tenemos que trabajar por tener una vida de fe profunda en Cristo, con oración constante y la capacidad de leer la realidad con los ojos de Dios. Tenemos que preguntarnos cómo nos estamos preparando para dar testimonio de Cristo. Tenemos que tener la capacidad y el coraje de ir más allá de nuestros prejuicios con nuestra imagen y nuestros frutos. Seamos  pues conocidos por nuestros frutos (Mt.7, 1 sets.) más no por nuestro protagonismo que muchas de las veces opaca las relaciones y la cercanía con Cristo y con las otras culturas. Tenemos que tener un espíritu ecuménico sin perder nuestra identidad de Cristiano, libre y capaz de poner a Cristo en el centro de todo y estar dispuesto a dejar a Dios que escriba su historia en cada uno de nosotros.

Grupo: África o muerte

Prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

         El prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

 “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios. y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios” Jn 1,1-2

2.- Contexto:

         El prólogo de San Juan pertenece a la  parte introductoria de la obra del evangelista Juan. Por eso, el contexto del prólogo es la misma que pertenece al evangelio de San Juan.

         El evangelio de San Juan fue escrito posiblemente después del año 80 d.c. y finales del primer siglo. Dentro del evangelio de San Juan se relatan polémicas, rupturas, conflictos que, siguiendo la línea de los que conocieron a Jesús, marcaron la primitiva Iglesia, especialmente a la del ambiente de Juan. Parte de este ambiente de Juan era también los conflictos con los discípulos de Juan el Bautista, con los judíos (su distancia de ellos). La polémica de la ofensiva gnóstica amenazaba a la comunidad con serias dificultades sobre las doctrinas cristianas. Así mismo estaban presentes las persecuciones por el nombre de Jesús, por parte del imperio romano.

El desarrollo literario del evangelio de San Juan está dentro de la tradición joánica, que le da autoridad  y su particularidad. Su edición final del evangelio de San Juan  es obra de un discípulo del discípulo amado del Señor (San Juan).

El ambiente sociológico, a la pertenece el evangelio de San Juan, es la de los discípulos que predicaban en las comunidades relacionadas con el testimonio del discípulo Juan. Por eso constatamos  que este evangelio habría conocido una larga formación en los ambientes judío-helenistas o helenizados, imbuidos en las en diversas especulaciones.

El prologo de Juan era utilizado en los ambientes cúlticos (litúrgicos) de las primeras comunidades cristianas joánicos.

El prólogo del evangelio puede llamarse también síntesis introductoria o profesión de fe de la comunidad de Juan, que 1, 14-16 (nosotros), habla de su experiencia cristiana, fruto de la actividad  de Jesús.

3.- Género:

         El prólogo de San Juan corresponde al genero “himno”.


4.- Fuentes:

         El prólogo de San Juan en su composición hace ver que el autor ha hecho referencias a otras fuentes, entre las que se destaca lo siguiente: el libro de Génesis, Salmos, Proverbios, Sabiduría y Eclesiastés. Como es de notar, el prólogo sigue un esquema  de Gn 1,1-32, donde aparece Dios que crea el  mundo por su Palabra, como en el  Salm 33, 6-9. Y hace referencia directa, a que en el antiguo testamento, la palabra de Dios existía en Dios, como en las siguientes referencias de Prov. 8,22; Sab. 7, 22; Eclo 24.



5.- Teología bíblica

El autor del evangelio puso este himno al Logos (el verbo, la palabra) como obertura de su obra, autoriza la osadía. El prólogo es una cima desde la que es posible discernir  el conjunto del evangelio. Y resume la visión global de Juan sobre misterio de la venida de Cristo. Los temas que ahí se presentan recorren todo el evangelio. (p.17C. B)

No es posible establecer quien compuso ese himno, aunque el autor fue sin duda un cristiano dotado de don profético. Mayor importancia podría tener el conocimiento de que la comunidad  y su liturgia son el verdadero sitz im leben o marco vital del himno.

Así pues, el enfrentamiento con diversos círculos hacía necesarias las delimitaciones. En líneas generales esas delimitaciones de dieron en un triple dirección.

a.- contra la gnosis

b.- contra una sobre estimación de Juan Bautista por parte de sus seguidores.

c.- Finalmente, contra el judaísmo coetáneo y, por ende contra Moisés…el evangelio nos desvela, de manera inconfundible, que el Logos hecho carne, al que el prólogo exalta, no es otro que el Jesús de Nazaret crucificado y resucitado.”(p. 78 – 79)



En el campo griego el vocablo logos, llegó a adquirir una significación tan amplia y variada, que se trocó en un concepto que casi podía calificarse simbólicamente como compendio de la interpretación griega del mundo y la existencia. Sus significados son: reunir, leer, contar número, narración, discurso, tema expresado, historia, fundamento, explicación, sentido, orden,  medida, la capacidad mental, la razón, la idea. Como tal llega a convertirse en un concepto central dentro de la filosofía griega; concepto que vincula el pensamiento y el ser. Entre los estoicos el logos se convierte en una ley universal que todo lo gobierna y lo domina, en la razón universal, a la que en ocasiones se la hipostasia haciendo de ella una divinidad.



De otra índole aunque no menos importante es la tradición veterotestamentaria y judía. El hebreo DABAR equivale a palabra, pero también  el tema y contenido del discurso. Hay que  decir que con la concepción veterotestamentaria de la palabra se abre un paso un desarrollo que, sobre pasando el primitivo pensamiento judío y el judío – helenístico pudo llevar a la afirmación encarnacionista. Si la palabra de Yahvé, se concreta y realiza en unos acontecimientos históricos también cabe pensar su concreción histórica en un hombre determinado.

Hay que mencionar la sabiduría de Jesús Sirá (Eclo 24,1-22). Ahí se dice refiriéndose a la sabiduría que broto de la boca del altísimo y que cubrió la tierra con una niebla.

