¡Bienvenid@s a tod@s!

Bienvenidos, amigas y amigos que buscan caminos en la Teología... este blog propondrá opiniones, y métodos teológicos desde diversos enfoques carismas y experiencias particulares que podrían iluminar nuestro trabajo teológico. Estas reflexiones provienen de jóvenes religios@s y laicos que se encuentran en camino de formación, en estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos "Juan XXIII" de Lima, Perú.

Te agradeceríamos tus comentarios y opiniones

En el Corazón de María

Mg. César Palomino Castro (docente)

jueves, 15 de julio de 2010

METODO TEOLÓGICO EN SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA


La experiencia de encuentro con Dios en la vida de muchas personas, ha suscitado siempre una respuesta, la cual siempre va a responder a una realidad concreta. Esta respuesta, va a estar marcada y guiada, por puntos concretos que identifican el proceso del encuentro entre la persona y Dios, el mismo que toma un rostro. El rostro de Dios que la persona ha experimentado en su vida, es el que va a transmitir a los demás, en gestos concretos, pues quiere que los demás descubran el rostro de Dios en sus vidas.

Un claro ejemplo para las Hermanas Carmelitas de la Caridad, es Santa Joaquina de Vedruna y de Más. Joaquina, desea encauzar su nueva situación personal de manera más acorde con su experiencia cristiana y con sus inquietudes humanas y religiosas. Una mujer que fue descubriendo la experiencia de Dios, en cada uno de los estados de vida que vivió. Esta experiencia de Dios en la vida de Joaquina, marca el sentido teológico de su vida, y hablar de teología, es hablar de la “lógica de

Pero ¿Cuál es la “lógica de Dios” que orientó a Joaquina?

A continuación detallamos, como fue orientado el caminar de Joaquina en el mundo, dando así respuesta al llamado de Dios en su vida.
 
1.- La realidad del Pueblo que sufre (Vemos su rostro): Es el punto de partida para Joaquina, una realidad donde la posguerra y las crecientes desigualdades sociales vinculadas al florecimiento industrial están dejando un creciente reguero de desfavorecidos, de pobres, de excluidos sociales, pero sobre todo una humanidad afectada por la exclusión de la mujer. El no estar desvinculada de la realidad y de lo que en ella acontece, lleva a que Joaquina no sea ajena al dolor del que sufre y clama ser atendido, reconocido; se deja afectar por esta realidad. En este proceso de acercamiento al mundo de los excluidos, percibe en ella una sensibilidad creciente hacia los empobrecidos.
 
2.- Contemplación de la realidad, hecha oración a la luz de la palabra (Escuchamos su propuesta): El acercarse a las realidades de exclusión y dejarse afectar por ellas, provoca en Joaquina, una fuerte experiencia de Dios que cambia la imagen que tiene de él. Joaquina, dejándose guiar por el Espíritu, supo descubrir a este Dios que sale al encuentro a través de las realidades humanas. Esta realidad que forma parte de su vida, la hace oración y en ella descubre su fundamento “el amor apasionado de Dios Trinidad”, como expresión de amor y cauce de misericordia: El Padre que ve el sufrimiento de su pueblo; el Hijo que se encarna para redimir la humanidad y el Espíritu Santo como aquel que da fecundidad a la acción de Jesús y a su vida.

Dios Uno y Trino, se revela a Joaquina como Dios- Comunión y en él descubre la certeza de que la fraternidad universal es posible. Es en la Trinidad donde aparece claramente el amor que nos hace iguales. Se sabe acompañada por este Dios, que en Jesús de Nazaret se hace nuestro hermano “el Buen Jesús”, con quien entabla una profunda relación de encuentro personal, por lo que desde el primer momento abraza la pobreza siguiendo a Jesús Maestro y Sanador, a quien busca y encuentra en los más pobres y marginados.

Joaquina de Vedruna y de Más, se siente impulsada a acercarse a la realidad con mirada compasiva del Padre, a optar decididamente por el seguimiento de Jesús anonadado y a dejarse guiar por el Espíritu que integra su vida y le va revelando el querer de Dios en la historia. Por ello, es una constante que estimula a permanecer en actitud de discernimiento, viviendo en apertura al espíritu, que nos libera y nos mantiene disponibles para hacer la voluntad del Padre.

