¡Bienvenid@s a tod@s!

Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

Te agradeceríamos tus comentarios y opiniones

En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

“No tengáis miedo, al contrario den culto al Señor en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza”[1] (1P. 3,14-15)

Uno de los grandes desafíos del cristiano de hoy es dar razón de la fe en quien se cree. La exhortación que hace Pedro a las comunidades cristianas de su época es tan actual como si nos los dijera hoy a cada uno de nosotros. Vivimos en un mundo donde el capitalismo, el pensamiento liberal desafían nuestra fe y nos exigen  dar razón de ella. Los cristianos no podemos dar marcha a tras tenemos que saber en quien creemos y para qué creemos. Y más aun cuando testimoniamos a Cristo en lugares hostiles al cristianismo, donde tenemos que convivir con personas que no creen en Él. Por tal motivo, nos queremos dirigir a los cristianos repartido en pequeñas  comunidades en Arabia Saudita; muchas de las veces perseguidos y discriminados por causa del evangelio.

Pedro escribe su primera carta en un contexto de persecución a los cristianos, donde los gentiles ignoraban y cuestionaban todo tipo de esperanza cristina. “El sufrimiento en razón de la fe que profesaban ha sido un de los temas importantes en la iglesia perseguida y primitiva, es decir sufrir por hacer el bien les asemejará a Jesucristo. En el Nuevo Testamento, la comunidad para la cual esta carta está dirigida, por una parte, estaba experimentando una doble marginación, el ostracismo y la incomprensión de un ambiente hostil. Y por otra,  el aislamiento a que les conducía su mismo estilo de vida cristiana, incompatible con el modo de vivir pagano” (Nuevo comentario bíblico San Gerónimo. 1971: 53)

Aunque no existía persecución en el ámbito estatal, la hostilidad y agresividad de paganos hizo que los cristianos vivieran atemorizados, les apartaba de costumbre y practicas paganas, que les hacia parecer gente rara a los ojos de sus conciudadanos paganos. Es así que, “la carta pues tiene la meta de animar y recurrir al valor positivo de compartir la pasión de Cristo mediante la persecución y también el hacer hincapié en la dignidad de la vocación cristina” (Nuevo comentario bíblico San Gerónimo.1971: 54)

Por otro lado, “El apóstol Pedro amonesta que debemos estar preparados a contestar a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza” (Biblia comentada por los padres de la iglesia, Nuevo Testamento II. Pág. 154) Sin duda, la razón de nuestra esperanza es Cristo mismo, es él el punto central de nuestra fe para ello, “es necesario que estemos bien preparados en relación al conocimiento de la fe, para que en toda ocasión, sí se nos pregunta por algo sobre ella podamos responder fácilmente y mostrar en nuestra respuesta la bondad y temor de Dios” (Biblia comentada por los padres de la iglesia, Nuevo Testamento II. Pág.153)

En este sentido, la situación vivida por los cristianos de aquella época refleja la situación en algunos países árabes donde la minoría de cristianos viven atemorizados y sufren cuestionamientos en sus creencias aunque no hay una persecución por parte de los estados, pero no cabe duda que ellos no tienen el derecho como tal, no se les permite celebrar los día domingos, ni las estaciones litúrgicas como la Navidad.

La carta de Pedro es una epístola exhortativa.  Pedro está escribiendo a las comunidades pobres y aisladas que habitan en la diáspora del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Son comunidades pagano – cristinas que viven en Asia Menor y que están sufriendo por su fe. Pedro que vive en Roma escribe esta carta a esta gente para exhortarlos, consolarlos y fortalecerlos en la vida nueva que han recibido.

Esta carta fue escrita por Pedro que es apóstol de Jesucristo y testigo de los sufrimientos de Cristo. “Pedro escribe esta carta con la ayuda de Silvano que era compañero de San Pablo. Esta carta es una homilía o sermón que Pedro esta enviando a los menores cristianos que están sufriendo por su fe. Pedro relaciona sus pensamientos con Isaías (Is.8, 13) “a Yavé Dios de los ejércitos, a él santificar”. En su época  Isaías decía a su pueblo  que no temiesen a los ejércitos invasores de Asiria, sino que reverenciasen a Dios. (Comentario Bíblico, San Gerónimo. 1971: 273-275)

Pedro nos quiere decir que el cristiano debe estar en condiciones de formular su fe en propuestas elementales, para que cuando se le pregunte acerca de su fe, sea capaz de hablar de su creencia cristiana. Debe estar en condiciones de llevar a otros a Cristo y de rechazar las acusaciones de los incrédulos.

