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Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

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En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

viernes, 10 de junio de 2011

Dialogo de Jesús con la Samaritana

Crítica Textual:

1.    Análisis Sincrónico

a.  Lingüístico: El relato del Evangelio de San Juan 4, 1-42; es una unidad literaria llamada “Dialogo de Jesús con la Samaritana”. El diálogo es el centro de este relato.  La forma literaria es la de “encuentros del revelador” y forma un díptico con el encuentro con Nicodemo. El relato tiene tres unidades diferenciadas: en primer lugar el diálogo de Jesús con la samaritana (4,1-26); en segundo lugar el diálogo de Jesús con sus discípulos (4,27-38); en tercer lugar e coro final en que aparecen todos los actores (4,39-42).

El episodio comienza con referencia al capítulo anterior. Después, Jesús abandona  Judea para volver a Galilea (4,3). El camino normal para de Judea Galilea no era por Samaría, sino por los márgenes del Jordán; pues la expresión tenía que pasar, tenga un sentido más profundo: el propósito evangelizador que en este caso sería la oferta de salvación al conjunto de Israel.

Si tenemos en cuenta que en el resto del evangelio Juan hace sus elaboraciones literarias a partir de personajes reales, podemos sospechar que hay un cierto material tradicional recogido por el evangelista, a partir del cual “con su maestría para la escenificación y sus recursos ha desarrollado un soberbio guión teológico. El malentendido (v.11), la ironía (v.12), el cambio rápido ante un asunto embarazoso (v.19), los primeros y segundos planos (v.29), y el efecto de coro griego a cargo de la gente del pueblo (vv. 39-42), son otros tantos toques escénicos que se han empleado con habilidad para desarrollar una de las más vivas escenas que recogen los evangelios” (Brown I, p. 380).

 No existe ningún paralelismo sinóptico a este encuentro de Jesús con la samaritana, ni siquiera en Lucas que es el evangelista que más simpatiza con las mujeres -Isabel, María, Ana, la pecadora, María de Betania, Marta, la viuda de Naín, las mujeres que servían a Jesús, las hijas de Jerusalén…,- y de los samaritanos -buen samaritano (Lc 10,29-37), leproso agradecido (17,11-19). Más bien Lucas nos conserva un relato sobre la mala acogida que los samaritanos le hicieron a Jesús (9,52-53). El relato de Juan carece de todo tipo de confirmación en el NT, si excluimos el éxito que los apóstoles tuvieron en su evangelización en Samaría después de la Resurrección de Jesús (Hch 8,4-8).
Se ordena en torno a tres temas de conversación de Jesús con la samaritana: En primer lugar el tema del agua viva (4,5-15); segundo el tema de la adoración verdadera  (4,16-24); y tercero el tema mesiánico con la revelación de Jesús como Mesías a la mujer (4,25-26).
Esta sección es un diálogo centrado en los intereses de los dos personajes: Jesús sediento junto al pozo y la mujer que viene a sacar agua.

b.   Semántico: Una observación sobre la creciente hostilidad del judaísmo oficial sirve de prefacio a este relato y ayuda a destacar, por contraste, la favorable acogida que recibe Jesús por parte de los samaritanos. Tenía que atravesar por Samaria: El camino más directo, un viaje de tres días, desde Judea a Galilea atravesaba el territorio de los samaritanos que frecuentemente se mostraban hostiles para con los judíos y los galileos. Es posible que el interés de Juan hacia los samaritanos se debiera a la adaptabilidad  de su interpretación del judaísmo a la nueva  revelación cristiana.; ellos explicaría la facilidad con que los samaritanos recibieron la predicación apostólica.       
Una ciudad conocida como Askar cercana muy conocida hoy pudo ser la Sicar de ese episodio; pues en tiempos de Jesús Siquem estuvo habitada por personas que no la casi no la consideraban una ciudad. Alude al campo que compró Jacob cuando venía de Mesopotamia y donde edificó un altar a Yahvé y que luego dio como mejora a su hijo José. Aquí había acampado Abraham, había adorado a Yahvé y había recibido la promesa de bendición.

La mujer es un personaje vivo y real, pero a la vez cargado de simbolismos. Si la reducimos a un puro símbolo, perdemos toda la belleza del encuentro personal entre dos personas de carne y hueso con todos sus matices psicológicos. Si por el contrario la reducimos a una simple anécdota, a una historieta, perdemos toda la inmensa riqueza simbólica de lo que esta mujer representa. Hay pues que analizar paralelamente la dimensión psicológica (el relato del encuentro de una mujer de vida irregular con Jesús) y la simbólica (la confrontación de Jesús con el Israel adúltero, el tema nupcial sugerido, el verdadero culto, y la conversión de los samaritanos y su incorporación a la comunidad joánica).

La presentación de los personajes es magistral. Es la hora del mediodía. Jesús está cansado del camino y tiene sed (quaerens me sedisti lassus: cansado de buscarme te sentaste). Jesús está solo. Hay un pozo y algún árbol que dé sombra. Una mujer acude con el cántaro en la cabeza y se inicia la conversación. En el trasfondo se sugiere el tema de los encuentros con mujeres junto al pozo (Isaac y Rebeca -Gn 24,11-; Jacob y Raquel -Gn 29,10-; Moisés y Séfora -Ex 2,17). Todos estos encuentros acaban en boda, dan origen a una relación nupcial. También en el trasfondo está el tema del agua como don. El pozo que nos dio Jacob nuestro Padre, el pozo que en la tradición rabínica significa la Ley “que nos fue dada por Moisés” (1,17). Pozo simbólico, pero a la vez real, que puede muy bien ser el que hasta hoy se puede visitar.

