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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

miércoles, 14 de julio de 2010

MÉTODO DOMINICANO

1. Introducción: El fundador

El pueblo religioso en el Perú tiene devoción hacia muchos santos. Particularmente en Lima, los fervores se centran en Fray Martín de Porres (el santo de la escoba), San Juan Macías (y su silla milagrosa) y, sobretodo, de Santa Rosa (y su pozo de los deseos); sin embargo, solos pocos de sus devotos saben que son pertenecen a la Orden de Predicadores o, simplemente, dominicos. Ahora, ¿Qué sabemos de esta Orden?, ¿Quién fue su fundador? Porque si bien siguen a Jesús, lo hacen en un carisma particular. Y en este caso, es el de Santo Domingo de Guzmán.

Santo Domingo fue un santo español que -como dice Fr. Emilio Diez Ordoñez- vivió “con gran espíritu de compasión y misericordia hacia los demás”, a finales del siglo XII e inicios del XIII. El Beato Jordán de Sajonia, su sucesor, escribió que “…la alegría brillaba siempre en su rostro, la luz de su semblante atraía fácilmente a todos, donde quiera que se hallaba siempre tenia palabras de edificación y abundaba en ejemplos…”. Sería también llamado “Varón evangélico”.

No obstante, esta descripción es muy general. Lo que diferencia a una Orden o congregación es el carisma –forma de vivir el Evangelio– de su fundador, y el de Santo Domingo fue la Predicación. Teniendo ello como referencia, hemos analizado la vida de este Santo, proponiendo su método que, a nuestro punto de vista, fue su propia vida, de ahí que contrastemos su vida y la de la Orden con esta metodología. Este peregrinar en la Tierra es una viva Teología, que se resume en: “Contemplar y dar lo contemplado” (Contemplata allis tradere).

2. “Contemplar y dar lo contemplado”

2.1. Ver los signos de los tiempos

Contemplar no es solo “ver”, sino ver que hay detrás de todo ello. Y para eso nos ayudamos de la oración y el estudio. La predicación de la Palabra, carisma de los dominicos, es la continuación de lo que su padre Santo Domingo quiso: “La salvación de las almas”, para eso nació la Orden. La historia nos cuenta que Santo Domingo era canónigo regular y que era caritativo, amable y misericordioso en el Cabildo de Osma (España) en el que se encontraba. Pero cuando acompaña a Diego de Acevedo hacia Dinamarca, se da cuenta de la triste realidad en la que viven los pueblos europeos, y especialmente Francia.

Revisando brevemente el panorama europeo occidental en el siglo XII, encontramos una época medieval cristocéntrica, “la religión católica es la voz”, pero también “se está cayendo” -como le diría Dios a Francisco de Asís- y “necesita quien la repare”. Esto es consecuencia de que la Iglesia estaba más interesada en recuperar los territorios de Tierra (e indirectamente, extender nuevamente el Imperio occidental que se encontraba en ruina) que evangelizar a los pueblos que recibía cada vez más a “nuevos turistas” de todas partes de Europa, desarrollándose un intercambio cultural que generaba dudas y falta de firmeza en la Fe, por las herejías -cátaros, albigenses, cumanos- y una nueva religión que se asentó: el Islamismo-; a este problema se suma la baja preparación de los clérigos y la presencia de un Clero adinerado.

Ante todo ello, Santo Domingo fue un hombre de su tiempo, porque supo vislumbrar sus signos. Conocedor de estos, siente que Jesús lo llama a predicar, es la experiencia de Fe que lo cambió para siempre. He aquí que nace la primera parte de nuestro método, el “contemplar”. Y primero, viendo los signos de los tiempos, enterarse de la situación, ser observadores de la realidad (por más insignificante que parezca), porque en ella están nuestros hermanos. Y esta realidad está plasmada en lo que se informe, por eso “el dominico debe tener de un lado la Biblia y de la otra el periódico”.

