“LA VOCACION DE ABRAHAM” Gn 12, 1-3

Contexto.

 La historia de cada tribu, familia o clan forma un ciclo con personalidad propia. Estas historias tienen en su origen una serie de recuerdos muy antiguos, unificados alrededor de personajes  y hechos que daban prestigio al grupo. Los recuerdos en forma de leyenda, se conservaron y transmitieron oralmente en la familia, clan o tribu, y también en celebraciones religiosas o laicas.

Estos grupos se fueron uniendo hasta llegar a constituir una nación. Pues bien, al compás que Israel nacía, las distintas historias se fueron entremezclando y crearon unos parentescos entre los diversos protagonistas; de esta manera, se integraron y unieron tradiciones que eran independientes.

Al constituirse en nación, Israel vio en la salida de Egipto y en la alianza del  Sinaí el centro de su historia y al relacionarla con los antepasados, la convirtió en una vuelta al lugar de donde un día salieron esos antepasados. Visto de este modo,  el relato de la vocación de Abraham (Gn 12, 1-3) lo ubicamos dentro del contexto (exìlico-postexìlico). La bajada de de los hijos de Israel a Egipto es el primer acto; los sufrimientos y esclavitud caracterizan la estancia; finalmente la liberación por parte de Moisés, que revela al Dios salvador que los devolvió a la tierra de donde habían partido. Cuando se cristaliza esta interpretación de su historia, Israel poseía una tierra, se había constituido en nación y tenía un rey; sin embargo, era el último pueblo establecido en Canaán y no tenía más derecho a la tierra que el de conquista y nada lo acreditaba como nación.

Para justificar esta situación, Israel mira al pasado. Este se reducía a arcaicos recuerdos de los respectivos patriarcas, pero en estas tradiciones  busca y encuentra promesas de Dios, que garantizaban de alguna forma sus pretensiones. Los escritores israelitas, al ir esbozando las primeras versiones de la historia nacional, escogieron los dichos de promesa que creyeron más adecuados para justificar el dominio del país y el ser una nación con un rey. Estos autores no inventaron las tradiciones patriarcales, pero sí las interpretaciones como promesas de un futuro hecho presente. Todo cuanto el Dios de los padres había  prometido se realiza en la salida de Egipto y el subsiguiente dominio de la tierra.

En este contexto tan rico y desde la experiencia que tiene de Dios, Israel descubrió su vocación como pueblo mediador del proyecto divino. Así pues la vocación o el llamado de Dios a Abraham es el llamado del pueblo de Israel. Dios llama a Israel en Egipto (Os 11, 1), como llamó a Abraham en Ur, en un contexto de un proyecto que incluye la liberación y el don de la tierra.

Género.

 Narrativo

Fuentes.

 En casi toda la media luna fértil circulaban tradiciones orales, recuerdos de personajes, gestas heroicas de patriarcas y la acción de Dios en ellos. Sin embargo, sería muy osado y temerario fijar una fecha exacta o una fuente en particular que dio origen a  este relato. Así pues, cabria decir que este relato fue aprehendido de las tradiciones orales circundantes por el autor yavista, por lo que llego a ser un texto único con un antecedente oral, a diferencia del relato de la Creación o la Torre de Babel que tienen como fuentes los antiguos relatos de Mesopotamia y Babilonia.

Teología  bíblica.

Este texto lo ubicamos dentro  de  la tradición J,  desarrolla básicamente  en  todo sentido un sistema  teológico  de  la promesa  y cumplimiento  que constituye el tema fundamental de esta obra .YHWH hizo a  Abrahán  una triple promesa  que sus descendientes  formaran  un pueblo , que  poseerían la tierra de Canaán  y que serian una bendición para todos.(Gn.12,1-3;15,7.12.17.18 abc ), seguidamente J , entonces  vio como la promesa hecha  a Abrahán llego a cumplirse  en el reinado de Davídico- salomónico.(Gn.12,3;Sal.72,12)

El Dios de Abrahán es un Dios fiel que cumple siempre su palabra, expresado generalmente en forma de promesas, en ese sentido, lo que Dios promete se cumple tal  como se  puede  ver en el transcurso de la historia del  pueblo de  Israel.

El plan  de Dios  se mantiene y se realiza  a través  de las vicisitudes de la historia  humana, incluso, a  pesar de las  debilidades e infidelidades de los hombres  para con Dios. En el llamado de Dios  a  Abrahán se  deja traslucir el  compromiso  solemne y  unilateral que  Dios hizo   para con su predilecta, el pueblo de Israel.

Como también el texto nos presenta la idea de un Dios cercano y familiar, amante y pendiente. Que habla directamente  a los hombres  para invitarles   a confiar  y compartir una misión especial.

Por último detrás del llamado a Abrahán que fue el primer acto de amor gratuito se puede distinguir  un llamado universal, ya que es una invitación que involucra a muchas generaciones.

Actualización del mensaje de la vocación de Abraham.

Así como Dios sale al encuentro de Abraham para hacerlo partícipe de su alianza, de su amistad y deposita su confianza en él, así actualmente Dios nos sigue llamando a ese encuentro personal con Él y nos invita a tener una experiencia más cercana con un Dios que se comunica y se sigue comunicando con la humanidad.

Dios nos invita por lo tanto a salir fuera, es decir, dejarlo todo para escucharle y sobre todo ir con los ojos cerrados confiando siempre en Él, así como lo hizo Abraham, que confió plenamente sin saber a dónde le iba a llevar esa invitación. Pero ese dejar todo quiere decir que no nos quedemos a mirar hacia atrás el pasado, sino de tener una visión más amplia hacia adelante, hacia el futuro, con la esperanza de que vamos a lograr nuestros objetivos siempre con la ayuda de Dios.

Es abandonarnos a Dios con una fe plena, pero que amerita mucha reflexión por parte nuestra. También nos quiere dar un claro ejemplo de obediencia y de escucha, que falta mucho en estos tiempos actuales, que nos falta obedecer y nos falta escuchar. Ahora Dios nos habla por medio de personas pero no las escuchamos, si Abraham obedeció en el acto, cuánto nos cuesta a nosotros obedecer en un mundo que nos tiene todo a la mano, que nos da las cosas cómodamente. Estamos empapados de todo esto y, por tanto, nos cuesta obedecer a Dios cuando no obedecemos al que está a nuestro lado.

Abraham es el personaje de la promesa. Recoge como función de su vida el ser portador de una promesa para la humanidad y, en ese sentido, es el personaje de la esperanza.

Por eso es, para nosotros, no un modelo en cuanto persona buena, él duda y se encuentra continuamente en medio de su vida en la desnudez de la soledad, lejos de su tierra, de su cultura y familia. Teniendo que renovar, incluso, su propia imagen de Dios, el sentido de la promesa que espera. Siempre en un proceso de renovación continua pero siempre en un proceso de espera.

Su espera no es la que brota de la desesperación sino la espera paciente y paulatina. Esperar, según él, es como amar o crear, es como sembrar, es la espera de la esperanza que es contradictoria con la desesperanza. Es también la espera de la fe.

Es la espera de la humildad opuesta al sentido de la prepotencia y del miedo. No es la espera tranquila sino de la tensión, de la lucha, del esfuerzo del continuo caminar, la esperanza de Abraham es la espera confiada de que el ser puede convertirse en un ser pleno. Es la esperanza de crecer, de renovarse, de ir haciéndose por etapas, de vivir la historia como un camino hacia una meta.

Para Abraham todos tenemos futuro en Dios. Dios es el sentido, la esperanza y el futuro de la humanidad.

GRUPO “Franciscano-dominico”