Así pues, en el evangelio de San Juan tenemos un himno a Cristo, al que más tarde se añadieron algunas apostillas que enlazan el himno con el evangelio. Por lo que respecta al himno, en su peculiar género histórico, está en narrar la acción salvífica de Dios en una forma más o menos compendiada y completa, expresando a través de la misma la alabanza, el júbilo y la acción de gracias al Dios salvador y clemente. Los elementos reflexivos son, por lo general, extraños al himno; la polémica  entra de ordinario en su estilo. Ni su propósito aseverativo está determinado por intereses de índole especulativa. El himno echa  una mirada retrospectiva al acontecimiento salvífico que ya se ha cumplido. No pretende por tanto proporcionar un esquema al andamiaje de una cristología especulativa. Himno y sistema teológico constituyen dos dimensiones diferentes. Y todo ello ha de tener presente en cuenta a la hora de interpretar el prologo joánico.



La cristología neotestamentaria recoge después de los acontecimientos pascuales la afirmación de la preexistencia como para calificar como acontecimientos salvífico y escatológico la venida de Jesús, su muerte y su resurrección. En Jesús se ha realizado la salvación final, en el  se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía. A ello se añade como propósito ulterior, el de presentar el acontecimiento cristológico como una “acción salvífica divina”, que en definitiva no se puede explicarse por una causalidad intramundana, sino más bien tiene su origen, sus raíces y sus sentido en el mismo Dios. Y finalmente con ello se expresa también, y de manera especial en Juan, la idea de revelación asegurándole en su obligatoriedad teológica. Es importante  que la afirmación de la preexistencia no pueda considerarse como un elemento particular  y aislado de una especulación teológica, sino que es necesario verlo siempre en su contexto concreto del acontecer salvífico y respectivamente la idea de revelación



La idea de preexistencia se forja en el judaísmo temprano con diversas tradiciones, especialmente con la sapiencial y la apocalíptica. Con el giro “al principio ya existía la palabra” se alude claramente a Gn1, 1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra” sobre todo cuando la idea de creación se recoge después de forma explicita. Pero mientras en el relato genesiaco la afirmación pasa inmediatamente a la acción de Dios que sostiene al mundo y la historia, aquí es un inciso intermedio.



En Gn1,1 al principio significa sin duda alguna al comienzo del tiempo del mundo y de la historia mas allá del cual no se puede seguir preguntando; en cambio el “al principio” de Jn 1,1  habla del comienzo pre-mundano, es decir del comienzo absoluto y primerísimo en Dios y junto a Dios. No se trata aquí del primer acto de Dios en la creación sino del comienzo” infinitamente distinto por naturaleza, que ya no entra en la capacidad representativa y conceptual  de pensamiento humano, porque yace en las profundidades mismas de la divinidad. Así pues,  cuando se plantea la cuestión del último “de donde” de Jesucristo, y por ende la del último también “de donde “del hombre, lo que con tal pregunta se proclama  es la radical indisponibilidad del comienzo. De otro modo ya no se trataría del comienzo divino, sino del comienzo pensado y establecido por el hombre, con lo que comporta de capricho y arbitrariedad.



Aquí se trata ciertamente del comienzo al que nunca se escapa y al que jamás  se puede llegar cf. Salm 139, para evitar cualquiera mala interpretación: es el principio que solo se ha revelado en Jesucristo y desde que me llega de un modo radical. El himno habla pues del origen de la revelación y solo en segundo término del origen de la creación, en un orden que marca la importancia y categoría.

Únicamente Dios es el lugar y sede de la palabra, y la palabra divina está vuelta a Dios. De tal manera que en cuanta palabra esencial completa e interna de Dios, la palabra es a su vez de naturaleza divina. No se puede pasar por alto que el versículo 1 representa una concepción de la divinidad esencial de la palabra. Al insertar el versículo 2 a modo de comentario, “esta estaba al principio en Dios”, el evangelista  ha querido refrendar la divinidad de la Palabra y con ello el puro origen divino del revelación contra cualquier tentativa por establecer un transito directo y fluyente, como ocurre  en los modelos emanacionistas gnósticos  y más tarde también en los neo platónicos. En concreto el versículo 2 iba a desarrollar un papel importante en la lucha contra los errores cristológicos de época posterior.

6.- Actualización / interpretación

El autor del cuarto evangelio nos introduce en su lectura con un “prólogo”. Utilizando el género literario himno extraído y reformulado a partir  del Gn 1,1 del relato de la creación, presenta el misterio de la venida de Cristo. Misterio porque ni el evangelista estuvo presenciando tal acontecimiento, pero nosotros creyentes por medio de la revelación de la acción salvífica (de salvación) por parte de Dios afirmamos la preexistencia de ese “logos, Palabra, Verbo” mucho antes del origen de la humanidad.

Puesta en analogía con Gn 1,1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra”, de forma explicita se alude a la creación, comienzo del mundo y de la historia. Mientras,  Jn 1,1 habla del comienzo (principio) antes del mundo, en Dios y junto a Dios, ya no cabe la capacidad de representación del pensar humano. Es imposible penetrar con la sola especulación, pues correría el riesgo  de ser “manipulado”  y estableciendo así el “comienzo pensado y establecido por el hombre”

Entonces la preexistencia del Logos, Palabra, Verbo no puede considerarse así sin más, sino en la intencionalidad de tal acontecimiento: manifestar el acontecer salvífico traído por Él. E incluso en el lenguaje  logos expresa lo singular y complejo de una palabra griega, pero se afirma  que se forja en el judaísmo con el hebreo “Dabar”. Si esta palabra fue acogida, en un determinado tiempo y espacio de la historia es posible pensar su “concreción histórica en un hombre determinado”

Pero surgen corrientes contrarias con el pensar de la iglesia primitiva, con fuerte arraigo en algunas escuelas filosóficas.



Pero al mismo tiempo, el autor del cuarto evangelio en el prólogo, principalmente en los versos primero y segundo del capítulo primero, revela con claridad la preexistencia de la Palabra de Dios.  Pero ¿Quién es la Palabra de Dios? La Palabra de Dios es Jesús de Nazaret, él es el Verbo, la Palabra, el “logos”, revelado y revelador de Dios Padre, que “existía” en el principio, que “estaba con” Dios, y que “era” Dios. Por ende, esta palabra debe ser oída y acogida por los discípulos, por los seguidores, por los buscadores de la verdad, de la vida, de la luz, del bien y la justicia. La escucha y la acogida a Jesús, en la vida íntima personal y comunitaria, es la escucha y la acogida a la Palabra de Dios. Esto supone búsqueda, disposición y apertura del hombre a la bondad de Dios manifestada en el Verbo encarnado, Jesucristo.