Es así que, “cada uno tiene que presentar un testimonio verbal claro del evangelio, sin disminuir ni contradecir su mensaje. Aun en medio de la oposición, en tribunales, ante autoridades, tanto religiosas y civiles, reconociendo a Cristo como Señor absoluto; primeramente en nuestros corazones y en toda la creación. Nuestras respuestas deben ser bien pensadas y guidas por el espíritu de Dios harán un buen efecto en los que nos escuchan atentamente. Por lo tanto, tenemos que prepáranos  constantemente en el conocimiento bíblico y reconocer que sólo Cristo el Señor nos libra de todos los temores y condenaciones de este mundo (Comentario Bíblico, San Gerónimo. 1971: 283)

Siempre existen tensiones con otras religiones y a veces mucha agresividad por parte de los seguidores del profeta Mahoma, contra los seguidores de Cristo. La iglesia católica asido la protagonista en el proceso del ecumenismo entre religiones grandes del mundo, pero no asido recíproco el proceso en muchos países cuya religión es musulmana, esto no es único caso; habido casos más en países de otras  creencias. Hablamos basándonos en esencialmente en un miembro de nuestra familia comboniana que asido elegido obispo de toda la región de Kuwait y Arabia Saudita. Actualmente tiene pequeñas comunidades pequeñas de cristianos y como es suponer ellos viven la experiencias de las comunidades explicadas en la primera carta de Pedro.

Esto exige que los cristianos nos preguntemos si verdaderamente estamos construyendo la unión entre nosotros, que revisemos si estamos siendo coherentes en  lo que decimos con lo que hacemos. Tenemos que trabajar por tener una vida de fe profunda en Cristo, con oración constante y la capacidad de leer la realidad con los ojos de Dios. Tenemos que preguntarnos cómo nos estamos preparando para dar testimonio de Cristo. Tenemos que tener la capacidad y el coraje de ir más allá de nuestros prejuicios con nuestra imagen y nuestros frutos. Seamos  pues conocidos por nuestros frutos (Mt.7, 1 sets.) más no por nuestro protagonismo que muchas de las veces opaca las relaciones y la cercanía con Cristo y con las otras culturas. Tenemos que tener un espíritu ecuménico sin perder nuestra identidad de Cristiano, libre y capaz de poner a Cristo en el centro de todo y estar dispuesto a dejar a Dios que escriba su historia en cada uno de nosotros.

Grupo: África o muerte

Prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

         El prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

 “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios. y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios” Jn 1,1-2

2.- Contexto:

         El prólogo de San Juan pertenece a la  parte introductoria de la obra del evangelista Juan. Por eso, el contexto del prólogo es la misma que pertenece al evangelio de San Juan.

         El evangelio de San Juan fue escrito posiblemente después del año 80 d.c. y finales del primer siglo. Dentro del evangelio de San Juan se relatan polémicas, rupturas, conflictos que, siguiendo la línea de los que conocieron a Jesús, marcaron la primitiva Iglesia, especialmente a la del ambiente de Juan. Parte de este ambiente de Juan era también los conflictos con los discípulos de Juan el Bautista, con los judíos (su distancia de ellos). La polémica de la ofensiva gnóstica amenazaba a la comunidad con serias dificultades sobre las doctrinas cristianas. Así mismo estaban presentes las persecuciones por el nombre de Jesús, por parte del imperio romano.

El desarrollo literario del evangelio de San Juan está dentro de la tradición joánica, que le da autoridad  y su particularidad. Su edición final del evangelio de San Juan  es obra de un discípulo del discípulo amado del Señor (San Juan).

El ambiente sociológico, a la pertenece el evangelio de San Juan, es la de los discípulos que predicaban en las comunidades relacionadas con el testimonio del discípulo Juan. Por eso constatamos  que este evangelio habría conocido una larga formación en los ambientes judío-helenistas o helenizados, imbuidos en las en diversas especulaciones.

El prologo de Juan era utilizado en los ambientes cúlticos (litúrgicos) de las primeras comunidades cristianas joánicos.

El prólogo del evangelio puede llamarse también síntesis introductoria o profesión de fe de la comunidad de Juan, que 1, 14-16 (nosotros), habla de su experiencia cristiana, fruto de la actividad  de Jesús.

3.- Género:

         El prólogo de San Juan corresponde al genero “himno”.


