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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

Prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

         El prólogo de San Juan (Jn 1,1-18)

 “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios. y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios” Jn 1,1-2

2.- Contexto:

         El prólogo de San Juan pertenece a la  parte introductoria de la obra del evangelista Juan. Por eso, el contexto del prólogo es la misma que pertenece al evangelio de San Juan.

         El evangelio de San Juan fue escrito posiblemente después del año 80 d.c. y finales del primer siglo. Dentro del evangelio de San Juan se relatan polémicas, rupturas, conflictos que, siguiendo la línea de los que conocieron a Jesús, marcaron la primitiva Iglesia, especialmente a la del ambiente de Juan. Parte de este ambiente de Juan era también los conflictos con los discípulos de Juan el Bautista, con los judíos (su distancia de ellos). La polémica de la ofensiva gnóstica amenazaba a la comunidad con serias dificultades sobre las doctrinas cristianas. Así mismo estaban presentes las persecuciones por el nombre de Jesús, por parte del imperio romano.

El desarrollo literario del evangelio de San Juan está dentro de la tradición joánica, que le da autoridad  y su particularidad. Su edición final del evangelio de San Juan  es obra de un discípulo del discípulo amado del Señor (San Juan).

El ambiente sociológico, a la pertenece el evangelio de San Juan, es la de los discípulos que predicaban en las comunidades relacionadas con el testimonio del discípulo Juan. Por eso constatamos  que este evangelio habría conocido una larga formación en los ambientes judío-helenistas o helenizados, imbuidos en las en diversas especulaciones.

El prologo de Juan era utilizado en los ambientes cúlticos (litúrgicos) de las primeras comunidades cristianas joánicos.

El prólogo del evangelio puede llamarse también síntesis introductoria o profesión de fe de la comunidad de Juan, que 1, 14-16 (nosotros), habla de su experiencia cristiana, fruto de la actividad  de Jesús.

3.- Género:

         El prólogo de San Juan corresponde al genero “himno”.


4.- Fuentes:

         El prólogo de San Juan en su composición hace ver que el autor ha hecho referencias a otras fuentes, entre las que se destaca lo siguiente: el libro de Génesis, Salmos, Proverbios, Sabiduría y Eclesiastés. Como es de notar, el prólogo sigue un esquema  de Gn 1,1-32, donde aparece Dios que crea el  mundo por su Palabra, como en el  Salm 33, 6-9. Y hace referencia directa, a que en el antiguo testamento, la palabra de Dios existía en Dios, como en las siguientes referencias de Prov. 8,22; Sab. 7, 22; Eclo 24.



5.- Teología bíblica

El autor del evangelio puso este himno al Logos (el verbo, la palabra) como obertura de su obra, autoriza la osadía. El prólogo es una cima desde la que es posible discernir  el conjunto del evangelio. Y resume la visión global de Juan sobre misterio de la venida de Cristo. Los temas que ahí se presentan recorren todo el evangelio. (p.17C. B)

No es posible establecer quien compuso ese himno, aunque el autor fue sin duda un cristiano dotado de don profético. Mayor importancia podría tener el conocimiento de que la comunidad  y su liturgia son el verdadero sitz im leben o marco vital del himno.

Así pues, el enfrentamiento con diversos círculos hacía necesarias las delimitaciones. En líneas generales esas delimitaciones de dieron en un triple dirección.

a.- contra la gnosis

b.- contra una sobre estimación de Juan Bautista por parte de sus seguidores.

c.- Finalmente, contra el judaísmo coetáneo y, por ende contra Moisés…el evangelio nos desvela, de manera inconfundible, que el Logos hecho carne, al que el prólogo exalta, no es otro que el Jesús de Nazaret crucificado y resucitado.”(p. 78 – 79)



En el campo griego el vocablo logos, llegó a adquirir una significación tan amplia y variada, que se trocó en un concepto que casi podía calificarse simbólicamente como compendio de la interpretación griega del mundo y la existencia. Sus significados son: reunir, leer, contar número, narración, discurso, tema expresado, historia, fundamento, explicación, sentido, orden,  medida, la capacidad mental, la razón, la idea. Como tal llega a convertirse en un concepto central dentro de la filosofía griega; concepto que vincula el pensamiento y el ser. Entre los estoicos el logos se convierte en una ley universal que todo lo gobierna y lo domina, en la razón universal, a la que en ocasiones se la hipostasia haciendo de ella una divinidad.



De otra índole aunque no menos importante es la tradición veterotestamentaria y judía. El hebreo DABAR equivale a palabra, pero también  el tema y contenido del discurso. Hay que  decir que con la concepción veterotestamentaria de la palabra se abre un paso un desarrollo que, sobre pasando el primitivo pensamiento judío y el judío – helenístico pudo llevar a la afirmación encarnacionista. Si la palabra de Yahvé, se concreta y realiza en unos acontecimientos históricos también cabe pensar su concreción histórica en un hombre determinado.