La palabra de Dios nos revela ente todo a Jesús. Jesús es el contenido de esta revelación. Es a la vez el Revelador y el Revelado, y no un mero maestro o revelador de un catálogo de verdades, principios y doctrinas. La revelación que Jesús hace de Dios la realiza no sólo con sus palabras, sino sobre todo con su vida y con su persona. Jesús encarna y vive la Palabra de Dios al mismo tiempo que la anuncia, la comunica y la transmite. Él mismo es la Palabra de Dios, existente antes de la creación. Por eso los que han convivido con Jesús pueden decir no sólo que han escuchado de sus labios la Palabra de Dios, la palabra de vida, sino que esta palabra ha podido ser objeto de contemplación visual, y alcanzable hasta por el tacto (1 Jn 1,1-2).



Afirmar que “Jesucristo es la Palabra de Dios, el Hijo de Dios” nos debe ayuda a valorar y respetar la creación entera, a ser agradecido con Dios por la fe donada, la Redención y la Salvación, a vivir con gozo la vida que Dios nos concede por el Hijo, a despojarnos de nosotros mismos para dar vida a los sin vida como lo hizo el Verbo de Dios. Por otro lado, el sentido de vida y de existencia hoy, es mucho más importantes entre los jóvenes, que están en búsqueda de conocer a Jesucristo desde los orígenes, y que desde el prologo de Juan, se puede ver una luz. Pues, todo tuvo un comienzo, también la creación por medio de la Palabra: “en el principio existía la Palabra  y estaba con Dios”. El reconocimiento de nuestros orígenes (raíces), nos dan el punto de referencia y de llegada, la cual es la realización del sentido.

Por que, la realización de la salvación venida de Jesucristo está marcada de un acontecimiento escatológico.  En Jesús,  la Palabra junto a Dios, se ha realizado la salvación final y definitiva de toda la humanidad, en el se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía, “en el principio existía la Palabra” Jn 1,1.  La salvación realizada a favor de la humanidad tiene sus orígenes, sus raíces, y su pleno sentido en el mismo Dios (y la Palabra era Dios). Así pues, el prólogo nos habla de alguien, en los orígenes de la creación   de condición divina, que está desde el comienzo, y tiene referencias divinas; la Palabra, Jesucristo.

Grupo:   Anónimo (3 B)


“Que fluya sí el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 24)

Análisis sincrónico:

La situación que se vive durante el siglo VIII a.C. es fundamental para comprender el Mensaje de Amós, el nabí. Durante su misión profética es necesario tener presente lo que significó el Reino de Jeroboam II, hijo de Joás y sus 41 años de reinado. En lo que respecta a la situación política vivida durante este tiempo es relativamente  estable, teniendo como hito de su reinado el restablecimiento de las fronteras permitiendo el comercio “internacional”, en especial con Asiria, Arabia y Fenicia.

A nivel religioso existían varios santuarios en ambos Reinos, Judá e Israel, uno de especial consideración es el de Betel, aunque existían muchos otros como el de Dan hacia el norte. Junto al comercio establecido con las potencias de esa época, principalmente Asiria, llegaron también gente nueva con culto diferente al monoteísta naciente (aún se da una monolatría mas no un monoteísmo en esta época). De la misma manera, cuando se refiere a los grandes santuarios, lugares de culto de la época como lugares privilegiados lo hace para recordar que es en aquellos lugres sagrados donde se ve la mayor infidelidad, donde se van distanciando cada vez más del verdadero proyecto de Dios: justicia y paz.

Junto al proceso económico que mostraba un avance para el pueblo existía una situación de pobreza y explotación patentada por la autoridad política y religiosa. Mientras que el Rey había sido colocado para el servicio del Pueblo y entre sus obligaciones se hallaba el leer la Ley para no olvidarla (cf. Dt 17,14-20) éste se había olvidado de la Alianza, esto es del pueblo que Dios amaba[1]. Situación similar se vivía en el sacerdocio que validaba el statu quo, singular escena es la que experimenta Amós con Amasías donde entra en conflicto con el sacerdote del templo que avala el régimen del Rey (Cf. Am 7, 10-17).

A nivel social, se vive una total desigualdad, que quedaba patentada por la experiencia religiosa vacía de justicia. De ahí la prédica tan dura del ’îš ’elohîm (hombre de Dios) que busca regresar a YHWH, a la Alianza, a la justicia y al derecho.

El autor emplea un lenguaje rico en símbolos principalmente en sus visiones: las langotas (Am 7,1-3), la del fuego (Am 7,4-6), la plomada (Am 7,7-9) y la de la canasta de fruta madura (Am 8,1-3) y con expresiones que poseen una dureza tal mostrando un carácter apasionado y crítico.
 

Análisis diacrónico:


Crítica de las tradiciones

La experiencia profética de Amós es original en tanto que es el primer profeta escritor; la corriente profética está asociada íntimamente con la redacción deuteronomista que da origen al Deuteronomio y la obra histórica deuteronomista[2].



La obra se encuentra situada en un momento de bonanza económica para algunos y de mucha precariedad para otros. A pesar de todo, Israel puede “sentirse” nuevamente bendecido por Dios ya que ha recuperado la estabilidad y la prosperidad. No obstante, el profeta se ve afectado por otra realidad no tan “bendecida”, constata como en medio de esta aparente prosperidad hay personas, hermanos, que sufren pobreza, miseria, explotación, denigración.



Esta situación lleva al profeta a manifestarse, a intentar llamar la atención a los responsables de esta situación.  También lo lleva a intentar entregar un mensaje de esperanza al pueblo que sufre, recordándoles que a pesar de sus pecados e infidelidades (que también los tienen) el Señor recuerda su Alianza con ellos y la renueva constantemente.