Igualmente la mención de la hora tiene un significado simbólico, al mismo tiempo que sirve para ambientar el calor y el cansancio de Jesús. En el encuentro entre Jacob y Raquel junto al pozo el Génesis contaba el detalle de que “todavía era muy de día” (Gn 29,7).

Otra explicación al dato de la hora sexta puede ser el relacionarla con la hora sexta en que Pilato hizo sentar a Jesús, lo declaró rey y lo condenó a muerte. En Samaría a la hora sexta, Jesús se sienta en el pozo como Salvador; en el Pretorio de Pilato, como rey (19,14). ejkavqisen ejpi. No dice Juan que Jesús se sentó junto al pozo, sino sobre el pozo, quizás para indicar que él mismo era el pozo. La sed de Jesús también está relacionada con la sed de la cruz (19,28).

La fatiga es a la vez real y simbólica. A esta hora del día es lógico que Jesús estaría cansado del camino. Pero su fatiga representa las fatigas misioneras del predicador evangélico a las que se aludirá al final del pasaje. “Yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga” (4,38). En todos estos casos aparece el mismo término -kopia'n- que también utiliza mucho S. Pablo para referirse a las fatigas apostólicas (Rm 16,6.12; 1 Co 4,12; 15,10; Ga 4,11…).
Si, como sospechamos, hay varias alusiones al tema nupcial, resultan también muy significativas la soledad y el hecho de que la mujer sea de Samaría. ¿Cómo no recordar el tema nupcial de Oseas, el profeta de Samaría? En su propia vida había experimentado el pecado del pueblo en la persona de su propia esposa, adúltera. Si leemos atentamente el pasaje de Oseas, descubriremos múltiples resonancias en el texto de Juan. Dios promete a la adúltera que volverá a desposarla, que la llevará al desierto para seducirla de nuevo, que le hablará al corazón (Os 2,16). Aquella mujer se había prostituido yéndose detrás de los amantes (los ídolos) que le daban su pan y su agua… (2,7). “Yo no habían conocido que era yo quien se lo daba…” (Os 2,7.10). “Si conocieras el don de Dios…” (Jn 4,10).
Por otra parte la conversación de Jesús, además de suscitar la admiración de la samaritana (4,9), suscita también la admiración de los discípulos (“Se sorprendían de que hablar con una mujer”). Jesús supera todos los prejuicios y tabúes, raciales o sexuales, y se muestra un hombre extraordinariamente libre).
Los judíos tenían prohibido usar los mismos vasos de los samaritanos porque tenían miedo de contaminarse. El contacto de una mujer durante su regla era causa de impureza, y las mujeres samaritanas se suponía que tenían la impureza desde la cuna (Niddah 4,1), y su trato producía impureza ritual.  Se nos conservan dichos rabínicos que vienen a decir: “No estés nunca a solas con una mujer casada”. “No se debe estar solo con una mujer ni en el albergue, ni con la propia hermana, o con la propia hija, a causa de los pensamientos de los demás. No se debe charlar con una mujer en el camino…” “Cada vez que uno se entretiene un largo rato con una mujer, va al encuentro de la desdicha, abandona la palabra de la Ley, y finalmente hereda la Gehenna” (textos citados por Panimolle I, 387).
Algunos autores han querido ver también en este pasaje una alusión a cómo se realizó la evangelización de Samaría durante la época apostólica, y a la entrada de los samaritanos opuestos al templo en la comunidad juánica en algún momento de su desarrollo histórico (p. 22). Son muchas las semejanzas, sobre todo en la segunda parte del discurso de Jesús, con el relato de Hechos sobre la evangelización de Samaría, en que hubo una diferencia entre los sembradores (Felipe) y los cosechadores (Pedro y Juan): Hch 4,35-38.
El rechazo del culto de Jerusalén alude a las personas que al convertir a los samaritanos querían hacer de ellos primero judíos ortodoxos y luego cristianos, o les obligaban a acudir al templo de Jerusalén. La abundante cosecha puede referirse al fruto de la primera misión de Felipe. El acento a la importancia del Espíritu puede aludir a los fenómenos carismáticos que acompañaron la predicación en Samaría y la disputa con Simón Mago. De este modo se explicaría simbólicamente el “Yo os envié a segar”, aludiendo a un contexto postpascual.

c.   Pragmático: La perícopa define el contenido del designio divino que Jesús ha de ejecutar: la comunicación del Espíritu al hombre como nuevo principio vital que sustituye a la Ley externa. El Espíritu, que se hace constitutivo del hombre, lo desarrolla y lo fecunda, dándole la capacidad de amar generosamente. Lo eleva al nivel de existencia que se llama vida definitiva, propio de la creación terminada, completando así su ser. Lo capacita para realizar el proyecto de Dios en sí mismo, la plenitud de vida personal. El Espíritu es único, el de jesús; por eso, aunque constituye un principio vital en cada individuo, crea la unidad en la diversidad.
Dios se define como Espíritu, es decir, como principio dinámico de amor. El sustrato del universo es un amor personal, activo y sin fronteras, hecho presente en Jesús y que por él llega a todo hombre que lo acoge en su realidad humana. Por ser fuente de vida y amor por esencia, Dios-Espíritu es llamado Padre. Esta denominación suprime las discriminaciones, dejando en la sombra el origen étnico y los condicionamientos culturales. El único Padre de la humanidad entera crea la hermandad y la igualdad de todos. La superioridad que busca pretexto en las peculiaridades o tradiciones nacionales o religiosas queda eliminada. Reconocer a Dios como Padre exige renunciar a los particularismos.
La denominación «Padre» hace pasar a Dios de la esfera de lo sacro a la de la familia. El se propone formar la familia humana. Cesa, por tanto, el culto a Dios en los templos. El Padre no exige presentes o dones, él es el dador que comunica vida. Su voluntad y designio es que ésta se extienda y florezca lo más posible. El homenaje al Padre ya no consistirá, por tanto, en un culto ritual, al estilo del de Israel. No hay dos esferas, la de Dios y la de la vida. La existencia misma, dedicada al bien de los demás, es el culto al Padre, que vive con el hombre, prolongando con él su actividad en el mundo. El amor forma inmediatamente la nueva comunidad humana, que muestra al mundo la realidad de la obra de Dios.
Es el pueblo marginado quien responde a Jesús. Mientras los instalados en el régimen judío no lo han comprendido, e incluso lo han forzado a marcharse de Judea, los despreciados lo acogen.