4.- Fuentes:

         El prólogo de San Juan en su composición hace ver que el autor ha hecho referencias a otras fuentes, entre las que se destaca lo siguiente: el libro de Génesis, Salmos, Proverbios, Sabiduría y Eclesiastés. Como es de notar, el prólogo sigue un esquema  de Gn 1,1-32, donde aparece Dios que crea el  mundo por su Palabra, como en el  Salm 33, 6-9. Y hace referencia directa, a que en el antiguo testamento, la palabra de Dios existía en Dios, como en las siguientes referencias de Prov. 8,22; Sab. 7, 22; Eclo 24.



5.- Teología bíblica

El autor del evangelio puso este himno al Logos (el verbo, la palabra) como obertura de su obra, autoriza la osadía. El prólogo es una cima desde la que es posible discernir  el conjunto del evangelio. Y resume la visión global de Juan sobre misterio de la venida de Cristo. Los temas que ahí se presentan recorren todo el evangelio. (p.17C. B)

No es posible establecer quien compuso ese himno, aunque el autor fue sin duda un cristiano dotado de don profético. Mayor importancia podría tener el conocimiento de que la comunidad  y su liturgia son el verdadero sitz im leben o marco vital del himno.

Así pues, el enfrentamiento con diversos círculos hacía necesarias las delimitaciones. En líneas generales esas delimitaciones de dieron en un triple dirección.

a.- contra la gnosis

b.- contra una sobre estimación de Juan Bautista por parte de sus seguidores.

c.- Finalmente, contra el judaísmo coetáneo y, por ende contra Moisés…el evangelio nos desvela, de manera inconfundible, que el Logos hecho carne, al que el prólogo exalta, no es otro que el Jesús de Nazaret crucificado y resucitado.”(p. 78 – 79)



En el campo griego el vocablo logos, llegó a adquirir una significación tan amplia y variada, que se trocó en un concepto que casi podía calificarse simbólicamente como compendio de la interpretación griega del mundo y la existencia. Sus significados son: reunir, leer, contar número, narración, discurso, tema expresado, historia, fundamento, explicación, sentido, orden,  medida, la capacidad mental, la razón, la idea. Como tal llega a convertirse en un concepto central dentro de la filosofía griega; concepto que vincula el pensamiento y el ser. Entre los estoicos el logos se convierte en una ley universal que todo lo gobierna y lo domina, en la razón universal, a la que en ocasiones se la hipostasia haciendo de ella una divinidad.



De otra índole aunque no menos importante es la tradición veterotestamentaria y judía. El hebreo DABAR equivale a palabra, pero también  el tema y contenido del discurso. Hay que  decir que con la concepción veterotestamentaria de la palabra se abre un paso un desarrollo que, sobre pasando el primitivo pensamiento judío y el judío – helenístico pudo llevar a la afirmación encarnacionista. Si la palabra de Yahvé, se concreta y realiza en unos acontecimientos históricos también cabe pensar su concreción histórica en un hombre determinado.

Hay que mencionar la sabiduría de Jesús Sirá (Eclo 24,1-22). Ahí se dice refiriéndose a la sabiduría que broto de la boca del altísimo y que cubrió la tierra con una niebla.

Así pues, en el evangelio de San Juan tenemos un himno a Cristo, al que más tarde se añadieron algunas apostillas que enlazan el himno con el evangelio. Por lo que respecta al himno, en su peculiar género histórico, está en narrar la acción salvífica de Dios en una forma más o menos compendiada y completa, expresando a través de la misma la alabanza, el júbilo y la acción de gracias al Dios salvador y clemente. Los elementos reflexivos son, por lo general, extraños al himno; la polémica  entra de ordinario en su estilo. Ni su propósito aseverativo está determinado por intereses de índole especulativa. El himno echa  una mirada retrospectiva al acontecimiento salvífico que ya se ha cumplido. No pretende por tanto proporcionar un esquema al andamiaje de una cristología especulativa. Himno y sistema teológico constituyen dos dimensiones diferentes. Y todo ello ha de tener presente en cuenta a la hora de interpretar el prologo joánico.



La cristología neotestamentaria recoge después de los acontecimientos pascuales la afirmación de la preexistencia como para calificar como acontecimientos salvífico y escatológico la venida de Jesús, su muerte y su resurrección. En Jesús se ha realizado la salvación final, en el  se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía. A ello se añade como propósito ulterior, el de presentar el acontecimiento cristológico como una “acción salvífica divina”, que en definitiva no se puede explicarse por una causalidad intramundana, sino más bien tiene su origen, sus raíces y sus sentido en el mismo Dios. Y finalmente con ello se expresa también, y de manera especial en Juan, la idea de revelación asegurándole en su obligatoriedad teológica. Es importante  que la afirmación de la preexistencia no pueda considerarse como un elemento particular  y aislado de una especulación teológica, sino que es necesario verlo siempre en su contexto concreto del acontecer salvífico y respectivamente la idea de revelación



La idea de preexistencia se forja en el judaísmo temprano con diversas tradiciones, especialmente con la sapiencial y la apocalíptica. Con el giro “al principio ya existía la palabra” se alude claramente a Gn1, 1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra” sobre todo cuando la idea de creación se recoge después de forma explicita. Pero mientras en el relato genesiaco la afirmación pasa inmediatamente a la acción de Dios que sostiene al mundo y la historia, aquí es un inciso intermedio.



