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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

“Que fluya sí el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 24)

Análisis sincrónico:

La situación que se vive durante el siglo VIII a.C. es fundamental para comprender el Mensaje de Amós, el nabí. Durante su misión profética es necesario tener presente lo que significó el Reino de Jeroboam II, hijo de Joás y sus 41 años de reinado. En lo que respecta a la situación política vivida durante este tiempo es relativamente  estable, teniendo como hito de su reinado el restablecimiento de las fronteras permitiendo el comercio “internacional”, en especial con Asiria, Arabia y Fenicia.

A nivel religioso existían varios santuarios en ambos Reinos, Judá e Israel, uno de especial consideración es el de Betel, aunque existían muchos otros como el de Dan hacia el norte. Junto al comercio establecido con las potencias de esa época, principalmente Asiria, llegaron también gente nueva con culto diferente al monoteísta naciente (aún se da una monolatría mas no un monoteísmo en esta época). De la misma manera, cuando se refiere a los grandes santuarios, lugares de culto de la época como lugares privilegiados lo hace para recordar que es en aquellos lugres sagrados donde se ve la mayor infidelidad, donde se van distanciando cada vez más del verdadero proyecto de Dios: justicia y paz.

Junto al proceso económico que mostraba un avance para el pueblo existía una situación de pobreza y explotación patentada por la autoridad política y religiosa. Mientras que el Rey había sido colocado para el servicio del Pueblo y entre sus obligaciones se hallaba el leer la Ley para no olvidarla (cf. Dt 17,14-20) éste se había olvidado de la Alianza, esto es del pueblo que Dios amaba[1]. Situación similar se vivía en el sacerdocio que validaba el statu quo, singular escena es la que experimenta Amós con Amasías donde entra en conflicto con el sacerdote del templo que avala el régimen del Rey (Cf. Am 7, 10-17).

A nivel social, se vive una total desigualdad, que quedaba patentada por la experiencia religiosa vacía de justicia. De ahí la prédica tan dura del ’îš ’elohîm (hombre de Dios) que busca regresar a YHWH, a la Alianza, a la justicia y al derecho.

El autor emplea un lenguaje rico en símbolos principalmente en sus visiones: las langotas (Am 7,1-3), la del fuego (Am 7,4-6), la plomada (Am 7,7-9) y la de la canasta de fruta madura (Am 8,1-3) y con expresiones que poseen una dureza tal mostrando un carácter apasionado y crítico.
 

Análisis diacrónico:


Crítica de las tradiciones

La experiencia profética de Amós es original en tanto que es el primer profeta escritor; la corriente profética está asociada íntimamente con la redacción deuteronomista que da origen al Deuteronomio y la obra histórica deuteronomista[2].



La obra se encuentra situada en un momento de bonanza económica para algunos y de mucha precariedad para otros. A pesar de todo, Israel puede “sentirse” nuevamente bendecido por Dios ya que ha recuperado la estabilidad y la prosperidad. No obstante, el profeta se ve afectado por otra realidad no tan “bendecida”, constata como en medio de esta aparente prosperidad hay personas, hermanos, que sufren pobreza, miseria, explotación, denigración.



Esta situación lleva al profeta a manifestarse, a intentar llamar la atención a los responsables de esta situación.  También lo lleva a intentar entregar un mensaje de esperanza al pueblo que sufre, recordándoles que a pesar de sus pecados e infidelidades (que también los tienen) el Señor recuerda su Alianza con ellos y la renueva constantemente.



La predicación de Amós, se centra principalmente en el versículo que ahora tratamos; la manera de vivir en paz es dejando que la justicia y el derecho fluyan como agua (símbolo de vida, de novedad, de promesa) y que este fluir sea para siempre, sea para todos.



Crítica de la redacción (géneros literarios)

El texto que hemos tomado por referencia pertenece al género profético en general, aunque en la obra d Amós podemos encontrar los llamados subgéneros como visiones, acusaciones, ayes, exhortaciones y doxologías[3].