  1. Análisis Diacrónico
a.    Crítica literaria: Cualquiera que haya leído el AT y tenga algún conocimiento del judaísmo representado en los escritos rabínicos y apocalípticos del período intertestamental encuentra que el mundo de  los sinópticos le resulta inmediatamente familiar; Juan, en cambio, parece a primera vista tener un carácter completamente distinto. Aunque se sitúa en Palestina y presenta a Jesús como cumplimiento de la expectación del AT, Juan parece encajar mucho mejor en la esfera del gnosticismo, hermetismo y otras formas de la especulación helenística.  Términos como logos, vida y luz, adjetivos como verdadero y verbos como conocer, todos ellos usados en sentido esotérico y pregnante; el dualismo implícito en luz y tinieblas, espíritu y carne carecen prácticamente de eco en la tradición sinóptica, pero son corrientes en la sabiduría sincretista del helenismo. Estas características joánicas son comunes tanto al relato como a los discursos del evangelio. El Cristo joánico, al parecer, difiere radicalmente del Jesús de los sinópticos. En Juan encontramos alegorías, simbolismos, un vocabulario técnico y sutil y una serie de declaraciones magisteriales: Yo soy… el pan (6,34.41.48.51). Estas características tienen su correspondiente paralelo en las revelaciones de los salvadores de las religiones helenísticas.
Es innegable que Juan. Posee considerables semejanzas verbales con extrañas formas del pensamiento helénico.  Juan pertenece a la tradición de la historiografía Israelita, firmemente enraizada en los acontecimientos de la historia de la salvación  y con estrechas analogías con la lectura sapiencial del antiguo testamento.
Se puede decir que el dato primitivo comprende los versos del 5-7.9, Jesús se encuentra con una mujer junto a un pozo. Como la situación parece poco conveniente para la mujer, Jesús llama al marido; puesta al descubierto por Jesús, la mujer reconoce en él a un profeta y va a proclamar su admiración ante sus paisanos. Pensando en el trasfondo veterotestamentario, se descubre una temática nupcial. En Gn 24, la escena del matrimonio de Rebeca se desarrolla junto a un pozo; y la conversión de la samaritana y luego la de sus paisanos aparece bajo los rasgos de un desposorio, a la luz de Gn 24 y de las tradiciones proféticas.
El evangelista reelabora estos datos y sobre todo, intercala los dos desarrollos sobre el agua viva, el culto, el alimento y sobre la misión escatológica. En esta etapa de la redacción aparece el famoso Quid pro quo joánico, que hace progresar al interlocutor de Jesús desde una comprensión parcial o inexacta hasta el verdadero reconocimiento de Jesús y de su mensaje. A ese propósito se ha podido hablar de un diálogo que funciona en varias ocasiones como una excusa,  que lleva al interlocutor de Jesús a la altura del maestro. En esta etapa es cuando el evangelista integra las tradiciones veterotestamentarias y judías sobre el pozo (Ex 17 y Un 20), así como las tradiciones sapienciales sobre el agua viva, símbolo de la sabiduría divina que permite al hombre vivir y llegar a la vida eterna.

Finalmente, un último redactor ha añadido algunas glosas o añadido algunas correcciones (v. 2, vv. 22-23ª; 23c-24; quizá 37-38).

b.    Crítica de las tradiciones: Plenamente consciente de la fecha  tardía  de Juan, de su origen manoapostólico, de la influencia  del pensamiento  helenístico en él  y de su intensión altamente teológica, la crítica de la  pasada generación dio por sentado que Juan apenas si poseía el valor histórico  y que en materia de este tipo debían preferirse invariablemente el orden y la presentación de los sinópticos.
Las razones antes mencionadas difícilmente permitirían hoy mantener este punto de vista. “Las fuentes o tradiciones usadas por el cuarto evangelista merecen al menos tanto respeto como las que emplearon los sinópticos”.  Es cierto que la orientación teológica de Juan le ha hecho subordinar los aspectos meramente estadísticos de la historia  a su gran preocupación por el significado  que en ella descubre la fe; no obstante, el evangelio es histórico.  La historia estaba en la atmósfera religiosa que Juan respiraba: si la historia no fuese verdadera,  la revelación que contenía carecería evidentemente de todo significado.
Es indudable que la presentación de los sinópticos ha de preferirse porque describe la proclamación mesiánica de Jesús como gradual, a diferencia de lo que hace Juan, donde desde un principio se da por supuesta. No tendremos en este trabajo dificultad alguna, en reconocer que Juan anticipó el desarrollo histórico por razones teológicas.  En realidad, Jesús  apareció normalmente entre los hombres como el simple maestro que describen los sinópticos, no como el profundo predicador que presenta los discursos joanicos. Movido por su intensión altamente espiritual, Juan subrayó  este profundo aspecto de la enseñanza de Cristo en vez del otro y centro su evangelio en Jerusalén, entre los doctores  del judaísmo, en vez de centrarlo  en el lejano país de Galilea.  Sin embargo, hasta la misma tradición sinóptica atestigua que también este aspecto de su enseñanza fue histórica,  especialmente el mensaje joánico de Mt 15, 25 – 27, que contiene toda la cristología  del cuatro evangelio  y causa perplejidad a los que niegan la solidaridad entre el cielo joanico  y la tierra sinóptica.

