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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

jueves, 15 de julio de 2010

Método teológico mariano de formación misionera para laicos

“María, madre y maestra del discípulo amado”

1.- María, Madre que forma a sus hijos en la fragua de su amor:

Realizamos este trabajo centrándonos en la figura maternal de María, en lo que ella puede significar en la opción de vida laical, tomándola como modelo de testimonio, escuela de amor y servicio para el anuncio del reino de Dios. El misionero laico puede encontrar en el amor de Antonio María Claret a la Virgen un camino seguro de formación espiritual, un carisma particular de hacer misión.
 
“… ¡Oh Corazón de María, fragua e instrumento del amor, enciéndeme en el amor de Dios y del prójimo!" (AUT 447).
 
Antonio María Claret desde muy niño fue cultivando una intima relación con María; él experimentó la presencia de la virgen como Madre, Maestra y Formadora. La Virgen María era para él la estrella que guiaba su vida; ella lo protegía de tentaciones, peligros y enfermedades; Antonio se sentía escuchado por esta figura maternal y siempre quiso corresponder a ese amor no faltando con pecados veniales ni con mortales.

Claret se dejó modelar en la fragua del amor maternal de María; en su labor misionera fue su Madre y Maestra. María es la vía para llegar a Dios. Todo misionero de carisma claretiano tiene que dar testimonio de la caridad de Cristo y dejar huellas de amor de Dios por donde pase. Es así que debe configurarse con el Corazón Inmaculado de María y como buen discípulo amado formarse en la escuela de la Madre, hasta el punto de poder decir “ya no soy yo quien vive, sino, es Cristo quien vive en mí”.
 
María es considerada por Antonio María Claret, la primera discípula de Jesucristo y la que le imitó más de cerca. Por este motivo, ella puede decir, con mayor razón que San Pablo: "Sean imitadores míos" (1Cor 4,16).
 
2.- El Corazón Inmaculado de María:
 
“El Corazón de María fue templo del Espíritu Santo y más que templo, pues que de la preciosísima sangre salida de este inmaculado corazón formó el Espíritu Santo la humanidad santísima en las purísimas y virginales entrañas de María en el grande misterio de la encarnación”. (Claret)
 
Claret ve en el corazón de María el amor que ella sentía hacia Dios y a los hombres y también descubre todo el misterio de la Virgen: Sus relaciones con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, con los ángeles y con los hombres, todos sus dones de gracia, virtudes e intervenciones en la realización del plan de salvación. Ser devotos del Corazón de María es esencialmente amar lo que María amó: A Dios y a toda la humanidad.
 
El corazón es el símbolo real del ser de María, en donde se integran de manera unitaria y dinámica todas las dimensiones de su personalidad: somática, psíquica y espiritual. Es por ello que Claret al realizar estudios bíblicos relaciona la gran cantidad de significados que encuentra en la Biblia la palabra “corazón” y a la vez cómo se acentúan en ella el sentido de interioridad aplicándolo al Corazón de María.
 
Cristo formó su humanidad en el Corazón de María, un corazón materno fundamentado en el amor que se caracteriza por su interioridad que es habitada por Dios.
 
María a través de su corazón le enseña a Antonio a entregar su vida a Dios y la humanidad como misionero apostólico de una manera maternal: tierna, compasiva, misericordiosa, caritativa, llena de amor.
 
3.- El misionero según el corazón de María:
 
“Amor ardiente y abrasador del apóstol que se ha encendido en la fragua de su Corazón Materno” (cf. AUT 447)
 
El símbolo del Corazón hoy en día es significativo ya que nos habla de la centralidad de los afectos, de la persona en sí y su profundidad, de allí brotan los deseos, sentimientos, acciones. La misión en estos tiempos debe estar fundada en la disponibilidad de decirle a Dios como María “hágase Señor, tu voluntad en mí” y qué mejor que entrar en el Corazón de la Madre para responder a la sociedad de hoy carente de un amor maduro, insatisfecha, vacía.
 
En la base de la vocación misionera del laico claretiano debe estar el Amor, es su raíz, su base, su centro. Claret en un escrito nos da la definición del misionero que en el fondo es el retrato del Corazón de María y nos invita a orarlo, a vivirlo:
 
Un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar y sufrir, y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas". (AUT. 494)
El hijo formado en la Escuela de María reproduce los rasgos maternos: Fe, ternura, misericordia, fortaleza, lucha, sacrificio, humildad, mansedumbre, caridad, celo apostólico etc. El amor de María es la mejor fragua que forja hijos para los demás, para el Reino.
 
Aprender del Corazón de María significa dejarse amar para amar como lo hace una Madre, no es un amor momentáneo, sentimentalista, sino es un compromiso para toda la vida. Es así que el laico misionero tomando partida de su propia experiencia vivida con María podrá preguntarse: ¿Qué significa María en mi vida? ¿Cómo se puedo ser un verdadero hijo suyo? ¿Es ella la luz que guía el camino que sigo? Comprender y responder estas interrogantes permite a la persona tener un cambio y sentir la propia vida como una misión que comprende todo el ser como testimonio creíble del anuncio del reino de Dios.

Por ello al descubrir y contemplar a la Madre en su Corazón se va tomando conciencia del ser de hijos, enviados y colaboradores con una misión apostólica itinerante, incansable, especialmente entre los más pobres y necesitados.

Milagros Girón
Cristofer Codina
Ronal Mego

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