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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

Lucas 15, 11-32.

11. Jesús continuó: "Había un hombre que tenía dos hijos. 12. El menor dijo a su padre: "Dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y el padre repartió sus bienes entre los dos. 13. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después, se fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. 14. Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. 15. Fue a buscar trabajo, y se puso al servicio de un habitante del lugar que lo envió a su campo a cuidar cerdos. 16. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba algo. 17. Finalmente recapacitó y se dijo: ¡Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! 18. Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: "Padre, he pecado contra Dios y contra ti. 19. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados." 20. Se levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. 21. Entonces el hijo le habló: "Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo." 22. Pero el padre dijo a sus servidores: "¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies. 23. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, 24. porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado." Y comenzaron la fiesta. 25. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. 26. Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. 27. El le respondió: "Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo." 28. El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle.
29. Pero él le contestó: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30. Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo, que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo." 31. El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado."

Contexto social:
El evangelio de San Lucas logró redactarse alrededor del año 80-85 d.C. Respecto a su contenido, Lucas comienza y termina su obra con la mención del templo: La visión de Zacarías (1,5s) y la presencia de los cristianos en el Templo (24,53). En esta obra se trata de exaltar la figura de Jesús como salvador, que vino a liberar el mundo de sus males, así como a los paganos.
Lucas dedica su obra al “honorable Teófilo”, desconocido, por cierto. Respecto al lugar de su redacción se cree que fue al norte de Egipto, en la ciudad de Alejandría. Lucas resalta a un Mesías sufriente, pero su peculiaridad es hablar del Dios compasivo y misericordioso. Modestamente, Lucas no escribió un evangelio, sino un relato de los sucesos para que el discípulo pueda asegurar su fe. Por otro lado, tampoco con seguridad se sabe para qué comunidad concreta escribió su obra, pero sí nos hacemos la idea de iglesia en que se formó su mensaje: “las comunidades nacidas en territorio pagano, griego, como las de Antioquia o Filipos” , y su autor que es griego adapta su mentalidad y su obra al estilo pagano-griego.
Con respecto a Lucas, conocemos que desde el s. II, se reconoce en él al “médico querido” (Col 4, 14) que acompañó a Pablo en Mileto, siguiéndole a Cesarea y luego a Roma. Natural de Antioquia, de descendencia pagana, un hombre culto que maneja con cierta elegancia la lengua griega que se hablaba en ese entonces (la koiné) .
Lucas es el más moderno de los evangelistas. De su cultura griega ha conservado su amor a la claridad… es capaz de imitar la lengua de la Biblia griega, abundantemente marcada por los giros semíticos, por ejemplo en los relatados de la infancia de Jesús. Como buen historiador, se preocupa de situar los sucesos en la historia (2, 1-3; 3,1-2), más aún en su interior es sobre todo un teólogo de categoría .
Lucas no conoció personalmente a Jesús. Por tanto, el Jesús que descubrió no es en primer lugar el profeta itinerante de Galilea, sino el Señor glorificado que se manifestó a su maestro Pablo en el camino a Damasco. Es el único que llama a Jesús, el Señor, al hablar de él.

Contexto vital:
Esta parábola hace alusión a las actitudes de los escribas y fariseos que murmuraban de las actitudes de Jesús por el hecho de sentarse a la mesa con los pecadores y se alegrara por sus arrepentimientos y conversión. Pero lo que motivo más al autor redactar su evangelio y en especial “la parábola del Hijo Pródigo” fue el sentirse conmovido por el Evangelio mismo: el poder y la misericordia de Dios que se habían manifestado en un ser humano amable que, al mismo tiempo, era el Señor exaltado; la figura de Jesús de Nazaret, que había hecho de su vida un servicio para los demás, sobre todo para los más necesitados. Otro de los argumentos fue por la comunidad misma de los seguidores de Jesús: la ayuda y el amor que unos a otros se prestaban y la generosidad solidaria de aquellos en los que había prendido la fe cristiana.