En cuanto al texto critico de Juan, los modernos investigadores dependen sobretodo de los grandes códices de los siglos IV y V, especialmente el sinaítico y el vaticano, representantes del llamado texto alejandrino  y el Codex Bezae, representante del llamado texto occidental la forma alejandrina del texto  es generalmente más pura que la occidental y vaticano ha servido de base  ala mayor de las  ediciones de Juan.

c.    Crítica de la redacción: Los diferentes diálogos que mantiene Jesús con los discípulos, con Nicodemo, con la samaritana indican que el evangelista a ha efectuado una distribución esquemática del material. En estos diálogos Jesús hace repetidas veces una afirmación relativa a una verdad religiosa que, sin embargo, da lugar a un malentendido en un sentido superficial y material. Este malentendido permite al Señor (o a Juan), desarrollar ampliamente el verdadero sentido espiritual de su declaración. Esta situación, por supuesto, tiene su fundamento en la vida de Jesús, cuya doctrina no fue ampliamente comprendida hasta después de la resurrección y el don del Espíritu Santo. Cuando el diálogo ha cumplido su propósito, se resuelve muchas veces en un monologo de Cristo o del evangelista, en el cual se profundiza el tema anteriormente introducido en el diálogo. Este recurso reproduce en parte la técnica de Mateo, consistente en reunir las palabras del Señor sobre un determinado tema para formar con ellas un solo discurso; las palabras aparecen disociadas de un auditorio específico y hacen posible una aplicación universal.



3.    Análisis Hermenéutico:

  1. Interpretación: En la intensión del evangelista  cabe también una conveniencia moral, la de revelarse como salvador a los Samaritanos.  El plan de Juan es ante todo teológico.  Su narración se orienta siempre hacia la revelación de la luz.  El episodio  de la Samaritana no tiene como fin central narrar la conversión de esta mujer,  sino mostrar  como la LUZ se ha revelado a este pueblo cismático.  Estos primeros capítulos se orientan todos en este sentido: Juan revela a Jesús (Jn 1, 31 - 34); Jesús muestra su gloria en Caná (2, 1 – 11), en el templo (2, 18 – 22), delante de Nicodemo (3, 1 – 18).  Ahora en el pueblo de los samaritanos.  El centro del episodio está en el versículo 42. 



Samaria, provincia intermedia, entre Galilea y Judea. Desde la muerte de Salomón estuvo separada de Jerusalén y fue el centro del reino norte, de Israel. El que poseía su capital, que también se llamaba Samaria, era considerado como’ el rey de Israel. El 721 a. C. fue tomada la capital por Salmanasar, después de tres años de asedio. Para reemplazar a los israelitas cautivos, el rey de Asiria envió nuevos pobladores gentiles, que adoraban sus propios dioses. Sobrevinieron muchos males, que atribuyeron a venganza de Yavé, el Dios de la tierra. Desde Asiria les enviaron un sacerdote hebreo (. Re 17,25-28), Resultó una amalgama religiosa de judaísmo y paganismo (4 Re 17,29-41). Así empezó la enemistad con los judíos del sur, que se acentuó cuando volvieron los cautivos de Babilonia. Los cautivos rehusaron la colaboración de los samaritanos, que consideraban como a paganos (Esdr 4,Iss). Un sacerdote que huyó de Jerusalén se refugió en el país samaritano. Le edificaron un templo en el Garizim, para que se diese culto a Yavé. La enemistad entre los dos pueblos la ha retratado muy bien Ecli 50,25-26, que odia a los samaritanos como a los filisteos. Alejandro Magno mató gran parte de los que habitaban en la ciudad de Samaria y los sustituyó por una colonia de siro-macedonios. Juan Hircano destruyó el templo del Garizim y la misma ciudad de Samaria, que luego reconstruyó Herodes Magno, con el nombre de Sebaste Augusta. En el NT no sale la ciudad, sino la región.



 Sicar algunos la identifican con la aldea de Askar, al norte del pozo y frente a la llanura homónima, en la falda oriental del monte Hebal 2, Juan la llama «ciudad». Por esto A. Fernández cree que se trata de la antigua Siquén, que las excavaciones iniciadas en 1913 y terminadas el 5926-27 han identificado con Teil Balata, a la entrada oriental del valle, cercaná al pozo. En tiempo de Cristo estaba todavía habitada y en arameo se llamaba Sychora, que coincide con el Sicar del evangelio 3.



Un pozo, literalmente «una fuente». Pozo, porque estaba profundo,  fuente, porque manaba agua. Las cisternas sólo tienen el agua que cae de la lluvia. El AT no menciona este pozo de Jacob. Fatigado, Jesús caminaba a pie, este camino es pendiente. Habría salido temprano y no habría comido. Los judíos no solían desayunar (Mc 11,12). Así, como había quedado (Mc ,3 6), o con sencillez, naturalmente, como cualquier viajero que descansa. Junto, ini, que con dativo puede significar en la «koiné» junto a. También puede traducirse sobre el brocal del pozo.  Samaritana, no precisamente de la ciudad de Samaria, que queda retirada, sino de Sicar, a unos cinco minutos del pozo. Su mentalidad y costumbres reflejan la mezcla de su sangre y de su religión. Para sacar agua. Tanto en Askar como en la vieja Siquén había fuentes. Varias en Askar.