La predicación de Amós, se centra principalmente en el versículo que ahora tratamos; la manera de vivir en paz es dejando que la justicia y el derecho fluyan como agua (símbolo de vida, de novedad, de promesa) y que este fluir sea para siempre, sea para todos.



Crítica de la redacción (géneros literarios)

El texto que hemos tomado por referencia pertenece al género profético en general, aunque en la obra d Amós podemos encontrar los llamados subgéneros como visiones, acusaciones, ayes, exhortaciones y doxologías[3].



Análisis hermenéutico:



Interpretación:

La Predicación de Amós tiene tres destinatarios: el pueblo de la Alianza, la clase sacerdotal y los dirigentes sociales, el mensaje para los tres grupos es el mismo: “Busquen a YHWH y vivirán” (Am 5,4-6).



A los dirigentes les hará recordar que los palacios son anda, que las edificaciones que poseen se perderán (Cf. 3,11), lo mismo sus casas de verano y de invierno (Cf. 3,15). Amasías, sacerdote, le dice a Amós que se vaya de Betel porque es casa del Rey          (Cf. 7, 10-14) sin embargo, Betel es Casa de Dios y lugar para su encuentro, que los holocaustos y ofrendas son nada sino están acompañados de la justicia y el derecho (Cf. 5, 20ss). Al pueblo entero le recuerda que Dios recuerda su Alianza, esto es que fluya el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne (Am 5,24). Buscar a YHWH se resume en una experiencia concreta: la justicia.

Culto y justicia, fe y sociedad son dos binomios que expresan la total adhesión a YHWH. Tanto así que el culto y fe se ven verificadas por la justicia en los niveles sociales en los que nos desenvolvemos. No puede haber culto y fe sin una coherencia respectiva  con lo que a cada uno le corresponde, en este caso por ser Pueblo elegido de Dios, que exige tanto de pueblo como de dirigentes (incluidos sacerdotes), regresar a la Alianza que Dios ha establecido y no falsificar la fe de ningún modo, mucho menos con un culto vacío que se cumple con suma diligencia pero que olvida la dignidad.



Actualización:          



Lo que nos manifiesta Amós en este texto, tiene mucha relación con lo que actualmente se vive en muchos lugares cercanos a nosotros tanto a nivel político como religioso. Tenemos ejemplos de cómo la vida de fe, el culto, la religión están largamente separados de la vida misma, de la práctica de valores, de la búsqueda de la justicia y avalados por el silencio de algunos sectores cristianos.



Sentimos que la realidad de pobreza es patente en nuestro país, y la realidad de injusticia donde unos tienen mucho y otros tienen poco la vemos de manera constante y dolorosa.



¿Cómo hablar de culto verdadero a Dios, de amor y cuidado a la Alianza cuando tenemos alrededor hermanos y hermanas que no tienen lo mínimo y elemental para sobrevivir, hermanos y hermanas que sufren y que nos pasan muchas veces desapercibidos? ¿Cómo dar culto a Dios y hablar de fidelidad a su Reino cuando muchos de nuestros hermanos son despojados de su dignidad como persona, desconocidos sus derechos fundamentales?



La llamada que realiza Amós en su época, a su pueblo, a sus dirigentes es una llamada que aún se hace hoy en nuestra sociedad: es una llamada a luchar por la justicia (la tan proclamada justicia social) donde cada uno tenga lo que necesita para vivir dignamente, donde no se explote ni domine a nadie por medio de estructuras perfectamente armadas, donde todos se sientan parte de una misma sociedad sin distingos ni prejuicios.



La llamada a no quedarnos en el culto vacío y sin sentido sigue haciéndose presente hoy entre nosotros, la religión no puede reducirse a la celebración en el templo sino que ha de salir al encuentro del hermano, de la hermana; sobre todo de aquellos preferidos de Dios por su fragilidad y debilidad. Y en lo que respecta a la relación fe y justicia aplicar la “ley del embudo” que por lo ancho pasa los apoyos a mineras, a consorcios, a transnacionales pero que por lo angosto pasan los derechos humanos, la justicia social,  el derecho a la crítica.

Es responsabilidad nuestra, como creyentes, que nuestro culto no sea motivo de condena sino evidencia de la verdadera Alianza de Dios con su pueblo, nuestro pueblo hoy. Es tarea nuestra que por la práctica del derecho y la justicia, fluya entre nosotros la vida y la paz.

GRUPO: RIMAY KUISHQUI

"Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,26-27

En el Nuevo Testamento encontramos cuatro evangelios que se divide en tres sinópticos (mateo, Marcos y Lucas) y Juan. Este último es el Evangelio que presenta a la persona de Jesús y su mensaje distinto a la de los sinópticos. Y en cuanto a la forma literaria y el lenguaje de igual modo existe diferencias notables con los otros tres evangelios. Efectivamente, el tema del que hablan son los mismos, como la crucifixión de Jesús, pero Juan se distingue por tener datos históricos que no tienen los demás.  

La redacción posiblemente se ha dado a fines del siglo I en Éfeso o Antioquía. Y la dirigió a los cristianos expulsados de la sinagoga por los judíos (Éfeso y Antioquía) Pues, al ser expulsados de las sinagogas Juan ve favorable fortalecer a esta comunidad para motivarle en la fe al Señor, muerto y resucitado.

Y en cuanto a la perícopa: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,26-27)  está dentro del contexto  de los episodios de la pasión de Jesús, es decir “ha llegado la hora” del sacrificio y la glorificación del verbo encarnado. En la que Jesús ve conveniente que su madre sea acogida por el discípulo que tanto amaba, otorgándola una nueva misión.

Por tanto, la perícopa  tiene fuente única en la Biblia. Es decir, no existen paralelos testamentarios ni en el Antiguo y Nuevo Testamento. Por tal motivo solamente nos limitamos a esta  referencia bíblica (Jn 19,26-27) para el trabajo.

El género literario del Evangelio en su conjunto es histórico-narrativo. En el cual nos narra la vida de Jesús, especialmente pasión, muerte y resurrección. Y la forma literaria de la perícopa que se estudiará es poética-exhortativa. Porque hay una clara coordinación de palabras empleadas en esta perícopa. No es narración por que,  sino dijera: María ve con Juan a su casa y acógela como Madre.