Género:
Parábola.

Teología Bíblica:
La parábola mencionada es una de las páginas más bellas y conmovedoras del evangelio de Lucas, al mismo tiempo una de las más, mal interpretadas, por ejemplo por el título que significa lo contrario del contenido. Más que llamarse la Parábola del Hijo pródigo o del Hermano Mayor debería llamarse Parábola del Padre o de la Misericordia. En ella manifiesta el amor del padre por los hijos sin hacer diferencias entre ellos por sus cualidades o defectos.
Felipe Fernández Ramos ha descubierto en esta parábola que la nueva religión evitaba los inconvenientes del judaísmo como el particularismo rabioso y su nacionalismo religioso y excluyente. Para Pedro Crisólogo, en su sermón 5,2 citada en la Biblia comentada, sostiene que los dos hijos representan a dos pueblos de este entonces, uno judío y otro gentil. El judío es el adulto por el conocimiento de la ley, en cambio el gentil el más joven por la necedad del paganismo.
Tal vez tengamos una mala interpretación al respecto entendiéndolo al hijo pródigo como aquel que se aleja de la casa paterna y reprocha todos sus bienes pero nos olvidamos del significado pleno de dicho nombre que significa generoso y desprendido.
El principal actor de la parábola es sin dura ese hombre generoso y espléndido que después se nos revela como padre de los dos hijos a quienes simplificando hemos llamado bueno malo. Lo que podemos darnos cuenta es que ni el bueno es tan bueno ni el malo lo es tan malo. Lo importante es el descubrimiento de un padre bueno, con el uno y con el otro, deseoso de compartir y acoger a sus hijos con gozo.
El primer momento de la parábola es el momento de dejar partir al hijo lejos de casa, respetando su decisión, considerándole libre, adulto y responsable. De esta manera de revela el padre como el Dios de la libertad y no de la ley o de la fuerza. No quiere otra fuerza sino el amor. El hijo menor al salir de su casa se encuentra en otra realidad pasa su vida no muy decente, pero como dice el texto “volviéndose en sí” recapacita e inicia su camino de conversión. De vuelta a casa del padre. Con esta decisión el hijo pródigo se nos enseña el camino correcto de conversión: ir al padre. No se trata de resaltar la bajeza del hombre de reprimirse o ser humillado, tampoco se trata de encerrarse sobre sí mismo y sobre su pecado sino de abrirse al amor gratuito del Padre. Se parte sí del pecado pero se encamina la vida en otra dirección. La conversión es ante todo encontrar un camino, un sentido, llegar a la casa y sentirse acogido. Es abrirse a un amor regenerativo y crear la comunión, en especial con Dios, padre amoroso. Es también entrar en el corazón de Dios compartiendo su alegría como el padre se los dos hijos.
Por eso podemos decir que ésta parábola está dirigida a la Iglesia porque le preocupa el testimonio eclesial de los que se confiesan como hijos de Dios pero que no construyen la fraternidad. Por lo tanto en esta parábola no solo se señala el comportamiento de Cristo sino el comportamiento para todos los que decimos que creemos en la gracia y en el amor del padre común.