¿Por qué viene al pozo de Jacob? Se dan hipótesis: que vivía fuera del pueblo, en una casa más cercana al pozo, que tenía devoción por el agua del pozo. Planes de Dios. Todo está preparado para el encuentro con Jesús. Se han ido los discípulos, Jesús está junto al pozo y con sed, la mujer se ha retardado hasta el mediodía. La hora en que se llenan de cántaros las fuentes es por la mañana o al atardecer.



En el versículo 8 se explica la intimidad del coloquio y la pobreza de Jesús. Han venido sin provisiones. El hecho de que todos los discípulos dejen solo a Jesús puede indicar que Jesús mismo ha querido quedarse solo, También se explica por qué Jesús pide a la mujer. Es admirable este empezar Jesús pidiendo a una mujer. La respuesta de la mujer revela su orgullo de raza y su rivalidad con los judíos. Contrasta su dureza y superioridad con la sencillez humilde de Jesús, pidiendo agua. Con otro sentido también Pedro dirá: « ¡Tú a mí!» (13,6). La samaritana no se extrafla de la petición en general, sino de que un judío le pida a ella. Ha conocido que Jesús es judío o por el vestido, o por el habla, o por la misma dirección del viaje (Jue 12,5-6; lvIt 26,73). Juan explica.

Si conocieras, condicional irreal. El don de Dios. El genitivo es sujeto. El don que Dios hace. ¿En qué consiste el don? La unión con la proposición inmediata: y quién es... nos inclina a pensar que el don concreto es la presencia de Jesús, la petición misma de Jesús. Esto es lo que Dios había preparado directamente a favor de la mujer, como principio y fuente de los demás dones, del agua viva, del espíritu. La mujer no se da cuenta de la intención y de las ventajas que tiene para ella que Jesús le pida agua. Y no se da cuenta, porque tampoco conoce quién es aquel peregrino cansado. Si se hubiera dado cuenta, ella hubiera pedido a él... y él le habría dado. Contraste entre la actitud de la mujer y la disposición benévola del peregrino.



Agua viva tiene doble sentido: material, agua que mana y corre, en oposición al agua estancada de las cisternas (Gén 26,29; Jer 2,13; Zac 14,8). Aquí tiene un sentido trascendente y mesiánico, agua que da la vida verdadera, como el pan vivo o de la vida.  Efecto parecido al del pan de la vida, que quita el hambre y la sed (6,35). En 6,27.32 se contraponen dos panes, aquí dos aguas. Es una para indicar la perfección del agua y del pan, que son el y perfecto alimento del hombre, pues dan la vida divina, la eterna, la propia de Dios. La misma perfección expresa la metáfora de la fuente. Agua que es perfecta en sus efectos, es siempre manante, una fuente. Salta hasta... Esta metáfora indica la misma perfección vital, la misma suficiencia intrínseca del  que dará Cristo. El origen de la metáfora se puede explicar o la fuerza ascensional del agua material, que sube tan alto cuanto es el principio (Maldonado, Knabenbauer), o por las fuentes nunca se secan, como los ríos que van creciendo hasta llegar mar.



¿Cuál es la realidad concreta latente bajo la del agua viva? Amós, Isaías, Oseas llaman fuente de vida a la palabra de Dios. Dios mismo es fuente de agua viva. Jn 7,39 llama agua viva al espíritu que reciben los fieles. La idea de saltar y manar se aplica a las venidas del Espíritu de Dios. El agua viva tiene dos simbolismos, uno más general, que abarca todos los dones mesiánicos; otro más concreto, el Espíritu, que da por Cristo a los creyentes. Agua que salta hasta la se dice del agua que brota y salta, participio adjetivo propio de la viveza y movimiento del agua viva, inspirado en una propiedad del agua manante. La preposición si se aplica a la cosa lugar que es término de un movimiento. El término del agua aquí es la vida eterna. No es preciso tomar el término en sentido local, el cielo como posesión futura. Basta el sentido terminativo en general. Cristo pone en el creyente una fuerza vital, que tiene como término la vida eterna, en el sentido propio de Juan.



Una supervida, que empieza ya en el tiempo. Esta vida la da mediante Espíritu, que permanece habitualmente en el creyente y es causa de vida. Etç expresa con frecuencia un suceso, una finalidad.  La vida eterna depende no sólo del agua que salta., sino de toda la frase: se forma en el creyente una fuente burbujante para la vida eterna. Fuente que mana es lo mismo que agua viva, causa de vida eterna, pero que no se agota. También se puede distinguir la fuente manante de la vida eterna, como la causa del efecto, El Espíritu Santo sería la fuente que produce la vida. La reacción de la mujer es la misma de la turba cuando Jesús le habla del pan de la vida (6,27s). Piensan a lo humano, en un pan y agua natural, de mejor condición, y piden interesadamente.

Jesús siempre permanece en el plano superior de lo sobrenatural, mientras la mujer hasta ahora está siempre en lo natural. Al decirle que llame a su marido pretende dos cosas: a) preparar el agua de la salvación personal de la mujer, revelándosele como profeta; b) que vaya al pueblo y vengan los samaritanos, que han de creer en el Salvador.



Has dicho bien”. Pedagogía amorosa. Alaba todo lo que se puede. Es difícil que todos hubieran sido legítimos, que hubieran ido muriendo sucesivamente. El hecho de que ahora viva ilegalmente favorece también la explicación del Crisóstomo, Maldonado y otros, que los suponen todos ilegítimos. Tal vez entre los cinco hubo de todo. El que ahora tiene hace el sexto y es ilegítimo. Un profeta, que habla con un conocimiento que sólo tienen los hombres de Dios. El conocimiento de los secretos humanos siempre fue ciencia divina. La mujer reconoce la verdad de Jesús y sus pecados. Buena disposición para la gracia.