En Gn1,1 al principio significa sin duda alguna al comienzo del tiempo del mundo y de la historia mas allá del cual no se puede seguir preguntando; en cambio el “al principio” de Jn 1,1  habla del comienzo pre-mundano, es decir del comienzo absoluto y primerísimo en Dios y junto a Dios. No se trata aquí del primer acto de Dios en la creación sino del comienzo” infinitamente distinto por naturaleza, que ya no entra en la capacidad representativa y conceptual  de pensamiento humano, porque yace en las profundidades mismas de la divinidad. Así pues,  cuando se plantea la cuestión del último “de donde” de Jesucristo, y por ende la del último también “de donde “del hombre, lo que con tal pregunta se proclama  es la radical indisponibilidad del comienzo. De otro modo ya no se trataría del comienzo divino, sino del comienzo pensado y establecido por el hombre, con lo que comporta de capricho y arbitrariedad.



Aquí se trata ciertamente del comienzo al que nunca se escapa y al que jamás  se puede llegar cf. Salm 139, para evitar cualquiera mala interpretación: es el principio que solo se ha revelado en Jesucristo y desde que me llega de un modo radical. El himno habla pues del origen de la revelación y solo en segundo término del origen de la creación, en un orden que marca la importancia y categoría.

Únicamente Dios es el lugar y sede de la palabra, y la palabra divina está vuelta a Dios. De tal manera que en cuanta palabra esencial completa e interna de Dios, la palabra es a su vez de naturaleza divina. No se puede pasar por alto que el versículo 1 representa una concepción de la divinidad esencial de la palabra. Al insertar el versículo 2 a modo de comentario, “esta estaba al principio en Dios”, el evangelista  ha querido refrendar la divinidad de la Palabra y con ello el puro origen divino del revelación contra cualquier tentativa por establecer un transito directo y fluyente, como ocurre  en los modelos emanacionistas gnósticos  y más tarde también en los neo platónicos. En concreto el versículo 2 iba a desarrollar un papel importante en la lucha contra los errores cristológicos de época posterior.

6.- Actualización / interpretación

El autor del cuarto evangelio nos introduce en su lectura con un “prólogo”. Utilizando el género literario himno extraído y reformulado a partir  del Gn 1,1 del relato de la creación, presenta el misterio de la venida de Cristo. Misterio porque ni el evangelista estuvo presenciando tal acontecimiento, pero nosotros creyentes por medio de la revelación de la acción salvífica (de salvación) por parte de Dios afirmamos la preexistencia de ese “logos, Palabra, Verbo” mucho antes del origen de la humanidad.

Puesta en analogía con Gn 1,1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra”, de forma explicita se alude a la creación, comienzo del mundo y de la historia. Mientras,  Jn 1,1 habla del comienzo (principio) antes del mundo, en Dios y junto a Dios, ya no cabe la capacidad de representación del pensar humano. Es imposible penetrar con la sola especulación, pues correría el riesgo  de ser “manipulado”  y estableciendo así el “comienzo pensado y establecido por el hombre”

Entonces la preexistencia del Logos, Palabra, Verbo no puede considerarse así sin más, sino en la intencionalidad de tal acontecimiento: manifestar el acontecer salvífico traído por Él. E incluso en el lenguaje  logos expresa lo singular y complejo de una palabra griega, pero se afirma  que se forja en el judaísmo con el hebreo “Dabar”. Si esta palabra fue acogida, en un determinado tiempo y espacio de la historia es posible pensar su “concreción histórica en un hombre determinado”

Pero surgen corrientes contrarias con el pensar de la iglesia primitiva, con fuerte arraigo en algunas escuelas filosóficas.