2.2. Hablar con Dios

Los contemporáneos de Santo Domingo nos cuentan que durante el día era alegre y animoso, “Jesús se le caía por la boca”, pero por las noches se entristecía y oraba a Jesús por todos los hombres. Se cuenta que tuvo nueve formas de orar, entre las que podemos resaltar tres: Se abrazaba a la cruz, se tendía en el suelo como signo de sumisión total y rezaba con los salmos o algún libro de estudio. Santo Domingo oraba la realidad, hablaba con Dios de lo que pasaba en el mundo, de él obtendría las fuerzas para anunciarlo en un mundo de caos. Hoy, la oración ha perdido un poco del “santo temor de Dios”, pero esto no significa que nuestra oración deba ser sufriente y acongojada. La forma más sencilla de definir a la oración es, simplemente, “hablar con Dios”.

Pero no solo él ora, invita a sus hermanos a orar y, especialmente a las monjas del convento de San Sixto (1206), fundado mucho antes que el convento de varones (1216), para que recen por los frailes, pues sabía muy bien que a sus hermanos atareados les faltaría tiempo para hablar con Dios. ¡Abramos el corazón! Y no solo hablemos con Dios de nosotros, sino de todo próximo.

2.3. Formación – preparación

Ahora, hacer referencia de un dominico es hablar de un “estudioso”, pues se le caracteriza por ello. Santo Domingo sabía muy bien que su misión era la de evangelizar, pero una buena evangelización sería posibilitada por una preparación en el estudio y una formación adecuada, por eso funda universidades y conventos gracias a muchos colaboradores. Ejemplo cercano de ello es la fundación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, cuando los primeros frailes llegan al Perú (1535).

Esta preparación, tiene un doble sentido: Personal y comunitaria. El estudio no solo significa aprender de memoria la Biblia u otros libros, ni realizar las más brillantes investigaciones. El estudio también es un espacio para encontrarnos con Dios, Él también nos acompaña en la lectura. Estudiar es confrontar lo que hemos visto con lo que dicen las ciencias, sobretodo las ciencias sociales; ellas han sido las bases para que numerosos misioneros dominicos de España presenten estudios antropológicos, por ejemplo, de la selva peruana. Y no todo es estudio, es también formación personal, ayudados de la Psicología y la Sociología, por ejemplo; esto ayuda a que también mejoren las relaciones interpersonales y saber cómo evangelizar, sin dañar las formas de pensar.

2.4. Dar lo contemplado

Sin embargo, lo que no aprende no debe quedar para sí, hay que compartirlo. Desde aquí ya nace el “Dar lo contemplado”, primero desde la misma comunidad. Los dominicos se reúnen días antes para compartir el evangelio del domingo que se acerca; los hermanos exponen sus apreciaciones, que serán los lineamientos para la predicación dominical.

“Hablar de Dios” no solo es decir cosas referentes de Él, sino, ante todo, dar testimonio de ser un Evangelio vivo. Eso es predicar.

En su tiempo, Santo Domingo era testimonio de lo que decía (coherencia de vida), también usaba la voz sin micrófono y llevaba siempre el Evangelio según San Mateo y las Cartas de Pablo, la imprenta no estaba aún inventada. Los libros se escribían en pieles de animales muertos, y eran caras, será por ello que no dejó escritos. Más tarde, con el invento de Gutenberg, saldrían las primeras publicaciones teológicas, como la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.

Hoy, la predicación dominicana no solo le limita a una homilía de media hora en las misas. Con el desarrollo de la tecnología, se predica usando los medios de comunicación (revista, radio, internet, etc.), pues el mundo sigue necesitando de la “salvación de las almas”, y aparecerán nuevas formas de propagar la Palabra de Dios. Pero no debe faltar el testimonio, ser experiencia viva de que Cristo ha transformado algo en nosotros.

3. Conclusiones

La Teología de Domingo nace de una experiencia que lo transformó: La necesidad de predicar al mundo la Palabra de Dios, en un contexto desolador y angustiante.

La vida de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores es todo un método de hacer Teología: “Contemplar y dar lo contemplado”, resume los cuatro pasos de esta metodología: 1) Ver los signos de los tiempos, 2) Hablar con Dios, 3) Preparación y formación y 4) Hablar de Dios, la Predicación a través del testimonio y la Evangelización.
 Chiquinta Vilchez, Joel

Martínez Hernández, Martín
Postigo Alemán, Marco

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