Actualización / interpretación:
Una parábola que esencialmente se puede hacer una comparación desarrollado bajo la forma de historia. En la cual no se pretende tanto enseñar, sino hacer pensar a los oyentes de cada generación sobre su propio comportamiento, dar un juicio sobre sí mismos llevándolos a un cambio de conducta. Como somos duros de arrepentimiento y de perdón, esta parábola nos invita a juzgarnos casi sin darnos cuenta, ya que en lo más interior está nuestro compromiso de estar en orden y en plena relación con las cosas, con el mundo y con Dios. Así, pues, esta parábola del “padre misericordioso” es una comparación sencilla con nuestra realidad, con nuestro entorno, donde cada vez se torna más difícil de creer que al final de nuestro recorrido hay alguien quien nos espera con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarnos de todo corazón.
Sencillamente, no vemos, a un padre rencoroso, de corazón obstinado y duro porque el hijo pide la herencia para hacer de la suyas en un no sé dónde o en un no sé qué. Esto nos lleva a reflexionar, más concretamente en nuestros días que, en muchas familias hay padres rigurosos, machistas, ordenadores, calculadores respecto de sus hijos. Pero, la otra faceta de este tipo de padres sería lo narrado en la parábola, donde podemos constatar a un padre: bondadoso, atento, misericordioso. Del mismo modo también encontramos, aunque en no muchos, padres que son idénticos al padre misericordioso, siempre a la espera de sus hijos cuando ellos se apartan de la casa paterna. Padres que están pendientes de las necesidades más urgentes de sus hijos como de su esposa.
Honoríficamente, encontramos en esta parábola a Dios como aquél que se revela con un corazón amantísimo, con el fin de inspirar confianza en aquél pecador para acercarse más a su creador. Al interpretar alegóricamente la parábola, tales detalles suministran una eficaz descripción del triste estado en el que queda reducido el pecador cuando se aparta de la casa celestial, pero vemos en éste que se abren los ojos y se da cuenta de su situación, vemos un sincero arrepentimiento del pecado con que el hombre ya no puede más y decide liberarse con el arrepentimiento “Me pondré en camino, iré donde mi padre y le diré: Padre he pecado contra el cielo y ante ti” (Lc 15,18). Desde el más profundo de sus entrañas reconoce que es pecador, le dolía y cuánto le dolía verse apartado y sufriendo las peores crueldades de la carne.
La actuación del padre es conmovedora al recibir a su hijo, no le olvida, sino que diariamente contempla con ansias su regreso. Ni siquiera dejó terminar la confesión que le tenía preparada, al contrario le da vida al pedir sandalias, anillo y vestido para su hijo: “porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado” (15, 24a). Además, no sólo se contenta con esto, sino que pide organizar fiesta y da realce la vida de su hijo. Qué alegría, qué contento se sentiría el hijo perdido, cuando ni siquiera se había tenido en mente todo esto.
Hoy por hoy, también podemos entender que los amigos de Dios no siempre llegan a penetrar las profundidades de la misericordia de Dios . Es él quien está a nuestro paso y no sumerge en su profunda gracia, para que volvamos a él y le demos gloria. No somos nosotros, es él, quien se revela y se manifiesta en las inclemencias de los hombres, es él quien toma la iniciativa y nos da la posibilidad de acercarnos a su presencia. Pero así como Él toma la iniciativa debemos de revisar cuáles son nuestras iniciativas frente a los demás, ¿nos aparecemos en algo al padre misericordioso? La respuesta está en cada uno de nosotros, no tenemos que averiguar ni en libros ni por mediación de otros, lo importante es que nuestras respuestas tienen que ser claras. Si yo acojo al hermano que es diferente a mí con todos sus defectos y potencialidades y no únicamente porque me cae bien o es mi chochera, entonces podré decir que mis actitudes van muy cerca a la enseñanza del Evangelio y en consonancia con esta parábola del padre misericordioso. Ya el padre de la parábola nos ha dado una directriz de cómo debe ser nuestra actitud como cristiano: dar lo mejor de nosotros mismos al que lo necesita y no solo porque lo necesita sino también porque nuestra misma fe nos compromete a algo mayor a dar desinteresadamente sin esperar nada a cambio. Que cada uno de nosotros sintamos la misericordia y el amor de Dios que habita en nuestro interior y de esa manera ser para los demás lo que Dios es conmigo.

Grupo Passio Agustinus

1 comentario:

  1. Hola profe, no sabía que también estos trabajos de práctica los iba a colgar. He leido una vez más este trabajo y encontré algunos errores. Bueno es una forma de ir mejorando en el transcuros del curso, y el final seguro que será el mejor.

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