Análisis hermenéutico:



Interpretación:

La Predicación de Amós tiene tres destinatarios: el pueblo de la Alianza, la clase sacerdotal y los dirigentes sociales, el mensaje para los tres grupos es el mismo: “Busquen a YHWH y vivirán” (Am 5,4-6).



A los dirigentes les hará recordar que los palacios son anda, que las edificaciones que poseen se perderán (Cf. 3,11), lo mismo sus casas de verano y de invierno (Cf. 3,15). Amasías, sacerdote, le dice a Amós que se vaya de Betel porque es casa del Rey          (Cf. 7, 10-14) sin embargo, Betel es Casa de Dios y lugar para su encuentro, que los holocaustos y ofrendas son nada sino están acompañados de la justicia y el derecho (Cf. 5, 20ss). Al pueblo entero le recuerda que Dios recuerda su Alianza, esto es que fluya el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne (Am 5,24). Buscar a YHWH se resume en una experiencia concreta: la justicia.

Culto y justicia, fe y sociedad son dos binomios que expresan la total adhesión a YHWH. Tanto así que el culto y fe se ven verificadas por la justicia en los niveles sociales en los que nos desenvolvemos. No puede haber culto y fe sin una coherencia respectiva  con lo que a cada uno le corresponde, en este caso por ser Pueblo elegido de Dios, que exige tanto de pueblo como de dirigentes (incluidos sacerdotes), regresar a la Alianza que Dios ha establecido y no falsificar la fe de ningún modo, mucho menos con un culto vacío que se cumple con suma diligencia pero que olvida la dignidad.



Actualización:          



Lo que nos manifiesta Amós en este texto, tiene mucha relación con lo que actualmente se vive en muchos lugares cercanos a nosotros tanto a nivel político como religioso. Tenemos ejemplos de cómo la vida de fe, el culto, la religión están largamente separados de la vida misma, de la práctica de valores, de la búsqueda de la justicia y avalados por el silencio de algunos sectores cristianos.



Sentimos que la realidad de pobreza es patente en nuestro país, y la realidad de injusticia donde unos tienen mucho y otros tienen poco la vemos de manera constante y dolorosa.



¿Cómo hablar de culto verdadero a Dios, de amor y cuidado a la Alianza cuando tenemos alrededor hermanos y hermanas que no tienen lo mínimo y elemental para sobrevivir, hermanos y hermanas que sufren y que nos pasan muchas veces desapercibidos? ¿Cómo dar culto a Dios y hablar de fidelidad a su Reino cuando muchos de nuestros hermanos son despojados de su dignidad como persona, desconocidos sus derechos fundamentales?



La llamada que realiza Amós en su época, a su pueblo, a sus dirigentes es una llamada que aún se hace hoy en nuestra sociedad: es una llamada a luchar por la justicia (la tan proclamada justicia social) donde cada uno tenga lo que necesita para vivir dignamente, donde no se explote ni domine a nadie por medio de estructuras perfectamente armadas, donde todos se sientan parte de una misma sociedad sin distingos ni prejuicios.



La llamada a no quedarnos en el culto vacío y sin sentido sigue haciéndose presente hoy entre nosotros, la religión no puede reducirse a la celebración en el templo sino que ha de salir al encuentro del hermano, de la hermana; sobre todo de aquellos preferidos de Dios por su fragilidad y debilidad. Y en lo que respecta a la relación fe y justicia aplicar la “ley del embudo” que por lo ancho pasa los apoyos a mineras, a consorcios, a transnacionales pero que por lo angosto pasan los derechos humanos, la justicia social,  el derecho a la crítica.

Es responsabilidad nuestra, como creyentes, que nuestro culto no sea motivo de condena sino evidencia de la verdadera Alianza de Dios con su pueblo, nuestro pueblo hoy. Es tarea nuestra que por la práctica del derecho y la justicia, fluya entre nosotros la vida y la paz.

GRUPO: RIMAY KUISHQUI

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