Hechos 2, 44-47 La primera comunidad

“todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus vienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partan el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.”[1] Hch. 2,44-47

Uno de los grandes desafíos que afecta al cristiano en la actualidad, es la falta de compromiso de sus creyentes y de los que se preparan de cierto modo a ser cristianos. Es claro que muchas veces solo se vive la fe por costumbre e incluso en lugares como los nuestros se podría denominar “costumbre dominical”, donde se nota clara la falta de compromiso por parte de los miembros de la iglesia con resultados de falta de solidaridad entre los cristianos. No podemos negar que este problema se debe a muchos aspectos influyentes entre los cuales podríamos destacar una falta de imagen concreta de cristianismo que den testimonio de su ser católico. Por tal motivo, nos queremos dirigir a los cristianos que no viven de manera concreta su fe poniendo como ejemplo el sumario de Lucas sobre la primera comunidad cristiana en los hechos de los apóstoles.

Lucas escribe los hechos de los apóstoles en un contexto, en el cual los cristianos se encuentran en persecución. De tal modo que anima a los cristianos de nuestro tiempo a que sigan un ideal de comunidad, no siendo la primera comunidad como una utopía, sino como un lugar de compartir común. Aunque no existe persecución en el ámbito estatal, la hostilidad y agresividad de paganos hizo que los cristianos se vieran atemorizados, se los apartara de costumbres y prácticas paganas. En este sentido el gesto del compromiso y de su participación en la comunidad se encuentra en el partir y compartir.

Los Hechos de los apóstoles, que recoge testimonio de Pedro y Pablo, esta atribuido a Juan y escrita en un periodo sub-apostólico. Busca reconstruir el periodo que va desde la resurrección de Jesús hasta la organización de la Iglesia; estos movimientos posee tres características: uno animado por el espíritu santo, otro misionero y por último el de las pequeñas comunidades; todos estos movimientos tienen su esencia en la estructura fundamental de la pequeña comunidad. Esta obra escrita por el tercer evangelista utiliza la narración como recurso literario  y así presenta relatos de hechos concretos y permanentes; ello no fue suficiente así que utilizo los sumarios para resumir y generalizar hechos concretos.

El evangelista utiliza una fuente la cual se repite en  los sumarios “eran perseverantes en la enseñanza de los apóstoles; la comunión, la fracción del pan y las oraciones” Hch 2,42. Y es en la perseverancia de la comunión donde ubicamos la Koinonía, es decir una manera de vivir en comunidad y desarrolla realidades importantes, el poner todo en común “todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común” Hch. 2,44. Y todo ello lo explicará mas adelante dando recomendaciones 4,32 y 4,34.35, otras realidades es la de 2,45 y 4, 35, donde se explica que repartían según la necesidad y la consecuencia a todo ello que no pasaban necesidad 4,34; lo mas importante es que no había necesitados o pobres entre ellos aunque no sepamos con detalles como se dio esa repetición y como se administro. A esa realidad le sigue una muy fundamental la fracción del pan que se daba en una casa y bajo una comida, el contexto sobre el cual se vivía esta experiencia lo resume “Acudían al templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu” 2,46, además era una comida con Jesús resucitado donde se participaba en la comunión del pan y la sangre de Cristo, celebrando la llegada del reino.

En la elaboración de un texto o documento que nos interesa, no necesariamente tener una extensa  material o documentación para hacerlo. Sino, depende de la experiencia que uno va adquiriendo en el contexto social y ambientes culturales de un pueblo determinado. Lucas, cuando redacta su obra como los “Hechos de los apóstoles” nace de unas predicaciones orales, de acuerdo a las tradiciones y costumbres de las comunidades donde se predicó el evangelio. Tomando en cuenta también la adaptación del mensaje anunciado. Desde ahí, nace una obra como fruto de una predicación vivido. Pero, eso no quiere decir olvidarse de las fuentes que pueda ampliar la visión y enriquecer un texto como Lucas lo ha hecho. “Lo único que tenía a su disposición serian materiales heterogéneos, informaciones y tradiciones que, sin duda, aún no había  recibido forma escrita”. (Según Junger Roloff, de la pág. 28a  hechos de los apóstoles).

En san Mc y la fuente Q= Quelle en término alemán. Si fueron orígenes y fuentes en las redacciones finales de los Evangelios de Mt y Lc, con el fin de redactar otros escritos canónicos, actualizando desde una realidad concreta. Política, social, económico, socio-religioso. Etc. Nosotros también, cuando leemos esos textos evangélicos o cartas de los apóstoles dedicado a una comunidad de creyentes, nos interesa como ha sido interpretado como suyos; aún más que si concierta y edifica la vida espiritual de la gente es así, cuando la palabra se encarna y se hace vida en cada ser humano. Desde luego, actualiza nuestra  experiencia de fe y nos pone en sintonía de la primera comunidad cristiana de los primeros siglos de nuestra era. Está cargado de culturas y mentalidades valiosas por eso nos hemos ambientado con ellos.

La experiencia y riqueza de la cultura que trae la primera comunidad cristiana, sigue dialogando hoy día en nuestra cultura como hijos de la cultura occidental. Es la misión de la Iglesia, y sigue difundiendo en la historia, como material de acceso al bien y a la mentalidad moderna.

Los hechos de los apóstoles nos presenta el modelo de vivencia cristiana; es decir, ahí encontramos cómo debemos vivir nosotros los cristianos del siglo XXI y de todos los siglos, o sea no pasa de moda. Unidos en el amor de Cristo, junto con los pastores de la Iglesia local, y a quienes están comprometidos al servicio del Reino, y así podemos construir una Iglesia de Cristo. Alimentados en el sacramentos de la  eucaristía como ha experimentado la iglesia primitiva. Como dice la Escritura “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la unión de la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2, 42).

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