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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

lunes, 5 de julio de 2010

Los niños de la calle

Hoy en día, uno no puede cruzar las calles de la ciudad sin ver a niños y adolescentes en los semáforos o en los paraderos vendiendo algo o haciendo gimnásticas para llamar la atención a los pasajeros y conductores de carros, etc para que les den plata cuando el semáforo está en rojo. Así ganan su vida diaria. Nos damos cuenta que el número de estos niños y adolescentes aumentan cada día y son expuestos a muchos peligros. Varias veces algunos son atropellados o aplastados por los carros.

Según el sociólogo Alain Touraine, la idea de la sociedad a sido remplazada por la del mercado, dividiendo la sociedad en tres clases sociales: los que responden al mercado, los consumidores y los excluidos. Estos últimos están expuestos a la marginalización. Forman parte de este universo los niños. Se los denomina niños de la calle. La definición mas comúnmente usada proviene del Fondo de las Naciones Unidas(UNICEF) para la infancia y distingue dos grupos: aquellos que pasan la mayor parte del tiempo en la calle, pero que tiene algún tipo de soporte familiar generalmente vuelven a sus casas a la noche. Y aquellos que pasan el día y la noche en la calle y están funcionalmente sin soporte familiar. Los niños de la calle serían entonces aquellos niños que no tienen hogar o trabajan en las calles de las ciudades. Para los sociólogos Augusto de Venanzi y Gisela Hobaica “ un niño de la calle es un niño trabajador que vela por sí mismo y es responsable por su propia vida.” Nos preguntamos el porque de estas situaciones y las respuestas se encuentran en la pobreza, la violencia familiar, y a veces abusos sexuales, o cualquier tipo de maltrato... Estos jóvenes o niños vienen también de la provincia y porque no tienen nada y a nadie para apoyarles se defienden así en las calles para sobrevivir. O algunos padres que no tienen recursos económicos compran unas bolsas de bombones y galletas a sus hijos para que las vendan en las calles a fin de recoger plata. Hay casos en que los niños son obligados a terminar de vender todo antes de regresar al hogar si no son castigados y peor todavía si pierdan unos sencillos. Notamos que estas condiciones hacen que los niños viven una situación de extrema miseria. Conversando con algunos, nos damos cuenta de que viven estás situaciones a causa de la irresponsabilidad de los padres. Hay niños que ni siquiera conocen a sus papás. La Iglesia no es ajena ante estas situaciones de sufrimiento que la interpela bastante en cuanto a su misión salvadora del genero humano.

Sicológicamente estos niños se sienten abandonados y sus únicas maneras de defenderse es la violencia. Algunos que vienen de familias pobres cargan un peso de responsabilidad ya que tienen que cubrir la mayoría de los gastos de la familia. Lo que les deja muy pensativos y preocupados.

Después de mirar la pena que viven unos niños y adolescentes en nuestro alrededor, nos inclinamos a hacer una hermenéutica con respecto a la palabra de Dios.

En el Evangelio vemos a Jesús Buen pastor que anuncia el Reino de Dios luchando contra toda opresión, discriminación explotación, hambre, etc. No quiere conformarse con la estructura del pecado existente en su sociedad pero busca liberar completamente al ser humano.

Ante esta situación, el evangelio desde su profundidad nos cuestiona. Porque estos niños y adolescentes que son el futuro del país, no tienen ninguna seguridad, y todo acceso a una buena vida es excluido para ellos. Lamentablemente no disfrutan de la vida como los demás niños que viven en condición normal. Son ignorado por falta de una buena posición social. Con respeto a ellos resulta imposible hablar de la dignidad humana y del derecho de los niños. Pero en los evangelios Jesús demuestra una atención particular para los niños.”Mat. 19,14: dejen a que los niños vengan a mí”. Mas que una simple atención hacia a los niños la profundidad de este mensaje expresa la importancia que ellos tienen en la sociedad y al mismo tiempo sirve de llamado para nuestra sociedad a brindar una atención particular a favor de estos niños y jóvenes. Es lo que San Marcos expresa en su Evangelio en el capitulo 9,37a.”quien reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe.” De hecho, lo que dice Jesús tiene sentido de un acogido social. Más que un apoyo social, practicar la generosidad a favor de estos niños y jóvenes sitúe a uno en la dinámica del Reino de Dios. De echo, ayudar a estos niños es construir ya este Reino al ejemplo del mismo Jesús.

Dios desde de la caída del hombre busca medios para salvarlo y en último tiempo envía a su hijo para liberarnos de lo que nos separa de él, lo que nos quita el derecho de ser hijos de Dios. Por ello, Jesús durante su vida, obró con palabras y acciones para liberar al hombre que desde entonces vivía bajo el yugo de dolores, enfermedades, de pobreza en todo sentido. Sabiendo que el proyecto de Dios es que todos seamos felices en esta vida y liberados de todo lo que nos atan para poder vivir como hijos de Dios. Vemos que estos niños necesitan una mirada particular de nuestra parte basándonos sobre el corazón traspasado del Cristo Buen pastor que tiene compasión y se abre por amor para cada ser humano, y de la parte del gobierno para salvar el rostro de estos niños, el futuro feliz que está muriendo sin ninguna esperanza. Si Jesús hubiera vivido en nuestro tiempo no habría sido indiferente a estos niños.

La revelación de Dios que culmina en Jesús tiene como objeto la salvación del hombre. En nuestros días, como en el tiempo de Jesús, esta salvación no sería eficaz y completo si el lado antropológico es dejado a parte. La salvación del hombre no se refiere sólo al alma sino también al cuerpo. Esto nos lleva a tener en cuenta la vida de estos niños para ofrecerles una liberación. Se ve en sus rostros el Jesús que padece y necesita apoyo nuestro. Por eso tenemos que actuar para transformar esta triste realidad.

En el actuar tenemos que poner en praxis lo que hemos analizado más arriba. En realidad esta situación necesita una contribución importante de nuestra parte que sería de ofrecer a estos niños nuevas posibilidades según nuestra capacidad.

Toda la comunidad cristiana tiene que llegar a estos niños. Trabajar para su mejor integración en la sociedad. Partiendo de su mensaje evangélico, la comunidad cristiana es la primera que tendría que reaccionar. Ella trabajará a que estos niños sean responsables y capaz de asumir su vida futura. Los hogares cristianos deben abrirse constantemente a estos niños.

La comunidad cristiana por medio de sus pastores tiene que ofrecer formaciones importante para los padres. Ayudar a que los padres sean responsables de sus familias cuidando a sus hijos.

En cuanto al gobierno, las tareas que le conviene en esta situación es de crear y equipar centros de formación y de reeducación en favor de estos niños. Es importante ofrecer trabajo a la población para paliar los problemas de desempleos que afectan a muchos padres. Lo mejor no es de esperar a que las cosas se empeoren antes de reaccionar. Pues ¿hasta cuando seguiremos ver sufrir a estos niños ?

APEDJINOU Komlavi Laurent
 
NGBOUANDO KANGAZILA Eddy-Parfait

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