3.- Una respuesta evangelizadora (Aceptamos caminar con Él): Lo esencial para Joaquina es vivir el Evangelio, apasionada por el Reino por el que Jesús dio la vida y la sigue dando. Llamada a colaborar en el proyecto liberador de Jesús, nos congrega en torno al Carisma, para ser un “don generoso al servicio de los hermanos y hermanas, especialmente de los pobres”. Su misión específica es “ser signo verdadero de Cristo en el mundo”, por lo que su vida “se hace misión, como lo fue la vida entera de Jesús”.

En su respuesta, Joaquina presenta y hace realidad su propuesta de los tres espíritus en la vida de sus hijas: Marginación, contemplada por el Padre; Educación y Salud, desarrollada por el Hijo, dando vida bajo el aliento del Espíritu Santo.

Joaquina nunca se detuvo a lamentar qué maltratada era la mujer y qué mal estaba la educación y la sanidad, ante esta realidad actúa respondiendo a través de acciones concretas, como fundación de colegios y comunidades educativas competentes y a formar y animar comunidades de enfermeras que asistiesen en condiciones de dignidad a los enfermos y desahuciados . Una opción de entrega que parte desde ella misma, poniéndose al servicio de los más necesitados.

El envío concreto a continuar en el mundo la misión de Jesús, lo vivimos con sentido comunitario y en diálogo constante entre Carisma y Realidad.

Melania Silva Juárez

“El plan de la regeneración de África por África”

Método pastoral de San Daniel Comboni

1-Punto de partida

El carisma de Daniel Comboni nació de una situación misionera marcada por la miseria, las enfermedades, falta de personales, etc. En efecto, después del nacimiento de su vocación misionera en el colegio de Don Mazza, un sacerdote diocesano, que se ocupaba de los niños pobres sin o con poca posibilidad económica. Es importante recordar que la lectura de la historia de los mártires de Japón le llamó la atención a un sacrificio a favor del Evangelio. Más de esto, el compartir de algunos padres, miembros de la expedición misionera del instituto de Don Mazza que regresaban de la misión de África lo marcó mucho. De ahí decidió a consagrar toda su vida por las misiones de África.

El punto de partida de su plan, más allá de la situación climática del continente que ofrecía poca posibilidad a los misioneros europeos (la muerte en gran número de los misioneros y sobre todo los tres que habían llegado con él lo afecto mucho.), la incompatibilidad entre la formación llevada en Europa por los africanos y la propia situación de África, tiene que ver mucho con la promoción de la iglesia local y la valoración de las personas del lugar. Lo que no era tan de moda.

2-Meditación teológica

El punto de partida de este plan de la regeneración de África por África le viene de su dolorosa experiencia en cuanto a la muerte de sus compañeros, de la situación política (la esclavitud) y también la idea más famosa de aquel tiempo que se intitula que los africanos no son seres en parte enteros.

Frente a estas dificultades y fronteras que son obstáculos para la evangelización sobre todo la muerte de los misioneros Comboni empezó a pensar en un nuevo plan de misión que será hacer de los africanos más aptos misioneros por sí mismos. Para él este plan consistirá en la formación de sacerdotes, hermanos, hermanas, laicos, por el desarrollo espiritual y humano en todo su sentido.

Frente a estos pensamientos y sufrimientos él mismo dice “...me siento desolado al constatar lo poco que los franciscanos y nosotros hemos hecho por África central. Más que nosotros ha sido útil a África vuestra Opera del Riscatto y con sacrificios menores. Por el bien de África haciendo menos sacrificios.”

