¡Bienvenid@s a tod@s!

Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

Te agradeceríamos tus comentarios y opiniones

En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

lunes, 5 de julio de 2010

POBREZA Y CONTAMINACIÓN

Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» Gn 1, 26
 
“Es así como el ser humano aparece como un ser ético, que tiene responsabilidad del mundo, que puede ser el ángel de la guarda del mundo, el ángel bueno. Pero que por su libertad y su responsabilidad puede ser también el Satán de la Tierra”.
 
Los pobres son aquellos peruanos, hermanos nuestros, que afrontan el problema de la destrucción de la naturaleza, la contaminación por parte de grandes empresas, éste es el caso de las mineras. Son pobres los campesinos que viven de sus tierras cuya labor es la agricultura, la ganadería para el consumo personal-familiar y sobrevivencia; son víctimas de la falta de salud y del atropello de este derecho fundamental que es el de la vida; además carecen de buenas oportunidades educativas; sus ingresos económicos por el trabajo que realizan son mínimos. Sus tierras se venden a un bajo valor; son engañados, manipulados de acuerdo a los intereses de los poderosos, los que se benefician con estas actividades extractivas; no se les brinda una verdadera información acerca de los logros, avances, peligros y consecuencias que puede generar la industria minera; algunos de ellos han conseguido trabajo mal remunerado en las grandes empresas dedicadas a la minería y por ello no pueden protestar ni ir en su contra.
 
El caso que presentamos corresponde a la situación de los pobladores de la Oroya, que pertenece a la provincia de Yauli, en el departamento de Junín, donde se encuentra la minera que más contamina: “Doe Run Perú”. La Oroya en 1922 se convirtió en un centro metalúrgico importante cuando la empresa de Cerro de Pasco Copper Corporation inició sus operaciones; desde entonces la vida y economía de sus habitantes gira en torno a esta gran fundición que es responsable de la contaminación ambiental que ahora sufren por causa de los minerales: Plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros metales pesados.
 
Las consecuencias de la exposición de estos contaminantes son: El deterioro irreversible del sistema respiratorio, diferentes tipos de cáncer, diversos efectos en el sistema reproductor y en el desarrollo y daños a órganos vitales, así mismo en la conducta, actividad cerebral y agotamiento en niños menores de seis años. Estos hermanos nuestros son afectados por la contaminación de sus tierras, de sus productos ya que el subsuelo, por causa de la minería, pierde excesivamente nutrientes al momento de realizarse las excavaciones para la elaboración de túneles que conducen los relaves mineros; por otro lado la contaminación ocasiona un nivel alto de infertilidad en el campo y trae consigo pobreza; también algunos sembríos crecen con notables deficiencias debido a los desechos tóxicos que absorben de la tierra. Ante esto, las autoridades, no toman las medidas correspondientes para el control de la actividad metalúrgica y el cuidado de la salud de la población.

La Oroya es el único lugar de América del Sur, de acuerdo a un informe del Blacksmith Institute 2006, que presenta los peores niveles de contaminación y afecta seriamente la salud de las personas; está considerada en la lista de los diez lugares más contaminados del mundo.
 
Asimismo, frente a esta realidad, la Iglesia, que defiende el respeto de derechos fundamentales como la vida, la salud, el trabajo digno, que se preocupa por el desarrollo integral de la persona, de manera concreta el Arzobispado de Huancayo, busca que las mineras operen con esas condiciones antes mencionadas.
 
La Creación es un bien común para todos, no es exclusividad de algunos hombres poderosos que dominan y afirman tener privilegios sobre la tierra, el agua, el suelo y el subsuelo; la tierra libre de dominaciones y esclavitudes es una promesa del Dios de Abraham, Isaac y Jacob que nos llega a través de los siglos. Dios ha escuchado el clamor de su pueblo, ha visto sus humillaciones y desea la liberación:
 
Yavé dijo: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he oído sus quejas cuando lo maltrataban sus mayordomos. Me he fijado en sus sufrimientos, y he bajado, para librarlo del poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra que mana leche y miel”…Éxodo 3, 7-9
 
A estos hermanos de la Oroya no podemos privarles de sus derechos, entre ellos, del más fundamental que es el de la vida, la cual tiene que ser valorada, respetada y esto implica que puedan acceder a la salud, a la educación, a un trabajo bien remunerado. Tenemos que tomar conciencia sobre nuestra condición de seres humanos hermanados por la naturaleza, frutos del amor de Dios, al servicio y cuidado de su obra creadora, de “la gran casa común” en la cual convivimos buscando construir relaciones más fraternas y solidarias de acuerdo a nuestro ser de hijos en el Hijo:

¿Cómo vamos a construir la casa, una casa que no es la casa de mi barrio, ni la casa de mis padres, sino la casa humana como planeta?, ¿cómo vamos a construirla para que todo pueda convivir en armonía y paz y justicia, donde haya alegría para habitarla y no existan amenazas?
 