La mujer toca un problema disputado entre judíos y samaritanos y que supone la unidad de santuario que prescribe Dt 02,5. El templo del Garizim, que no existía ya, había sido rival del de Jerusalén. La unidad de santuario se había roto con la fundación del reino de Israel. Créeme a mí es frase para atraer la atención sobre la autoridad del que habla. Jesús la repite a las almas. Creer en él plenamente es nuestra felicidad. La mujer estaba ya preparada para la fe.



Mujer, calificativo de honor, como el nuestro de «señora». En este monte, el Garizim, donde había estado edificado el templo samaritano rival del de Jerusalén. Ahora sin templo seguían allí con sus sacrificios y culto. Hoy todavía es el lugar sagrado de la pequeña comunidad samaritana que vive en Naplusa.  Aquí indica la paternidad universal de Dios. La superioridad de la religión como la practican los judíos, comparada cori la de los samaritanos. La superioridad no está en el lugar, sino en el conocimiento. Los samaritanos adoraban a Yahvé, pero su conocimiento sobre Dios era corto. Nosotros, los judíos, como pueblo escogido (Rom 9,4). La salvación mesiánica (3,17), centro de la esperanza nacional judía (Lc 1,69.71.77). Los samaritanos acabarán por reconocer que Jesús trae esta salvación (4,42). Estaba profetizado que el Mesías nacería de la tribu de Judá (Gén 49; Is 59,20; Rom 11,26). Esta proposición se propone como causa y explicación de la verdad y legitimidad del culto judío. Los judíos se consideran aquí como pueblo escogido; en el resto del evangelio se consideran los dirigentes del pueblo y como infieles a la elección. Recuérdese que los samaritanos sólo aceptaban los cinco primeros libros de la Biblia. Al rechazar los libros proféticos, ordenados todos al Mesías, habían desvirtuado su religión.



El tiempo que estaba próximo ha empezado ya con la venida de Jesús. Adorador, adorar, rpooxuvéco, etimológicamente es honrar mediante un beso en la mano o el gesto equivalente (Re 19,18). La teoría protestante y modernista del culto exclusivamente interior no es bíblica. Cristo adora postrándose en tierra en el huerto. Pablo dobla sus rodillas en público. Si en los judíos había degenerado el culto exterior, Cristo no viene a suprimirlo, sino a vivificarlo por el Espíritu (Zac 12,9s; Ez II,I9 36,27). En Espíritu. Se han dado varias explicaciones. En espíritu podría ser desde el fondo del corazón, con toda el alma, subrayando la parte más noble del hombre. De hecho pneuma significa esto en Jn 11,33.



Toda la vida cristiana va dirigida por el Espíritu Santo, que habita en nosotros, como en su templo y es un verdadero culto, un sacrificio espiritual (Rom 12,1; Flp 2,27; 1 Pe 2,5). El culto verdadero o genuino, el perfecto es un acto sobrenatural, que exige, como toda la vida, empezando por el nacimiento, un principio proporcioimdo. El espíritu divino empieza a obrar ya desde el bautismo. Tanto «espíritu», como «verdad» determinan el verbo adorarán y expresan la verdadera adoración, que estaba prometida en la época mesiánica. «El Espíritu de verdad» (24,26; 16,13) hará que la nueva religión se mueva también dentro de la verdad revelada.  Dios es espíritu. El sujeto es Dios, que tiene artículo. El predicado carece del artículo. Dios es luz, Dios es amor (1 Jn 1,5; 4,8). La espiritualidad de Dios era esencial en el judaísmo. La adoración corresponderá al ser propio de Dios, será auténtica adoración de Dios, como él la quiere, si el Espíritu de Dios opera en el creyente. Los que restringen el v.23 al culto pura o principalmente espiritual e interior, arguyen de este verso y comparan la naturaleza de Dios con la naturaleza del culto. La relación también existe en nuestra explicación, que acentúa la causa espiritual. Si el Espíritu es principio de la adoración, ésta será conforme al ser de Dios.

 Grupo RUAH

Los discípulos llegan cuando todavía está la mujer con Jesús. Se admiran del hecho de que habla con una mujer. Entre los judíos se llevaba con rigor la separación pública de sexos, Los rabinos decían que no se debía hablar en público ni con la propia mujer. El silencio de los discípulos es prueba de su respeto al Maestro.  Nótese el estilo figurado. Jesús habla en el plano espiritual y los discípulos piensan en lo natural. Es probable que Jesús no comiera ni bebiera hasta la noche. La voluntad es la salvación de los hombres (3,37; 6,39s), coincide con su obra (17,4). No decís vosotros.., yo os digo. Nótese la antítesis entre lo que dicen los discípulos y lo que dice Jesús. Ellos hablan en el plano natural; Jesús en el sobrenatural. Que Jesús hable de la mies en sentido espiritual es cierto por los y. 36-38, que son figurados. La frase de los discípulos no tiene la forma de los proverbios, que no tienen sujeto determinado.



En la fe de los samaritanos ha influido primero la predicación de la mujer. «Su testimonio, que consistía en contar lo que a ella le había pasado. La palabra de Jesús influyó todavía más. Creyeron muchos más. Los pasos de la fe en los samaritanos son:

a.    oír a la mujer;

b.    oír a Jesús;

c.    saber,

d.    convencerse de que él es el Salvador.