Para él mismo este plan es puramente obra de Dios de la providencia reconociendo la mano providencial en su plan dice:” el 18 de diciembre del año 1864, después de haber asistido en San Pedro del Vaticano a la solemne beatificación de Margarita Alacoque, me cruzó de improviso por la mente mi Plan para la Regeneración de África” a superior en una carta le dijo “este plan creo que sea obra de Dios, porque me cruzó como rayo por el pensamiento el día 15 de septiembre, mientras el triduo de la beata Alacoque; y el día 18, en que la sierva de Dios fue beatificada, el cardenal Barnabo leía mi plan.
3-Fin y objetivo

En Comboni encontramos un a vida más que una teoría: hallándose frente a un campo misionero misionero nuevo y inmenso, trató de sacar todas las consecuencias posibles del principio fundamental:”salvar África mediante África”. Comboni orientó su metodología misionera hacia una perspectiva sobrenatural. Ante todo, hay que reconocer que el comienzo de un apostolado católico en medio de aquella situación de África, logra en general unos resultados cuya importancia rara vez se valoran adecuadamente. Los éxitos evangélicos se logran en forma muy diferente al de las conquistas políticas.

Como la distancia climática entre Europa y África central es muy grande, le parece a Comboni que ya no hay que exponer inútilmente la vida de los misioneros europeos.

Por eso frente a tantas dificultades llegó instaurar las actividades de los misioneros europeos en la educación de los africanos. Creó por ello institutos masculinos y femeninos en las fronteras africanas, en lugares sanos con un clima intermedio entre el europeo y el ecuatorial. Esta educación tiene como fin preparar a los alumnos para ser los futuros apóstoles del África negra.

La razón es de promover la gloria y el reino de Cristo para la formación de sacerdotes, de catequistas porque son indispensables en la misión. Él considera la falta de catequistas como una laguna en las misiones.

Para la promoción humana, creó talleres de cualquier trabajo para promover la valoración y el auto dependencia.

Pronto se ve los frutos de de sus esfuerzos. Sacerdotes, hermanas, hermanos y laicos africanos salieron de las semillas echadas por Comboni. Hasta ahora tenemos combonianos africanos que llevan a delante el gran sueño de su fundador para ser ellos mismos misioneros de sus hermanos en la evangelización y en la promoción humana.

Comboni murió poco años después de la fundación del instituto que el fundó sólo con uno solo sacerdote africano. Pero con fe dijo “veo un futuro mejor para el África” y el día de su muerte dijo” me muero pero mi obra no morirá.”

NGBOUANDO KANGAZILA Eddy-Parfait

APEDJINOU Laurent

DE NUESTRO SUFRIMIENTO, AL SERVICIO DE LOS QUE SUFREN.

San Camilo de Lelis vivió en la Italia de de la segunda mitad del XVI y comienzos del XVII (1550-1614). Antes de su conversión (1975), como soldado descendiente de una familia noble de un pueblo de los Abruzos (Buquiánico), llevó una vida disoluta perdida en los juegos de azar. Por lo que a pesar de su ascendencia estuvo marcado por la pobreza y prácticamente estudió muy poco. De modo que no tenemos de él ningún gran tratado teológico o de espiritualidad. Con los únicos escritos que contamos es con un excelente grupo de cartas y dos códigos de reglas que escribió para sus religiosos y los demás enfermeros para el servicio a los enfermos. No obstante estos simples escritos no nos proporcionan todos los elementos suficientes como para sistematizar un método teológico. Sin embargo a lo largo de estos años me he dado cuenta que la mejor fuente teológica es la vida misma del Santo, tanto por su carácter práctico como por la riqueza de su vida. Así pues tomaremos tres etapas centrales de su vida para sistematizar el método.

1. Punto de partida. El punto de partida en el descubrimiento de su vocación es en primer lugar su experiencia de conversión sí, pero principalmente su propia enfermedad: una llaga en la pierna derecha. Por esta llaga lo expulsaron del convento de los capuchinos y se vio forzado a permanecer en el Hospital de Santiago (Roma) donde se encuentra con todo un mundo de sufrimiento y una lamentable situación de deshumanización en el atención a los enfermos. Es allí donde inicia su confrontación: “¿no será que Dios me quiere aquí?”

Por tanto, el punto de partida de nuestro método será una experiencia de sufrimiento y la inserción en el mundo de sufrimiento que nos rodea, y desde allí una la pregunta por la voluntad de Dios: ¿qué me/nos quiere decir Dios por medio de esta realidad?