Pero al mismo tiempo, el autor del cuarto evangelio en el prólogo, principalmente en los versos primero y segundo del capítulo primero, revela con claridad la preexistencia de la Palabra de Dios.  Pero ¿Quién es la Palabra de Dios? La Palabra de Dios es Jesús de Nazaret, él es el Verbo, la Palabra, el “logos”, revelado y revelador de Dios Padre, que “existía” en el principio, que “estaba con” Dios, y que “era” Dios. Por ende, esta palabra debe ser oída y acogida por los discípulos, por los seguidores, por los buscadores de la verdad, de la vida, de la luz, del bien y la justicia. La escucha y la acogida a Jesús, en la vida íntima personal y comunitaria, es la escucha y la acogida a la Palabra de Dios. Esto supone búsqueda, disposición y apertura del hombre a la bondad de Dios manifestada en el Verbo encarnado, Jesucristo.

La palabra de Dios nos revela ente todo a Jesús. Jesús es el contenido de esta revelación. Es a la vez el Revelador y el Revelado, y no un mero maestro o revelador de un catálogo de verdades, principios y doctrinas. La revelación que Jesús hace de Dios la realiza no sólo con sus palabras, sino sobre todo con su vida y con su persona. Jesús encarna y vive la Palabra de Dios al mismo tiempo que la anuncia, la comunica y la transmite. Él mismo es la Palabra de Dios, existente antes de la creación. Por eso los que han convivido con Jesús pueden decir no sólo que han escuchado de sus labios la Palabra de Dios, la palabra de vida, sino que esta palabra ha podido ser objeto de contemplación visual, y alcanzable hasta por el tacto (1 Jn 1,1-2).



Afirmar que “Jesucristo es la Palabra de Dios, el Hijo de Dios” nos debe ayuda a valorar y respetar la creación entera, a ser agradecido con Dios por la fe donada, la Redención y la Salvación, a vivir con gozo la vida que Dios nos concede por el Hijo, a despojarnos de nosotros mismos para dar vida a los sin vida como lo hizo el Verbo de Dios. Por otro lado, el sentido de vida y de existencia hoy, es mucho más importantes entre los jóvenes, que están en búsqueda de conocer a Jesucristo desde los orígenes, y que desde el prologo de Juan, se puede ver una luz. Pues, todo tuvo un comienzo, también la creación por medio de la Palabra: “en el principio existía la Palabra  y estaba con Dios”. El reconocimiento de nuestros orígenes (raíces), nos dan el punto de referencia y de llegada, la cual es la realización del sentido.

Por que, la realización de la salvación venida de Jesucristo está marcada de un acontecimiento escatológico.  En Jesús,  la Palabra junto a Dios, se ha realizado la salvación final y definitiva de toda la humanidad, en el se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía, “en el principio existía la Palabra” Jn 1,1.  La salvación realizada a favor de la humanidad tiene sus orígenes, sus raíces, y su pleno sentido en el mismo Dios (y la Palabra era Dios). Así pues, el prólogo nos habla de alguien, en los orígenes de la creación   de condición divina, que está desde el comienzo, y tiene referencias divinas; la Palabra, Jesucristo.

Grupo:   Anónimo (3 B)


“Que fluya sí el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 24)

Análisis sincrónico:

La situación que se vive durante el siglo VIII a.C. es fundamental para comprender el Mensaje de Amós, el nabí. Durante su misión profética es necesario tener presente lo que significó el Reino de Jeroboam II, hijo de Joás y sus 41 años de reinado. En lo que respecta a la situación política vivida durante este tiempo es relativamente  estable, teniendo como hito de su reinado el restablecimiento de las fronteras permitiendo el comercio “internacional”, en especial con Asiria, Arabia y Fenicia.

A nivel religioso existían varios santuarios en ambos Reinos, Judá e Israel, uno de especial consideración es el de Betel, aunque existían muchos otros como el de Dan hacia el norte. Junto al comercio establecido con las potencias de esa época, principalmente Asiria, llegaron también gente nueva con culto diferente al monoteísta naciente (aún se da una monolatría mas no un monoteísmo en esta época). De la misma manera, cuando se refiere a los grandes santuarios, lugares de culto de la época como lugares privilegiados lo hace para recordar que es en aquellos lugres sagrados donde se ve la mayor infidelidad, donde se van distanciando cada vez más del verdadero proyecto de Dios: justicia y paz.

Junto al proceso económico que mostraba un avance para el pueblo existía una situación de pobreza y explotación patentada por la autoridad política y religiosa. Mientras que el Rey había sido colocado para el servicio del Pueblo y entre sus obligaciones se hallaba el leer la Ley para no olvidarla (cf. Dt 17,14-20) éste se había olvidado de la Alianza, esto es del pueblo que Dios amaba[1]. Situación similar se vivía en el sacerdocio que validaba el statu quo, singular escena es la que experimenta Amós con Amasías donde entra en conflicto con el sacerdote del templo que avala el régimen del Rey (Cf. Am 7, 10-17).