La fe da un verdadero conocimiento. Salvador del mundo, no sólo de Israel (5,49). El universalismo es característica de Jn 1,39; 3,26; 11,52, aunque la salvación venga de los judíos (4,22). El título de salvador se dio a los dioses paganos,  a los reyes helenistas y a los emperadores romanos; aparece aplicado a Cristo en la primera predicación de los apóstoles.



  1. Actualización: La samaritana aparece bajo el signo del "no-tener": “no tiene” marido y el que tiene “no es su marido”. Siente sobre ella la tarea penosa de acudir diariamente al pozo  a sacar agua, está prisionera de convencionalismos étnicos y  religiosos y  los formula abiertamente ante Jesús. Su  conducta posterior (tomar la iniciativa de “evangelizar” a los de su pueblo), es una osadía impropia de una mujer. También Jesús está en situación de desamparo y vulnerabilidad: es forastero, tiene sed, no  tiene cántaro y el agua del pozo le es inaccesible.



El itinerario que ha elegido (atravesar la hostil Samaria) es inusual y peligroso. Su comportamiento de pedir agua a una mujer altera los esquemas convencionales de las relaciones entre judíos y samaritanos y entre hombres y mujeres y  supone una conducta reprobable y transgresora de las costumbres de su tiempo. Ante ella aparece marcado por un “no tener” que describe siempre en el evangelio de Juan una condición deficitaria y un riesgo de quedarse fuera de la vida: no tienen vino 2,3; no tengo a nadie que me meta en el agua 5,7; ¿tienes pescado?...No.



Ni el recelo inicial de la mujer y  sus "cinco  maridos", ni el deseo  de justificarse del Escriba, van a ser obstáculo  para el encuentro  con  Jesús. Tampoco lo  serán la heterodoxia del pueblo samaritano ni los prejuicios étnicos y de género de los discípulos: a los primeros el testimonio de ella va a conducirlos a la fe; a los segundos Jesús va revelarles que su alimento es hacer la voluntad de su Padre y que su encuentro con la mujer y con el pueblo samaritano son ya parte de la cosecha deseada.



Como maestro de sabiduría y hábil conversador, emplea todos los recursos de la palabra e inventa estrategias de aproximación: pregunta, dialoga, argumenta, propone, intenta convencer, narra, sugiere, afirma, valora la postura del otro/a, provoca reacciones de identificación o rechazo, se atreve a pronunciar imperativos. Sigue a la mujer en sus evasivas y se las arregla para alcanzarla en un terreno en el que no tienen escapatoria y se encuentran enfrentados con su verdad o con su ignorancia: “No tengo marido...”. Entra primero en su punto de vista para conducirlos hacia donde Él quiere, no se retira ante las defensas que esgrime la mujer.



Como amigo que busca crear relaciones personales, en ningún  momento emite juicios morales de desaprobación o de reproche: en lugar de acusar, prefiere dialogar y proponer, emplea un lenguaje dirigido al corazón de aquellos con quienes habla y utiliza una estrategia de "espacio  vacío". En la conversación con la mujer, la fórmula “si supieras quién es el que te dice...”, actúa como “efecto distancia” y consigue que entre ambos se cree un espacio en el que ella se siente reconocida y puede plantearse preguntas: la identidad de Jesús ("un judío"), tan clara para ella al comenzar el diálogo, queda cuestionada. Y en ese manejo del espacio, Jesús actúa con lentitud, no se apresura a proponerse como centro sino que avanza "en espiral", para ir despertando poco a poco el interés de la mujer por tener acceso a una fuente de otra VIDA.



Como experto en humanidad a la mujer le descubre el manantial que puede brotar de lo más hondo de ella misma, en contraste con la antigua ley y mandamientos externos, y le revela también la interioridad del Padre y la búsqueda que le habita. Así lo que parecía definitivo, resulta ser provisorio y los principales apoyos y seguridades, vigentes en el comienzo del texto, manifiestan su incapacidad de comunicar “agua viva” y “vida eterna” y queda superado por la novedad del comportamiento y las palabras de Jesús. Las viejas instituciones son sustituidas por el "camino nuevo" de su carne (Cf. Heb 10,20) y su propia humanidad frágil se convierte en  espacio de encuentro: su cansancio inicial y su sed posibilitan el intercambio y la reciprocidad; su capacidad narrativa consigue que el que se movía en el terreno de lo teórico, se ponga en contacto con personas reales, de comportamientos reales y le enseña que la verdadera sabiduría consiste en MOSTRARSE HUMANO.



Los roles y estereotipos de género aparecen también superados: la mujer, sorprendentemente, hace uso de la palabra y se convierte en testigo y evangelizadora de sus conciudadanos, desempeñando roles reservados a los varones. Jesús, de quien  sabíamos al principio  que era un caminante judío cansado y sediento, se revela al final como el manantial de agua viva, como Señor, Profeta, Mesías, y Salvador del mundo. Se define a sí mismo por su capacidad de relación interpersonal: "el que habla contigo" y, lo mismo que el Señor en la primera Alianza, lleva a la mujer a un nuevo "desierto" para " hablarle al corazón” y en ella se cumple la promesa hecha a Israel: “Y tú conocerás al Señor" (Os 2,22).



La imagen  de Dios aparece también  transformada: A través de Jesús se revela como un Dios generador de vida, que da y busca, a quien se puede llamar "Padre" y que no se deja encerrar ni poseer porque es Espíritu. Si nos busca, es porque desea acrecentar nuestra existencia y comunicarnos alegría y plenitud.



Si la mujer samaritana agarrara nuestra mano ¿qué nos diría y hacia dónde nos llevaría?