De acuerdo a Lorca José María, en el libro “Metáfora y Misterio de María”, indica la maternidad espiritual de María sobre todos los creyentes, a quienes el discípulo fiel está simbolizando. Entonces todo miembro de la Iglesia tiene como madre espiritual a María. Por otro lado, María Madre es la figura de la Madre Iglesia. “Una y otra aman, creen, esperan, engendran y nacen del sufrimiento…”. La Madre Iglesia tiene como prototipo la maternidad  de María. De ahí que a imitación de María, la Iglesia siga su mismo ejemplo amando, esperando y  engendrando como la mujer humilde de Nazaret.

Charles Journet nos ilustra diciendo que: “La virgen por sí sola es la Iglesia más que toda la Iglesia misma…en ella se encuentra condensada toda la gracia colectiva de toda la Iglesia: la gracia del tiempo de la Encarnación y la gracia de la Redención”. En otras palabras, se diría que Ella es el tesoro  inabarcable  de los que conforman la Iglesia, ésta a través del curso histórico ha ido irradiando esa misma  gran riqueza de gracia. 

De otra manera, Jean Lafrance nos habla de María desde el punto de vista trinitario, es decir, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dice que:Jesús asocia a María en su papel de esposa, como desposará a la Iglesia para que se convierta en la Madre de todos los hijos adoptivos del Padre…María Madre y esposa del hijo por el poder del Espíritu Santo y también del género humano”. Al igual que María, la Iglesia es esposa de Cristo. Si María gracias al poder de Dios por intervención del Espíritu Santo tiene a Jesús, la Iglesia se une por mediación del Espíritu Santo  con  Jesús su esposo. A la ves que los hace partícipes de su divinidad y los une en la comunión de hermanos.

En la Catequesis del Papa Juan Pablo II (el 23 de abril de 1997), dice que
según la tradición, la virgen María reconoce a Juan como hijo suyo, y desde el principio ese privilegio es interpretado por la Iglesia como signo de la maternidad espiritual de María a toda persona humana... la figura de la mujer se rehabilita  en la maternidad de María,  quienes tienen la responsabilidad de dar a conocer entre las mujeres y hombres la nueva vida de Jesús. 

En conclusión, ante la escena de  Jesús crucificado, en la que  María y Juan están al pie de la cruz, Él  les dijo estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre”. Por un lado, connota María como Madre y Esposa de Cristo  que serán rasgos que apropiará la Iglesia en la media en que se asemeje a la sencilla mujer de Nazaret. Por otro lado, en el discípulo quedan  representados todos los miembros de la Iglesia como hijos de María. Es decir, la maternidad espiritual de María abraza a todo creyente.  Efectivamente da  a conocer no sólo el amor que tiene a su Madre, sino a toda su Iglesia en la figura de Juan, ya que en ella se encuentra condesada la Iglesia. Es decir, en la figura del Discípulo queda simbolizada   la maternidad espiritual de María hacia toda persona humana.



Tras haber observado por un lado la insignificante fundamentación de María Madre y esposa de Jesús, en la que por mediación del Espíritu Santo la Iglesia participa de estas dimensiones de María, y por otro lado se ve en los grupos marianos  del Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que se da a María gloria desligada al Hijo, a quienes dedicamos este trabajo, para que en ella reconozcan la maternidad de María y así por medio de ella descubran el verdadero amor de Jesús.

Tener a María como Madre de la Iglesia es reconocer el amor extremado de Dios en su Hijo, quien ante el suplicio de la cruz le confiere  una nueva misión maternal a María de ser Madre de la humanidad. Ahora bien, el ser parte de la Iglesia significa llevar la marca de esa maternidad. De ahí que toda mujer creyente en Jesús por María debe tener esas mismas actitudes y comportamientos  maternales, de manera que la maternidad de María se haga presente en la comunidad eclesial, en la sociedad, en las familias y concretamente en el hogar.

Así mismo el termino “mujer” expresa una realidad sumamente impactante, es decir, María  esposa, fiel  cumplidora de su compromiso y solicita siempre en la alegría y el dolor del Hijo.  Esta dimensión representa para la Iglesia la actitud materna y fiel  que le debe al esposo Jesucristo. Esta fidelidad se refleja cuando se es dócil al amor y conducción del Espíritu  que está siempre operando en aquella. Ahora bien, cada Grupo Mariano está llamado a ser realidad lo que es María Madre y esposa fiel  de Jesús. Entonces  esforzarse por impregnar las cualidades propias de María  en su vida personal es el gran mérito  del hijo e hija que hade ansiar, seguir y alcanzar.

 Es más si María es madre de Dios, luego también madre nuestra. Esto quiere decir que todos y todas somos hijos e hijas en el Hijo.  Entonces de donde viene esa tendencia  de desligar a María de su Hijo. Lo que tenemos que entender es que María participa de la misión redentora de su Hijo, en efecto, no busca su gloria sino la gloria de  Dios.  Se habla de María en relación al Hijo y no separada de Él. Esto porque lo único que hace María es enseñar que amen y  decir  que hagan lo que Jesús dice. Por tanto, la devoción a María debe conducir a amar a Jesús.

En suma, María Madre nuestra y esposa de Jesús está expresando lo que la Iglesia tiene que ser en su ser más profundo.  Tener a María por madre para actuar como verdaderas madres, de manera que se sea la prolongación  de la hermosa mujer de Nazaret. Es más, como somos hijos de María es favorable que andemos como ella anduvo, encarnando la Palabra  de Dios en nuestras vidas, guardando y  meditando las palabras del Hijo, amando y sirviendo en la bonanza y en la tempestad, es decir, en la alegría y el dolor. Solo así sabremos comprender a  María como  Madre y esposa, por voluntad del Señor se convierte en camino seguro y fácil por el cual  se puede llegar a Cristo.