A nivel social, se vive una total desigualdad, que quedaba patentada por la experiencia religiosa vacía de justicia. De ahí la prédica tan dura del ’îš ’elohîm (hombre de Dios) que busca regresar a YHWH, a la Alianza, a la justicia y al derecho.

El autor emplea un lenguaje rico en símbolos principalmente en sus visiones: las langotas (Am 7,1-3), la del fuego (Am 7,4-6), la plomada (Am 7,7-9) y la de la canasta de fruta madura (Am 8,1-3) y con expresiones que poseen una dureza tal mostrando un carácter apasionado y crítico.
 

Análisis diacrónico:


Crítica de las tradiciones

La experiencia profética de Amós es original en tanto que es el primer profeta escritor; la corriente profética está asociada íntimamente con la redacción deuteronomista que da origen al Deuteronomio y la obra histórica deuteronomista[2].



La obra se encuentra situada en un momento de bonanza económica para algunos y de mucha precariedad para otros. A pesar de todo, Israel puede “sentirse” nuevamente bendecido por Dios ya que ha recuperado la estabilidad y la prosperidad. No obstante, el profeta se ve afectado por otra realidad no tan “bendecida”, constata como en medio de esta aparente prosperidad hay personas, hermanos, que sufren pobreza, miseria, explotación, denigración.



Esta situación lleva al profeta a manifestarse, a intentar llamar la atención a los responsables de esta situación.  También lo lleva a intentar entregar un mensaje de esperanza al pueblo que sufre, recordándoles que a pesar de sus pecados e infidelidades (que también los tienen) el Señor recuerda su Alianza con ellos y la renueva constantemente.



La predicación de Amós, se centra principalmente en el versículo que ahora tratamos; la manera de vivir en paz es dejando que la justicia y el derecho fluyan como agua (símbolo de vida, de novedad, de promesa) y que este fluir sea para siempre, sea para todos.



Crítica de la redacción (géneros literarios)

El texto que hemos tomado por referencia pertenece al género profético en general, aunque en la obra d Amós podemos encontrar los llamados subgéneros como visiones, acusaciones, ayes, exhortaciones y doxologías[3].



Análisis hermenéutico:



Interpretación:

La Predicación de Amós tiene tres destinatarios: el pueblo de la Alianza, la clase sacerdotal y los dirigentes sociales, el mensaje para los tres grupos es el mismo: “Busquen a YHWH y vivirán” (Am 5,4-6).



A los dirigentes les hará recordar que los palacios son anda, que las edificaciones que poseen se perderán (Cf. 3,11), lo mismo sus casas de verano y de invierno (Cf. 3,15). Amasías, sacerdote, le dice a Amós que se vaya de Betel porque es casa del Rey          (Cf. 7, 10-14) sin embargo, Betel es Casa de Dios y lugar para su encuentro, que los holocaustos y ofrendas son nada sino están acompañados de la justicia y el derecho (Cf. 5, 20ss). Al pueblo entero le recuerda que Dios recuerda su Alianza, esto es que fluya el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne (Am 5,24). Buscar a YHWH se resume en una experiencia concreta: la justicia.

Culto y justicia, fe y sociedad son dos binomios que expresan la total adhesión a YHWH. Tanto así que el culto y fe se ven verificadas por la justicia en los niveles sociales en los que nos desenvolvemos. No puede haber culto y fe sin una coherencia respectiva  con lo que a cada uno le corresponde, en este caso por ser Pueblo elegido de Dios, que exige tanto de pueblo como de dirigentes (incluidos sacerdotes), regresar a la Alianza que Dios ha establecido y no falsificar la fe de ningún modo, mucho menos con un culto vacío que se cumple con suma diligencia pero que olvida la dignidad.



Actualización:          



Lo que nos manifiesta Amós en este texto, tiene mucha relación con lo que actualmente se vive en muchos lugares cercanos a nosotros tanto a nivel político como religioso. Tenemos ejemplos de cómo la vida de fe, el culto, la religión están largamente separados de la vida misma, de la práctica de valores, de la búsqueda de la justicia y avalados por el silencio de algunos sectores cristianos.



Sentimos que la realidad de pobreza es patente en nuestro país, y la realidad de injusticia donde unos tienen mucho y otros tienen poco la vemos de manera constante y dolorosa.



¿Cómo hablar de culto verdadero a Dios, de amor y cuidado a la Alianza cuando tenemos alrededor hermanos y hermanas que no tienen lo mínimo y elemental para sobrevivir, hermanos y hermanas que sufren y que nos pasan muchas veces desapercibidos? ¿Cómo dar culto a Dios y hablar de fidelidad a su Reino cuando muchos de nuestros hermanos son despojados de su dignidad como persona, desconocidos sus derechos fundamentales?