Hay que mencionar la sabiduría de Jesús Sirá (Eclo 24,1-22). Ahí se dice refiriéndose a la sabiduría que broto de la boca del altísimo y que cubrió la tierra con una niebla.

Así pues, en el evangelio de San Juan tenemos un himno a Cristo, al que más tarde se añadieron algunas apostillas que enlazan el himno con el evangelio. Por lo que respecta al himno, en su peculiar género histórico, está en narrar la acción salvífica de Dios en una forma más o menos compendiada y completa, expresando a través de la misma la alabanza, el júbilo y la acción de gracias al Dios salvador y clemente. Los elementos reflexivos son, por lo general, extraños al himno; la polémica  entra de ordinario en su estilo. Ni su propósito aseverativo está determinado por intereses de índole especulativa. El himno echa  una mirada retrospectiva al acontecimiento salvífico que ya se ha cumplido. No pretende por tanto proporcionar un esquema al andamiaje de una cristología especulativa. Himno y sistema teológico constituyen dos dimensiones diferentes. Y todo ello ha de tener presente en cuenta a la hora de interpretar el prologo joánico.



La cristología neotestamentaria recoge después de los acontecimientos pascuales la afirmación de la preexistencia como para calificar como acontecimientos salvífico y escatológico la venida de Jesús, su muerte y su resurrección. En Jesús se ha realizado la salvación final, en el  se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía. A ello se añade como propósito ulterior, el de presentar el acontecimiento cristológico como una “acción salvífica divina”, que en definitiva no se puede explicarse por una causalidad intramundana, sino más bien tiene su origen, sus raíces y sus sentido en el mismo Dios. Y finalmente con ello se expresa también, y de manera especial en Juan, la idea de revelación asegurándole en su obligatoriedad teológica. Es importante  que la afirmación de la preexistencia no pueda considerarse como un elemento particular  y aislado de una especulación teológica, sino que es necesario verlo siempre en su contexto concreto del acontecer salvífico y respectivamente la idea de revelación



La idea de preexistencia se forja en el judaísmo temprano con diversas tradiciones, especialmente con la sapiencial y la apocalíptica. Con el giro “al principio ya existía la palabra” se alude claramente a Gn1, 1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra” sobre todo cuando la idea de creación se recoge después de forma explicita. Pero mientras en el relato genesiaco la afirmación pasa inmediatamente a la acción de Dios que sostiene al mundo y la historia, aquí es un inciso intermedio.



En Gn1,1 al principio significa sin duda alguna al comienzo del tiempo del mundo y de la historia mas allá del cual no se puede seguir preguntando; en cambio el “al principio” de Jn 1,1  habla del comienzo pre-mundano, es decir del comienzo absoluto y primerísimo en Dios y junto a Dios. No se trata aquí del primer acto de Dios en la creación sino del comienzo” infinitamente distinto por naturaleza, que ya no entra en la capacidad representativa y conceptual  de pensamiento humano, porque yace en las profundidades mismas de la divinidad. Así pues,  cuando se plantea la cuestión del último “de donde” de Jesucristo, y por ende la del último también “de donde “del hombre, lo que con tal pregunta se proclama  es la radical indisponibilidad del comienzo. De otro modo ya no se trataría del comienzo divino, sino del comienzo pensado y establecido por el hombre, con lo que comporta de capricho y arbitrariedad.



Aquí se trata ciertamente del comienzo al que nunca se escapa y al que jamás  se puede llegar cf. Salm 139, para evitar cualquiera mala interpretación: es el principio que solo se ha revelado en Jesucristo y desde que me llega de un modo radical. El himno habla pues del origen de la revelación y solo en segundo término del origen de la creación, en un orden que marca la importancia y categoría.

Únicamente Dios es el lugar y sede de la palabra, y la palabra divina está vuelta a Dios. De tal manera que en cuanta palabra esencial completa e interna de Dios, la palabra es a su vez de naturaleza divina. No se puede pasar por alto que el versículo 1 representa una concepción de la divinidad esencial de la palabra. Al insertar el versículo 2 a modo de comentario, “esta estaba al principio en Dios”, el evangelista  ha querido refrendar la divinidad de la Palabra y con ello el puro origen divino del revelación contra cualquier tentativa por establecer un transito directo y fluyente, como ocurre  en los modelos emanacionistas gnósticos  y más tarde también en los neo platónicos. En concreto el versículo 2 iba a desarrollar un papel importante en la lucha contra los errores cristológicos de época posterior.