Dios se manifiesta en la creación, Dios es el autor de la vida, es autor del hombre y de la mujer, no podemos proceder como si fuéramos dioses, los “creadores” del mundo y sólo pensar en nosotros mismos, en nuestra generación, aquí cabe la pregunta ¿Cómo dejaremos la creación a nuestros hijos?:

Nosotros, cristianos, ¿ayudamos para que la Tierra y la humanidad tengan el futuro garantizado y que nuestros descendientes tengan derecho a mirar las estrellas, a enamorarse de la luna, a respirar un aire puro, a beber agua pura? Por eso se nos desafía a tener solidaridad generacional con las generaciones que todavía no han nacido. Tenemos que aprender a amar lo invisible y a defender la Tierra para que los que vengan después no nos maldigan porque les entregamos como herencia un mundo inhóspito e inhabitable, una pésima calidad de vida.

¡Cuánto significa la tierra para el ser humano! Según el relato del Génesis somos formados de barro, y es una manera de comprender nuestra filiación y cariño entrañable a la madre tierra querida y habitada por Dios.
 
Nos referimos sólo a la Oroya como foco de explotación y contaminación; pero en el Perú existen más casos, citemos aquí las minas de oro en Yanacocha - Cajamarca y el proyecto Río Blanco en Majaz – Piura; las comunidades indígenas de la sierra y de la selva se han visto perjudicadas por exploraciones para extraer de la tierra minerales, hidrocarburos, causando conflictos entre los pobladores y el gobierno de turno; esto es lo que aconteció en Bagua, y ya a un año de los incidentes recordamos el lema: “La selva no se vende”, manifestación en contra de las inversiones privadas que atentan contra el derecho a la propiedad común que es la tierra para nuestros hermanos de la Amazonía ; realmente “el mundo es ancho y ajeno”; no hay espacio para todos de manera justa y equitativa.
 
El Perú es un país rico en minerales, empresas extranjeras los explotan y se los llevan dejándonos en la pobreza y con los pulmones llenos de desechos tóxicos. ¿De qué manera como cristianos podemos comprometernos en el problema? Estando al lado de quienes defienden la justicia a favor del pobre, que se funda en el respeto y el amor a la vida, en el diálogo, la concertación sin huir ni suavizar la crisis; miembros de la Iglesia han tomado una postura frente al tema, tal es el caso de Monseñor Pedro Barreto, Arzobispo de Huancayo, quien expresó su deseo de querer construir una Iglesia “defensora de la vida y del medio ambiente”; así como también el Obispo de Chulucanas, monseñor Daniel Turley.
 
Nuestro compromiso empieza por informarnos acerca de lo que realmente ocurre, saber quienes están involucrados y a quienes afecta el problema; escuchar a ambos lados para poder tomar una postura digna; es necesario también fomentar una cultura ambiental, y estar presentes como Iglesia haciendo que se escuche nuestra palabra en espacios públicos, de debate. En Junín, la Mesa de Diálogo Ambiental y el arzobispado de Huancayo han impulsado proyectos como “El Mantaro revive”, “Incidencia en políticas públicas y cultura de paz en la cuenca del Mantaro” y “Siembra Monte”, en miras a la protección del medio ambiente y el respeto de los derechos fundamentales.

Como cristianos, pastores o laicos no debemos cerrar los ojos ante la realidad, y ponernos al lado del que más sufre. Cada uno con su ser persona, vocación, preparación y oficio, profesión, está llamado a tomar partido por la defensa de la vida, a denunciar atropellos, irregularidades, injusticias, sin caer en el odio y la violencia portadora de rencor y venganza.
 
Finalmente diremos que como cristianos debemos “trabajar para que nuestra Iglesia siga siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de los más pobres, incluso hasta el martirio”.

Milagros Girón
Cristopher Codina


Ronal Mego

No hay comentarios:

Publicar un comentario