Grupo: RENACER 

Mc 2, 13-17 (Mt 9, 9-13// Lc 5, 27-32)

NIVEL HISTÓRICO-LITERARIO
Mc 2, 13-17 (Mt 9, 9-13// Lc 5, 27-32)
13 Y fue de nuevo por la orilla del mar. Toda la gente acudía a él y él les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví, el (hijo) de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos. Y le dice: «¡Sígueme!». Y él se levantó y le siguió. 15 Y sucedió que estaba él a la mesa en su casa. Y muchos publicanos y pecadores se encontraban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Pues eran muchos los que le seguían. 16 Al ver los escribas del partido de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «El  come con publicanos y pecadores». 17 Lo oye Jesús y les dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

El texto presenta paralelos en Mateo y Lucas. Al parecer, según los estudios realizados, sería original de Marcos, debido a que Mt y Lc toman de su material para su composición.

El texto viene del curación del paralítico (Mc 2, 1-12) y prosigue con  la controversia sobre el ayuno y el recojo de espigas prohibido por la ley (Mc 2, 18-27).
El texto es de género narrativo: no menciona ningún ejemplo a modo parabólico, ni ninguna imagen apocalíptica. Más exactamente, se observa una controversia acerca de un tema específico.

La obra fue escrita para comunidades cristianas venidas de la gentilidad: Galilea, la Decapolis, Tito, Sidón y Roma (J. Gnilka. EL EVANGELIO DE SAN MARCOS. Pg. 27).

NIVEL TEOLÓGICO

Según Joakim Gnilka, se evidencia que el banquete posterior al llamamiento de Leví sería en la casa del mismo debido al corte que hay entre el verso 14 y 15 en los que Jesús pasa después de llamar a Leví a la mesa en la casa (¿de quién?).

Es importante también, destacar la presencia de los partidarios de los fariseos (escribas). Habría alguno que estuviera vinculado a los saduceos. Es la única forma de comprender su incursión en el discurso relacionado a la pureza legal que no es propia de los escribas ya que son hombres de leyes (específicamente en la redacción de textos).

En la comida, el partido fariseo se dirige no a Jesús, sino a los discípulos estando Jesús lo suficientemente cerca para escucharlos debido a la disposición de los comedores judíos.

Dibelius considera que el relato del banquete con los pecadores es creación de Marcos mismo y no recopilación.

Llamamiento de los discípulos y el banquete. Tiene una connotación particular ya que la comida en tiempos de Jesús es crucial para compenetrarse en la vida de los comensales. La Cena antes de su muerte es un ejemplo clarísimo de que la comida no es sólo la ingestión de alimentos cumpliendo leyes rituales judías, sino un compartir la vida misma e incluirlos en su historia.
Xavier Picaza hace eco de estas ideas cuando indica en su libro[1] la relación entre la sentencia: “no son los sanos los que necesitan médico…”; la comida que Jesús tiene un carácter medicinal que invita a restablecerse a quien participa de ella e ingresar en el Camino.

Hay una profunda relación entre la comida que es anticipo de la gran mesa del Reino en el que no habrá distinciones sociales y lo que Marcos construye como conjunto. Los sucesos posteriores guardan relación directa: controversia sobre el ayuno (comida y no comida), las espigas arrancadas en sábado (materia para el pan de las comidas…).


NIVEL ACTUALIZANTE

La vista del mar abre a Jesús un nuevo horizonte en su misión: los pecadores deben entrar en seguimiento.

Y el primero en ser llamado es Leví, a quien la tradición ha identificado con Mateo el evangelista. Leví representa al primer grupo en ser llamado, según parecer de Marcos, al seguimiento.

Terminado el llamamiento, Jesús está en la casa, a la mesa compartiendo el alimento, aquello que da vida, es decir, la misma vida de los que están allí. Pero lo particular es la presencia de publicanos y pecadores. Su presencia en la mesa no tiene intención de hacerse él también pecador (al menos bajo los códigos de la época), sino transformar, renovar, sanar.
La presencia de Jesús, como debe ser la de sus discípulos, no debe ser sólo un hecho social, sino que lleva a motivar a seguimiento, a inclusión.

La comida y el llamamiento no se ven a  primera vista como algo lógico. Sin embargo, comer en la misma mesa denota preferencia y solicitud hacia quienes comen contigo. En el texto se remarca la elección de Jesús por los que han quedado al margen de la sociedad. La acción de Jesús parte de una intención inclusiva, fraterna, solidaria.

La comida incluye en medio de una sociedad que disgrega. Así se señala luego con respecto al ayuno (dejar de comer) y las espigas arrancadas. Los fariseos de todos los tiempos tratan de excluir a muchos porque no son como ellos, porque no cumplen, porque no están sometidos a su magisterio; empero, Jesús acoge, llama a su seguimiento, sin importar la calidad moral. En el camino, sucederá la reconversión de motivaciones, el cambio, el milagro. El primer paso es acoger, ser hermano, incluir.

Y es curioso que los escribas se dirijan a los discípulos. Son precisamente ellos quienes en el tiempo en que se escribe el texto deben tomar una opción frente a los quizás nuevos conversos. Y qué mejor forma de plantear las líneas de acción refiriendo a la práctica de Jesús: este come con pecadores…porque necesitan ser perdonados.

Lección para todos los tiempos; para los creyentes de todos las generaciones, el modo de comer de Jesús es siempre anticipo de la gran mesa al final de la humanidad en la que no se excluye a nadie, sino se convoca a todos.

Podría caer, en nuestros tiempos, la misma crítica que san Pablo hizo a los Corintios acerca de la comida sin discernimiento. No disciernen que el Cuerpo de Cristo es comida de unidad, mesa de fraternidad sin exclusión; donde todos encuentran su vocación.

En contexto, las palabras de Pablo surgen como protesta ante una situación en la comunidad donde cada quien lejos de compartir se cierra y cierras las puertas a los demás (a los pobres). Eso mismo, que Pablo llega a entender de la Cena Señor, es quizás lo que pase en nuestros días: la mesa de todos es sólo la del algunos, de los que pueden, de los que tienen (no sólo en sentido material, sino en sentido moral inclusive).

Ante una situación cerrada, tan judía, tan farisea, se abre una nueva forma de tender la mano al prójimo de parte de Dios: no sólo los hace comensales, sino que los llama a hacer seguimiento de su Hijo.