6.- Actualización / interpretación

El autor del cuarto evangelio nos introduce en su lectura con un “prólogo”. Utilizando el género literario himno extraído y reformulado a partir  del Gn 1,1 del relato de la creación, presenta el misterio de la venida de Cristo. Misterio porque ni el evangelista estuvo presenciando tal acontecimiento, pero nosotros creyentes por medio de la revelación de la acción salvífica (de salvación) por parte de Dios afirmamos la preexistencia de ese “logos, Palabra, Verbo” mucho antes del origen de la humanidad.

Puesta en analogía con Gn 1,1 “al principio creo Dios el cielo y la tierra”, de forma explicita se alude a la creación, comienzo del mundo y de la historia. Mientras,  Jn 1,1 habla del comienzo (principio) antes del mundo, en Dios y junto a Dios, ya no cabe la capacidad de representación del pensar humano. Es imposible penetrar con la sola especulación, pues correría el riesgo  de ser “manipulado”  y estableciendo así el “comienzo pensado y establecido por el hombre”

Entonces la preexistencia del Logos, Palabra, Verbo no puede considerarse así sin más, sino en la intencionalidad de tal acontecimiento: manifestar el acontecer salvífico traído por Él. E incluso en el lenguaje  logos expresa lo singular y complejo de una palabra griega, pero se afirma  que se forja en el judaísmo con el hebreo “Dabar”. Si esta palabra fue acogida, en un determinado tiempo y espacio de la historia es posible pensar su “concreción histórica en un hombre determinado”

Pero surgen corrientes contrarias con el pensar de la iglesia primitiva, con fuerte arraigo en algunas escuelas filosóficas.



Pero al mismo tiempo, el autor del cuarto evangelio en el prólogo, principalmente en los versos primero y segundo del capítulo primero, revela con claridad la preexistencia de la Palabra de Dios.  Pero ¿Quién es la Palabra de Dios? La Palabra de Dios es Jesús de Nazaret, él es el Verbo, la Palabra, el “logos”, revelado y revelador de Dios Padre, que “existía” en el principio, que “estaba con” Dios, y que “era” Dios. Por ende, esta palabra debe ser oída y acogida por los discípulos, por los seguidores, por los buscadores de la verdad, de la vida, de la luz, del bien y la justicia. La escucha y la acogida a Jesús, en la vida íntima personal y comunitaria, es la escucha y la acogida a la Palabra de Dios. Esto supone búsqueda, disposición y apertura del hombre a la bondad de Dios manifestada en el Verbo encarnado, Jesucristo.

La palabra de Dios nos revela ente todo a Jesús. Jesús es el contenido de esta revelación. Es a la vez el Revelador y el Revelado, y no un mero maestro o revelador de un catálogo de verdades, principios y doctrinas. La revelación que Jesús hace de Dios la realiza no sólo con sus palabras, sino sobre todo con su vida y con su persona. Jesús encarna y vive la Palabra de Dios al mismo tiempo que la anuncia, la comunica y la transmite. Él mismo es la Palabra de Dios, existente antes de la creación. Por eso los que han convivido con Jesús pueden decir no sólo que han escuchado de sus labios la Palabra de Dios, la palabra de vida, sino que esta palabra ha podido ser objeto de contemplación visual, y alcanzable hasta por el tacto (1 Jn 1,1-2).



Afirmar que “Jesucristo es la Palabra de Dios, el Hijo de Dios” nos debe ayuda a valorar y respetar la creación entera, a ser agradecido con Dios por la fe donada, la Redención y la Salvación, a vivir con gozo la vida que Dios nos concede por el Hijo, a despojarnos de nosotros mismos para dar vida a los sin vida como lo hizo el Verbo de Dios. Por otro lado, el sentido de vida y de existencia hoy, es mucho más importantes entre los jóvenes, que están en búsqueda de conocer a Jesucristo desde los orígenes, y que desde el prologo de Juan, se puede ver una luz. Pues, todo tuvo un comienzo, también la creación por medio de la Palabra: “en el principio existía la Palabra  y estaba con Dios”. El reconocimiento de nuestros orígenes (raíces), nos dan el punto de referencia y de llegada, la cual es la realización del sentido.

Por que, la realización de la salvación venida de Jesucristo está marcada de un acontecimiento escatológico.  En Jesús,  la Palabra junto a Dios, se ha realizado la salvación final y definitiva de toda la humanidad, en el se hace presente el portador de la salvación que ya preexistía, “en el principio existía la Palabra” Jn 1,1.  La salvación realizada a favor de la humanidad tiene sus orígenes, sus raíces, y su pleno sentido en el mismo Dios (y la Palabra era Dios). Así pues, el prólogo nos habla de alguien, en los orígenes de la creación   de condición divina, que está desde el comienzo, y tiene referencias divinas; la Palabra, Jesucristo.

Grupo:   Anónimo (3 B)


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