La llamada que realiza Amós en su época, a su pueblo, a sus dirigentes es una llamada que aún se hace hoy en nuestra sociedad: es una llamada a luchar por la justicia (la tan proclamada justicia social) donde cada uno tenga lo que necesita para vivir dignamente, donde no se explote ni domine a nadie por medio de estructuras perfectamente armadas, donde todos se sientan parte de una misma sociedad sin distingos ni prejuicios.



La llamada a no quedarnos en el culto vacío y sin sentido sigue haciéndose presente hoy entre nosotros, la religión no puede reducirse a la celebración en el templo sino que ha de salir al encuentro del hermano, de la hermana; sobre todo de aquellos preferidos de Dios por su fragilidad y debilidad. Y en lo que respecta a la relación fe y justicia aplicar la “ley del embudo” que por lo ancho pasa los apoyos a mineras, a consorcios, a transnacionales pero que por lo angosto pasan los derechos humanos, la justicia social,  el derecho a la crítica.

Es responsabilidad nuestra, como creyentes, que nuestro culto no sea motivo de condena sino evidencia de la verdadera Alianza de Dios con su pueblo, nuestro pueblo hoy. Es tarea nuestra que por la práctica del derecho y la justicia, fluya entre nosotros la vida y la paz.

GRUPO: RIMAY KUISHQUI

"Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,26-27

En el Nuevo Testamento encontramos cuatro evangelios que se divide en tres sinópticos (mateo, Marcos y Lucas) y Juan. Este último es el Evangelio que presenta a la persona de Jesús y su mensaje distinto a la de los sinópticos. Y en cuanto a la forma literaria y el lenguaje de igual modo existe diferencias notables con los otros tres evangelios. Efectivamente, el tema del que hablan son los mismos, como la crucifixión de Jesús, pero Juan se distingue por tener datos históricos que no tienen los demás.  

La redacción posiblemente se ha dado a fines del siglo I en Éfeso o Antioquía. Y la dirigió a los cristianos expulsados de la sinagoga por los judíos (Éfeso y Antioquía) Pues, al ser expulsados de las sinagogas Juan ve favorable fortalecer a esta comunidad para motivarle en la fe al Señor, muerto y resucitado.

Y en cuanto a la perícopa: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Jn 19,26-27)  está dentro del contexto  de los episodios de la pasión de Jesús, es decir “ha llegado la hora” del sacrificio y la glorificación del verbo encarnado. En la que Jesús ve conveniente que su madre sea acogida por el discípulo que tanto amaba, otorgándola una nueva misión.

Por tanto, la perícopa  tiene fuente única en la Biblia. Es decir, no existen paralelos testamentarios ni en el Antiguo y Nuevo Testamento. Por tal motivo solamente nos limitamos a esta  referencia bíblica (Jn 19,26-27) para el trabajo.

El género literario del Evangelio en su conjunto es histórico-narrativo. En el cual nos narra la vida de Jesús, especialmente pasión, muerte y resurrección. Y la forma literaria de la perícopa que se estudiará es poética-exhortativa. Porque hay una clara coordinación de palabras empleadas en esta perícopa. No es narración por que,  sino dijera: María ve con Juan a su casa y acógela como Madre.

De acuerdo a Lorca José María, en el libro “Metáfora y Misterio de María”, indica la maternidad espiritual de María sobre todos los creyentes, a quienes el discípulo fiel está simbolizando. Entonces todo miembro de la Iglesia tiene como madre espiritual a María. Por otro lado, María Madre es la figura de la Madre Iglesia. “Una y otra aman, creen, esperan, engendran y nacen del sufrimiento…”. La Madre Iglesia tiene como prototipo la maternidad  de María. De ahí que a imitación de María, la Iglesia siga su mismo ejemplo amando, esperando y  engendrando como la mujer humilde de Nazaret.

Charles Journet nos ilustra diciendo que: “La virgen por sí sola es la Iglesia más que toda la Iglesia misma…en ella se encuentra condensada toda la gracia colectiva de toda la Iglesia: la gracia del tiempo de la Encarnación y la gracia de la Redención”. En otras palabras, se diría que Ella es el tesoro  inabarcable  de los que conforman la Iglesia, ésta a través del curso histórico ha ido irradiando esa misma  gran riqueza de gracia. 