Si ciertamente, la opción preferencial como lo indica el texto mismo en el verso final, no excluye a quienes quieran seguir y vivir los valores del Reino. Pero abre de par en par, los horizontes para quienes eran marginados.

En su cena eucarística, se nos invita a cambiar nuestro modo de vida tan cerrado en uno mismo y se nos pide compartir precisamente con aquellos que han sido marginados socialmente. La integración de estos hermanos a la misión dependerá de cuán abierto tengamos el corazón a Jesús y su práctica. Sólo la práctica de Jesús es remedio a nuestras cerrazones, nuestros intimismos, particularismos y cultos vacíos que desprecian al que nos parece inservible.

Antídoto para ese tiempo y para el nuestro: eucaristía, comida de todos los que el Padre ha invitado (toda la humanidad) a su seguimiento.

Autor: Manuel Robles



[1] X. Picaza. Para vivir el evangelio de Marcos. Pg. 51

Lucas 15, 11-32.

11. Jesús continuó: "Había un hombre que tenía dos hijos. 12. El menor dijo a su padre: "Dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y el padre repartió sus bienes entre los dos. 13. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después, se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. 14. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. 15. Fue a buscar trabajo, y se puso al servicio de un habitante del lugar que lo envió a su campo a cuidar cerdos. 16. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba algo. 17. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! 18. Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: "Padre, he pecado contra Dios y contra ti. 19. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados." 20. Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. 21. Entonces el hijo le habló: "Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo." 22. Pero el padre dijo a sus servidores: "¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. 23. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, 24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado." Y comenzaron la fiesta. 25. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. 26. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. 27. El le respondió: "Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo." 28. El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle.
29. Pero él le contestó: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo." 31. El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado."

Contexto social:
El evangelio de San Lucas logró redactarse alrededor del año 80-85 d.C. Respecto a su contenido, Lucas comienza y termina su obra con la mención del templo: La visión de Zacarías (1,5s) y la presencia de los cristianos en el Templo (24,53). En esta obra se trata de exaltar la figura de Jesús como salvador, que vino a liberar el mundo de sus males, así como a los paganos.
Lucas dedica su obra al “honorable Teófilo”, desconocido, por cierto. Respecto al lugar de su redacción se cree que fue al norte de Egipto, en la ciudad de Alejandría. Lucas resalta a un Mesías sufriente, pero su peculiaridad es hablar del Dios compasivo y misericordioso. Modestamente, Lucas no escribió un evangelio, sino un relato de los sucesos para que el discípulo pueda asegurar su fe. Por otro lado, tampoco con seguridad se sabe para qué comunidad concreta escribió su obra, pero sí nos hacemos la idea de iglesia en que se formó su mensaje: “las comunidades nacidas en territorio pagano, griego, como las de Antioquia o Filipos” , y su autor que es griego adapta su mentalidad y su obra al estilo pagano-griego.
Con respecto a Lucas, conocemos que desde el s. II, se reconoce en él al “médico querido” (Col 4, 14) que acompañó a Pablo en Mileto, siguiéndole a Cesarea y luego a Roma. Natural de Antioquia, de descendencia pagana, un hombre culto que maneja con cierta elegancia la lengua griega que se hablaba en ese entonces (la koiné) .
Lucas es el más moderno de los evangelistas. De su cultura griega ha conservado su amor a la claridad… es capaz de imitar la lengua de la Biblia griega, abundantemente marcada por los giros semíticos, por ejemplo en los relatados de la infancia de Jesús. Como buen historiador, se preocupa de situar los sucesos en la historia (2, 1-3; 3,1-2), más aún en su interior es sobre todo un teólogo de categoría .
Lucas no conoció personalmente a Jesús. Por tanto, el Jesús que descubrió no es en primer lugar el profeta itinerante de Galilea, sino el Señor glorificado que se manifestó a su maestro Pablo en el camino a Damasco. Es el único que llama a Jesús, el Señor, al hablar de él.

Contexto vital:
Esta parábola hace alusión a las actitudes de los escribas y fariseos que murmuraban de las actitudes de Jesús por el hecho de sentarse a la mesa con los pecadores y se alegrara por sus arrepentimientos y conversión. Pero lo que motivo más al autor redactar su evangelio y en especial “la parábola del Hijo Pródigo” fue el sentirse conmovido por el Evangelio mismo: el poder y la misericordia de Dios que se habían manifestado en un ser humano amable que, al mismo tiempo, era el Señor exaltado; la figura de Jesús de Nazaret, que había hecho de su vida un servicio para los demás, sobre todo para los más necesitados. Otro de los argumentos fue por la comunidad misma de los seguidores de Jesús: la ayuda y el amor que unos a otros se prestaban y la generosidad solidaria de aquellos en los que había prendido la fe cristiana.

Género:
Parábola.