2. Mediación teológica. Previamente Camilo había hecho una gran experiencia del amor y del perdón de Dios en el momento de su conversión. Allí hizo promesa de en adelante dedicarle su vida entera. Al ser expulsado de los capuchinos se quedó en desconcierto: “¿entonces dónde me quieres?” Sin embargo en el Hospital de Santiago se deja confrontar por aquel mundo de sufrimiento y desde esta situación comienza a leer las Sagradas Escrituras en una nueva perspectiva. Así serán determinantes las palabras de Jesús en Mt 25: “Cuando estuve enfermo viniste a visitarme” y “Lo que hiciste a uno de estos hermanos mío, a mí me lo hiciste”. A partir de esta lectura llega a ver a los enfermos y sufriente no solo como los privilegiados del amor de Dios, sino como la presencia mima de Cristo: “lo que hiciste a uno de estos hermanos míos a mí …” Por tanto los enfermos no son solo enfermos, son la presencia misma de Cristo. De este modo la pregunta por el qué quieres Señor de mí comienza a aclararse más, ya sabe dónde encontrar a su Señor.
Así que en este segundo momento del método podemos considerar la experiencia misma del sufrimiento propio y ajeno como punto de partida para prestar oído a la llamada de Dios que no necesariamente se refiere a una vocación que de por sí es ya definitiva, sino como disposición a estar siempre en escucha. Y luego fundamentar esta misma llamada desde la Biblia y teniendo presente que se encuentre en el centro mismo del Evangelio: “Vayan anuncien el Evangelio, bauticen…, curen a los enfermos…”

3. Objetivo. San Camilo llego a afirmar: “Ya que no me has querido, Señor, como capuchino, es prueba que tú me quieres aquí, (en el Hospital de Santiago)”. Este fue el punto de llegada y desde allí continuó desplegando su caridad y incluyendo a otros en el servicio a los sufrientes. Pues su decisión fue clara: dedicar toda su vida al servicio de los enfermos.
Por tanto, nuestro método quiere llevarnos no a una excelente reflexión teológica sino a un compromiso de vida, compromiso de caridad. En este sentida Camilo afirmaba: “De mí no oirán más que caridad, porque ninguna cosa los unirá más a Dios que la caridad.” De este modo la propia experiencia de sufrimiento puede ser transformada en servicio a los que sufren.
Andréz García Vásquez.

Método teológico mariano de formación misionera para laicos

“María, madre y maestra del discípulo amado”

1.- María, Madre que forma a sus hijos en la fragua de su amor:

Realizamos este trabajo centrándonos en la figura maternal de María, en lo que ella puede significar en la opción de vida laical, tomándola como modelo de testimonio, escuela de amor y servicio para el anuncio del reino de Dios. El misionero laico puede encontrar en el amor de Antonio María Claret a la Virgen un camino seguro de formación espiritual, un carisma particular de hacer misión.
 
“… ¡Oh Corazón de María, fragua e instrumento del amor, enciéndeme en el amor de Dios y del prójimo!" (AUT 447).
 
Antonio María Claret desde muy niño fue cultivando una intima relación con María; él experimentó la presencia de la virgen como Madre, Maestra y Formadora. La Virgen María era para él la estrella que guiaba su vida; ella lo protegía de tentaciones, peligros y enfermedades; Antonio se sentía escuchado por esta figura maternal y siempre quiso corresponder a ese amor no faltando con pecados veniales ni con mortales.

Claret se dejó modelar en la fragua del amor maternal de María; en su labor misionera fue su Madre y Maestra. María es la vía para llegar a Dios. Todo misionero de carisma claretiano tiene que dar testimonio de la caridad de Cristo y dejar huellas de amor de Dios por donde pase. Es así que debe configurarse con el Corazón Inmaculado de María y como buen discípulo amado formarse en la escuela de la Madre, hasta el punto de poder decir “ya no soy yo quien vive, sino, es Cristo quien vive en mí”.
 
María es considerada por Antonio María Claret, la primera discípula de Jesucristo y la que le imitó más de cerca. Por este motivo, ella puede decir, con mayor razón que San Pablo: "Sean imitadores míos" (1Cor 4,16).
 