Seguramente nos propondría que la acompañáramos hasta el pozo de Jacob y nos contaría cómo  llegó  allí con  el cántaro  vacío  de sus carencias y  dispersiones, pero  que ello no  supuso  ningún  obstáculo  para que el hombre que la esperaba realizara en  ella su obra. Y que, si algo aprendió allí de Jesús, es que él no se detiene ante nuestras resistencias y aferramientos sino que, como Hijo que actúa como ha visto hacer a su Padre (Cf.Jn 5,19) busca en nosotros ese "punto  de fractura" en el que emerge nuestra sed más honda, como si estuviera convencido de que sólo  un  deseo  mayor puede relativizar los pequeños deseos.



Quizá por eso  dejó  que ella fuera expresando ante él sus prejuicios, sus resistencias y sus recelos, hasta que emergió el anhelo de vida que se escondía en su corazón, y entonces él "tiró" de aquel deseo: "Si conocieras el don de Dios..." Sin lo primero, ella no habría llegado a reconocer sus insatisfacciones; sin lo segundo, la habría dejado marchar con su cántaro lleno de un agua que no calmaba la sed.



Podemos hacer memoria de los "pozos" en los que hemos vivido encuentros profundos con el Señor y en los que hemos recibido de Él "agua viva" y contactar con nuestra sed y con los "puntos de fractura" propios y ajenos, reconociéndolos como ocasión de gracia. Si le preguntamos nosotros por la transformación de su deseo, nos invitaría a no dejar nunca que nada ni nadie sofoque o entretenga los que estuvieron en  el origen  de nuestra opción de seguimiento de Jesús en la Vida Religiosa, sino a mantenerlos siempre despiertos e insatisfechos porque en ellos se esconde nuestra mejor "reserva de humanidad" y lo que nos permite continuar abiertos y expectantes ante ese Don que nunca acabamos de conocer por completo. Porque sólo los "buscadores de pozos" son capaces de aproximarse y "tocar", de perder tiempo y perforar apariencias, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita.



Y a lo mejor hasta se atrevería a preguntarnos los nombres de nuestros maridos, de esas realidades con  las que pactamos y  que nos apartan  de nuestro Centro: el marido  de la "necedad  desinformada y conformista" que nos hace creer que la situación  del mundo  no  tiene remedio  ("son  las leyes de una economía de mercado...", "es el precio  a pagar por el avance tecnológico...") y que lo  más sensato  que podemos hacer es acomodarnos a lo que hay. El "marido neoliberal y consumista" que nos arrastra hacia un engañoso modo  de ser "como todo el mundo", nos crea necesidades crecientes de confort y consigue que nos parezca lo  normal estar situarnos en un cómodo centro, alejados de cualquier riesgo y camuflando como "prudencia" la resistencia a todo lo que amenace desinstalarnos. A fuerza de vivir así, la "chispa de locura" que movilizó nuestras vidas hacia el seguimiento de Jesús se apaga, nuestra mirada se enturbia y los lugares de abajo que estamos llamados a frecuentar, terminan por sernos invisibles.



El "marido individualista" que nos ciega las fuentes de la alteridad, nos seduce con la facilidad de una vida trivial y distraída en la que no nos alcanzan el dolor de los otros, la gravedad de la presencia de Dios o el recuerdo peligroso de su Evangelio. El "marido  pseudoterapeuta" que impone el psicologismo como explicación  última de todo, sospecha siempre de nuestros deseos, les niega sistemáticamente un origen trascendente y nos instala en un nivel de positivismo hermético: todo tiene una razón en el más acá de nuestra psyche y el resto son proyecciones ilusorias. Y con eso nos niega la posibilidad de que nuestra libertad sea estirada más allá de nosotros mismos.



El "marido secularista" que nos aleja del pozo, del encuentro profundo con el Señor y de la experiencia mística, nos hace vivir solamente desde imperativos éticos, "seculariza" nuestro corazón  y nos incapacita para expresar la experiencia espiritual. El "marido espiritualista" que nos impulsa a seguir levantando santuarios y a escapar hacia los montes de nuevas sacralizaciones y  restauracionismos con rasgos de new age vaporoso, sin relación con lo tangible de la vida real y cotidiana.



El "marido idolátrico" que nos hace dar culto a los medios y a los instrumentos, a las instituciones, los ritos y las leyes, haciendo cada vez más difícil esa adoración que el Padre busca de nosotros y que no tiene nada que ver con el "retorno" a lo religioso. El "marido de los mil quehaceres" que esconde dentro el viejo dinamismo de buscar la justificación por las obras, nos configura como dadores más que como receptores y convierte los fracasos apostólicos o la vejez en verdaderos traumas, porque en esos momentos el trabajo pierde su  pretensión de absoluto.



Pero ella, que fue liberada de todas sus idolatrías, nos diría sobre todo:"- Sean pacientes con la lentitud de vuestros procesos a la hora de romper con esos maridos, estén seguros de que en cada una de vuestras vidas existe un pozo y el Maestro les está esperando sentado en su brocal. Confíen a su poder de seducción, a su paciencia a la hora de perforar vuestras defensas, a su deseo de conducirlos hasta lo profundo de vuestra vida, a sus fuentes interiores y secretas, porque Él sabe acompañar ese descenso sin impaciencia ni prisa. Cuando yo le escuché decir dos veces: “el agua que yo quiero dar”, supe que estaba habitado por el deseo violento de anegarnos a todos en su corriente.


1 comentario:

  1. me encanta la reflexión sobre los maridos, en este momento estoy por embarcarme en una aventura de servicio dentro de una comunidad pobrísima de lo material y muy lejos del verdadero conocimiento del "Agua Viva" y que al tener una cultura propia y rica es todo un reto. gracias por compartir.

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