Teología Bíblica:
La parábola mencionada es una de las páginas más bellas y conmovedoras del evangelio de Lucas, al mismo tiempo una de las más, mal interpretadas, por ejemplo por el título que significa lo contrario del contenido. Más que llamarse la Parábola del Hijo pródigo o del Hermano Mayor debería llamarse Parábola del Padre o de la Misericordia. En ella manifiesta el amor del padre por los hijos sin hacer diferencias entre ellos por sus cualidades o defectos.
Felipe Fernández Ramos ha descubierto en esta parábola que la nueva religión evitaba los inconvenientes del judaísmo como el particularismo rabioso y su nacionalismo religioso y excluyente. Para Pedro Crisólogo, en su sermón 5,2 citada en la Biblia comentada, sostiene que los dos hijos representan a dos pueblos de este entonces, uno judío y otro gentil. El judío es el adulto por el conocimiento de la ley, en cambio el gentil el más joven por la necedad del paganismo.
Tal vez tengamos una mala interpretación al respecto entendiéndolo al hijo pródigo como aquel que se aleja de la casa paterna y reprocha todos sus bienes pero nos olvidamos del significado pleno de dicho nombre que significa generoso y desprendido.
El principal actor de la parábola es sin dura ese hombre generoso y espléndido que después se nos revela como padre de los dos hijos a quienes simplificando hemos llamado bueno malo. Lo que podemos darnos cuenta es que ni el bueno es tan bueno ni el malo lo es tan malo. Lo importante es el descubrimiento de un padre bueno, con el uno y con el otro, deseoso de compartir y acoger a sus hijos con gozo.
El primer momento de la parábola es el momento de dejar partir al hijo lejos de casa, respetando su decisión, considerándole libre, adulto y responsable. De esta manera de revela el padre como el Dios de la libertad y no de la ley o de la fuerza. No quiere otra fuerza sino el amor. El hijo menor al salir de su casa se encuentra en otra realidad pasa su vida no muy decente, pero como dice el texto “volviéndose en sí” recapacita e inicia su camino de conversión. De vuelta a casa del padre. Con esta decisión el hijo pródigo se nos enseña el camino correcto de conversión: ir al padre. No se trata de resaltar la bajeza del hombre de reprimirse o ser humillado, tampoco se trata de encerrarse sobre sí mismo y sobre su pecado sino de abrirse al amor gratuito del Padre. Se parte sí del pecado pero se encamina la vida en otra dirección. La conversión es ante todo encontrar un camino, un sentido, llegar a la casa y sentirse acogido. Es abrirse a un amor regenerativo y crear la comunión, en especial con Dios, padre amoroso. Es también entrar en el corazón de Dios compartiendo su alegría como el padre se los dos hijos.
Por eso podemos decir que ésta parábola está dirigida a la Iglesia porque le preocupa el testimonio eclesial de los que se confiesan como hijos de Dios pero que no construyen la fraternidad. Por lo tanto en esta parábola no solo se señala el comportamiento de Cristo sino el comportamiento para todos los que decimos que creemos en la gracia y en el amor del padre común.

Actualización / interpretación:
Una parábola que esencialmente se puede hacer una comparación desarrollado bajo la forma de historia. En la cual no se pretende tanto enseñar, sino hacer pensar a los oyentes de cada generación sobre su propio comportamiento, dar un juicio sobre sí mismos llevándolos a un cambio de conducta. Como somos duros de arrepentimiento y de perdón, esta parábola nos invita a juzgarnos casi sin darnos cuenta, ya que en lo más interior está nuestro compromiso de estar en orden y en plena relación con las cosas, con el mundo y con Dios. Así, pues, esta parábola del “padre misericordioso” es una comparación sencilla con nuestra realidad, con nuestro entorno, donde cada vez se torna más difícil de creer que al final de nuestro recorrido hay alguien quien nos espera con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarnos de todo corazón.
Sencillamente, no vemos, a un padre rencoroso, de corazón obstinado y duro porque el hijo pide la herencia para hacer de la suyas en un no sé dónde o en un no sé qué. Esto nos lleva a reflexionar, más concretamente en nuestros días que, en muchas familias hay padres rigurosos, machistas, ordenadores, calculadores respecto de sus hijos. Pero, la otra faceta de este tipo de padres sería lo narrado en la parábola, donde podemos constatar a un padre: bondadoso, atento, misericordioso. Del mismo modo también encontramos, aunque en no muchos, padres que son idénticos al padre misericordioso, siempre a la espera de sus hijos cuando ellos se apartan de la casa paterna. Padres que están pendientes de las necesidades más urgentes de sus hijos como de su esposa.
Honoríficamente, encontramos en esta parábola a Dios como aquél que se revela con un corazón amantísimo, con el fin de inspirar confianza en aquél pecador para acercarse más a su creador. Al interpretar alegóricamente la parábola, tales detalles suministran una eficaz descripción del triste estado en el que queda reducido el pecador cuando se aparta de la casa celestial, pero vemos en éste que se abren los ojos y se da cuenta de su situación, vemos un sincero arrepentimiento del pecado con que el hombre ya no puede más y decide liberarse con el arrepentimiento “Me pondré en camino, iré donde mi padre y le diré: Padre he pecado contra el cielo y ante ti” (Lc 15,18). Desde el más profundo de sus entrañas reconoce que es pecador, le dolía y cuánto le dolía verse apartado y sufriendo las peores crueldades de la carne.
La actuación del padre es conmovedora al recibir a su hijo, no le olvida, sino que diariamente contempla con ansias su regreso. Ni siquiera dejó terminar la confesión que le tenía preparada, al contrario le da vida al pedir sandalias, anillo y vestido para su hijo: “porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado” (15, 24a). Además, no sólo se contenta con esto, sino que pide organizar fiesta y da realce la vida de su hijo. Qué alegría, qué contento se sentiría el hijo perdido, cuando ni siquiera se había tenido en mente todo esto.
Hoy por hoy, también podemos entender que los amigos de Dios no siempre llegan a penetrar las profundidades de la misericordia de Dios . Es él quien está a nuestro paso y no sumerge en su profunda gracia, para que volvamos a él y le demos gloria. No somos nosotros, es él, quien se revela y se manifiesta en las inclemencias de los hombres, es él quien toma la iniciativa y nos da la posibilidad de acercarnos a su presencia. Pero así como Él toma la iniciativa debemos de revisar cuáles son nuestras iniciativas frente a los demás, ¿nos aparecemos en algo al padre misericordioso? La respuesta está en cada uno de nosotros, no tenemos que averiguar ni en libros ni por mediación de otros, lo importante es que nuestras respuestas tienen que ser claras. Si yo acojo al hermano que es diferente a mí con todos sus defectos y potencialidades y no únicamente porque me cae bien o es mi chochera, entonces podré decir que mis actitudes van muy cerca a la enseñanza del Evangelio y en consonancia con esta parábola del padre misericordioso. Ya el padre de la parábola nos ha dado una directriz de cómo debe ser nuestra actitud como cristiano: dar lo mejor de nosotros mismos al que lo necesita y no solo porque lo necesita sino también porque nuestra misma fe nos compromete a algo mayor a dar desinteresadamente sin esperar nada a cambio. Que cada uno de nosotros sintamos la misericordia y el amor de Dios que habita en nuestro interior y de esa manera ser para los demás lo que Dios es conmigo.

Grupo Passio Agustinus