De otra manera, Jean Lafrance nos habla de María desde el punto de vista trinitario, es decir, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dice que:Jesús asocia a María en su papel de esposa, como desposará a la Iglesia para que se convierta en la Madre de todos los hijos adoptivos del Padre…María Madre y esposa del hijo por el poder del Espíritu Santo y también del género humano”. Al igual que María, la Iglesia es esposa de Cristo. Si María gracias al poder de Dios por intervención del Espíritu Santo tiene a Jesús, la Iglesia se une por mediación del Espíritu Santo  con  Jesús su esposo. A la ves que los hace partícipes de su divinidad y los une en la comunión de hermanos.

En la Catequesis del Papa Juan Pablo II (el 23 de abril de 1997), dice que
según la tradición, la virgen María reconoce a Juan como hijo suyo, y desde el principio ese privilegio es interpretado por la Iglesia como signo de la maternidad espiritual de María a toda persona humana... la figura de la mujer se rehabilita  en la maternidad de María,  quienes tienen la responsabilidad de dar a conocer entre las mujeres y hombres la nueva vida de Jesús. 

En conclusión, ante la escena de  Jesús crucificado, en la que  María y Juan están al pie de la cruz, Él  les dijo estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre”. Por un lado, connota María como Madre y Esposa de Cristo  que serán rasgos que apropiará la Iglesia en la media en que se asemeje a la sencilla mujer de Nazaret. Por otro lado, en el discípulo quedan  representados todos los miembros de la Iglesia como hijos de María. Es decir, la maternidad espiritual de María abraza a todo creyente.  Efectivamente da  a conocer no sólo el amor que tiene a su Madre, sino a toda su Iglesia en la figura de Juan, ya que en ella se encuentra condesada la Iglesia. Es decir, en la figura del Discípulo queda simbolizada   la maternidad espiritual de María hacia toda persona humana.



Tras haber observado por un lado la insignificante fundamentación de María Madre y esposa de Jesús, en la que por mediación del Espíritu Santo la Iglesia participa de estas dimensiones de María, y por otro lado se ve en los grupos marianos  del Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que se da a María gloria desligada al Hijo, a quienes dedicamos este trabajo, para que en ella reconozcan la maternidad de María y así por medio de ella descubran el verdadero amor de Jesús.

Tener a María como Madre de la Iglesia es reconocer el amor extremado de Dios en su Hijo, quien ante el suplicio de la cruz le confiere  una nueva misión maternal a María de ser Madre de la humanidad. Ahora bien, el ser parte de la Iglesia significa llevar la marca de esa maternidad. De ahí que toda mujer creyente en Jesús por María debe tener esas mismas actitudes y comportamientos  maternales, de manera que la maternidad de María se haga presente en la comunidad eclesial, en la sociedad, en las familias y concretamente en el hogar.

Así mismo el termino “mujer” expresa una realidad sumamente impactante, es decir, María  esposa, fiel  cumplidora de su compromiso y solicita siempre en la alegría y el dolor del Hijo.  Esta dimensión representa para la Iglesia la actitud materna y fiel  que le debe al esposo Jesucristo. Esta fidelidad se refleja cuando se es dócil al amor y conducción del Espíritu  que está siempre operando en aquella. Ahora bien, cada Grupo Mariano está llamado a ser realidad lo que es María Madre y esposa fiel  de Jesús. Entonces  esforzarse por impregnar las cualidades propias de María  en su vida personal es el gran mérito  del hijo e hija que hade ansiar, seguir y alcanzar.

 Es más si María es madre de Dios, luego también madre nuestra. Esto quiere decir que todos y todas somos hijos e hijas en el Hijo.  Entonces de donde viene esa tendencia  de desligar a María de su Hijo. Lo que tenemos que entender es que María participa de la misión redentora de su Hijo, en efecto, no busca su gloria sino la gloria de  Dios.  Se habla de María en relación al Hijo y no separada de Él. Esto porque lo único que hace María es enseñar que amen y  decir  que hagan lo que Jesús dice. Por tanto, la devoción a María debe conducir a amar a Jesús.

En suma, María Madre nuestra y esposa de Jesús está expresando lo que la Iglesia tiene que ser en su ser más profundo.  Tener a María por madre para actuar como verdaderas madres, de manera que se sea la prolongación  de la hermosa mujer de Nazaret. Es más, como somos hijos de María es favorable que andemos como ella anduvo, encarnando la Palabra  de Dios en nuestras vidas, guardando y  meditando las palabras del Hijo, amando y sirviendo en la bonanza y en la tempestad, es decir, en la alegría y el dolor. Solo así sabremos comprender a  María como  Madre y esposa, por voluntad del Señor se convierte en camino seguro y fácil por el cual  se puede llegar a Cristo.


Grupo: RENACER