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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

Mc 2, 13-17 (Mt 9, 9-13// Lc 5, 27-32)

NIVEL HISTÓRICO-LITERARIO
Mc 2, 13-17 (Mt 9, 9-13// Lc 5, 27-32)
13 Y fue de nuevo por la orilla del mar. Toda la gente acudía a él y él les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví, el (hijo) de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos. Y le dice: «¡Sígueme!». Y él se levantó y le siguió. 15 Y sucedió que estaba él a la mesa en su casa. Y muchos publicanos y pecadores se encontraban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Pues eran muchos los que le seguían. 16 Al ver los escribas del partido de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «El  come con publicanos y pecadores». 17 Lo oye Jesús y les dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».

El texto presenta paralelos en Mateo y Lucas. Al parecer, según los estudios realizados, sería original de Marcos, debido a que Mt y Lc toman de su material para su composición.

El texto viene del curación del paralítico (Mc 2, 1-12) y prosigue con  la controversia sobre el ayuno y el recojo de espigas prohibido por la ley (Mc 2, 18-27).
El texto es de género narrativo: no menciona ningún ejemplo a modo parabólico, ni ninguna imagen apocalíptica. Más exactamente, se observa una controversia acerca de un tema específico.

La obra fue escrita para comunidades cristianas venidas de la gentilidad: Galilea, la Decapolis, Tito, Sidón y Roma (J. Gnilka. EL EVANGELIO DE SAN MARCOS. Pg. 27).

NIVEL TEOLÓGICO

Según Joakim Gnilka, se evidencia que el banquete posterior al llamamiento de Leví sería en la casa del mismo debido al corte que hay entre el verso 14 y 15 en los que Jesús pasa después de llamar a Leví a la mesa en la casa (¿de quién?).

Es importante también, destacar la presencia de los partidarios de los fariseos (escribas). Habría alguno que estuviera vinculado a los saduceos. Es la única forma de comprender su incursión en el discurso relacionado a la pureza legal que no es propia de los escribas ya que son hombres de leyes (específicamente en la redacción de textos).

En la comida, el partido fariseo se dirige no a Jesús, sino a los discípulos estando Jesús lo suficientemente cerca para escucharlos debido a la disposición de los comedores judíos.

Dibelius considera que el relato del banquete con los pecadores es creación de Marcos mismo y no recopilación.

Llamamiento de los discípulos y el banquete. Tiene una connotación particular ya que la comida en tiempos de Jesús es crucial para compenetrarse en la vida de los comensales. La Cena antes de su muerte es un ejemplo clarísimo de que la comida no es sólo la ingestión de alimentos cumpliendo leyes rituales judías, sino un compartir la vida misma e incluirlos en su historia.
Xavier Picaza hace eco de estas ideas cuando indica en su libro[1] la relación entre la sentencia: “no son los sanos los que necesitan médico…”; la comida que Jesús tiene un carácter medicinal que invita a restablecerse a quien participa de ella e ingresar en el Camino.

Hay una profunda relación entre la comida que es anticipo de la gran mesa del Reino en el que no habrá distinciones sociales y lo que Marcos construye como conjunto. Los sucesos posteriores guardan relación directa: controversia sobre el ayuno (comida y no comida), las espigas arrancadas en sábado (materia para el pan de las comidas…).


NIVEL ACTUALIZANTE

La vista del mar abre a Jesús un nuevo horizonte en su misión: los pecadores deben entrar en seguimiento.

Y el primero en ser llamado es Leví, a quien la tradición ha identificado con Mateo el evangelista. Leví representa al primer grupo en ser llamado, según parecer de Marcos, al seguimiento.

Terminado el llamamiento, Jesús está en la casa, a la mesa compartiendo el alimento, aquello que da vida, es decir, la misma vida de los que están allí. Pero lo particular es la presencia de publicanos y pecadores. Su presencia en la mesa no tiene intención de hacerse él también pecador (al menos bajo los códigos de la época), sino transformar, renovar, sanar.
La presencia de Jesús, como debe ser la de sus discípulos, no debe ser sólo un hecho social, sino que lleva a motivar a seguimiento, a inclusión.

La comida y el llamamiento no se ven a  primera vista como algo lógico. Sin embargo, comer en la misma mesa denota preferencia y solicitud hacia quienes comen contigo. En el texto se remarca la elección de Jesús por los que han quedado al margen de la sociedad. La acción de Jesús parte de una intención inclusiva, fraterna, solidaria.

La comida incluye en medio de una sociedad que disgrega. Así se señala luego con respecto al ayuno (dejar de comer) y las espigas arrancadas. Los fariseos de todos los tiempos tratan de excluir a muchos porque no son como ellos, porque no cumplen, porque no están sometidos a su magisterio; empero, Jesús acoge, llama a su seguimiento, sin importar la calidad moral. En el camino, sucederá la reconversión de motivaciones, el cambio, el milagro. El primer paso es acoger, ser hermano, incluir.

Y es curioso que los escribas se dirijan a los discípulos. Son precisamente ellos quienes en el tiempo en que se escribe el texto deben tomar una opción frente a los quizás nuevos conversos. Y qué mejor forma de plantear las líneas de acción refiriendo a la práctica de Jesús: este come con pecadores…porque necesitan ser perdonados.

Lección para todos los tiempos; para los creyentes de todos las generaciones, el modo de comer de Jesús es siempre anticipo de la gran mesa al final de la humanidad en la que no se excluye a nadie, sino se convoca a todos.

Podría caer, en nuestros tiempos, la misma crítica que san Pablo hizo a los Corintios acerca de la comida sin discernimiento. No disciernen que el Cuerpo de Cristo es comida de unidad, mesa de fraternidad sin exclusión; donde todos encuentran su vocación.

En contexto, las palabras de Pablo surgen como protesta ante una situación en la comunidad donde cada quien lejos de compartir se cierra y cierras las puertas a los demás (a los pobres). Eso mismo, que Pablo llega a entender de la Cena Señor, es quizás lo que pase en nuestros días: la mesa de todos es sólo la del algunos, de los que pueden, de los que tienen (no sólo en sentido material, sino en sentido moral inclusive).

Ante una situación cerrada, tan judía, tan farisea, se abre una nueva forma de tender la mano al prójimo de parte de Dios: no sólo los hace comensales, sino que los llama a hacer seguimiento de su Hijo.

Si ciertamente, la opción preferencial como lo indica el texto mismo en el verso final, no excluye a quienes quieran seguir y vivir los valores del Reino. Pero abre de par en par, los horizontes para quienes eran marginados.

En su cena eucarística, se nos invita a cambiar nuestro modo de vida tan cerrado en uno mismo y se nos pide compartir precisamente con aquellos que han sido marginados socialmente. La integración de estos hermanos a la misión dependerá de cuán abierto tengamos el corazón a Jesús y su práctica. Sólo la práctica de Jesús es remedio a nuestras cerrazones, nuestros intimismos, particularismos y cultos vacíos que desprecian al que nos parece inservible.

Antídoto para ese tiempo y para el nuestro: eucaristía, comida de todos los que el Padre ha invitado (toda la humanidad) a su seguimiento.

Autor: Manuel Robles



[1] X. Picaza. Para vivir el evangelio de Marcos. Pg. 51

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