2.- El Corazón Inmaculado de María:
 
“El Corazón de María fue templo del Espíritu Santo y más que templo, pues que de la preciosísima sangre salida de este inmaculado corazón formó el Espíritu Santo la humanidad santísima en las purísimas y virginales entrañas de María en el grande misterio de la encarnación”. (Claret)
 
Claret ve en el corazón de María el amor que ella sentía hacia Dios y a los hombres y también descubre todo el misterio de la Virgen: Sus relaciones con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, con los ángeles y con los hombres, todos sus dones de gracia, virtudes e intervenciones en la realización del plan de salvación. Ser devotos del Corazón de María es esencialmente amar lo que María amó: A Dios y a toda la humanidad.
 
El corazón es el símbolo real del ser de María, en donde se integran de manera unitaria y dinámica todas las dimensiones de su personalidad: somática, psíquica y espiritual. Es por ello que Claret al realizar estudios bíblicos relaciona la gran cantidad de significados que encuentra en la Biblia la palabra “corazón” y a la vez cómo se acentúan en ella el sentido de interioridad aplicándolo al Corazón de María.
 
Cristo formó su humanidad en el Corazón de María, un corazón materno fundamentado en el amor que se caracteriza por su interioridad que es habitada por Dios.
 
María a través de su corazón le enseña a Antonio a entregar su vida a Dios y la humanidad como misionero apostólico de una manera maternal: tierna, compasiva, misericordiosa, caritativa, llena de amor.
 
3.- El misionero según el corazón de María:
 
“Amor ardiente y abrasador del apóstol que se ha encendido en la fragua de su Corazón Materno” (cf. AUT 447)
 
El símbolo del Corazón hoy en día es significativo ya que nos habla de la centralidad de los afectos, de la persona en sí y su profundidad, de allí brotan los deseos, sentimientos, acciones. La misión en estos tiempos debe estar fundada en la disponibilidad de decirle a Dios como María “hágase Señor, tu voluntad en mí” y qué mejor que entrar en el Corazón de la Madre para responder a la sociedad de hoy carente de un amor maduro, insatisfecha, vacía.
 
En la base de la vocación misionera del laico claretiano debe estar el Amor, es su raíz, su base, su centro. Claret en un escrito nos da la definición del misionero que en el fondo es el retrato del Corazón de María y nos invita a orarlo, a vivirlo:
 
Un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar y sufrir, y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas". (AUT. 494)
El hijo formado en la Escuela de María reproduce los rasgos maternos: Fe, ternura, misericordia, fortaleza, lucha, sacrificio, humildad, mansedumbre, caridad, celo apostólico etc. El amor de María es la mejor fragua que forja hijos para los demás, para el Reino.
 
Aprender del Corazón de María significa dejarse amar para amar como lo hace una Madre, no es un amor momentáneo, sentimentalista, sino es un compromiso para toda la vida. Es así que el laico misionero tomando partida de su propia experiencia vivida con María podrá preguntarse: ¿Qué significa María en mi vida? ¿Cómo se puedo ser un verdadero hijo suyo? ¿Es ella la luz que guía el camino que sigo? Comprender y responder estas interrogantes permite a la persona tener un cambio y sentir la propia vida como una misión que comprende todo el ser como testimonio creíble del anuncio del reino de Dios.

Por ello al descubrir y contemplar a la Madre en su Corazón se va tomando conciencia del ser de hijos, enviados y colaboradores con una misión apostólica itinerante, incansable, especialmente entre los más pobres y necesitados.

Milagros Girón
Cristofer Codina
Ronal Mego

Experiencia metodológica franciscana

El siguiente método parte más desde una experiencia que el hombre tiene en su vida ordinaria. Esta experiencia que le marca para su vida, desde el momento que empieza a tomarle más importancia se da cuenta que lo que le pasa no es solo de un accidente, casualidad o azar de la vida; sino que tiene una dimensión que le hace cambiar el estilo de vida, le hace profundizar más el sentido de sí mismo, como se diría, un encuentro consigo mismo que le hará tener una actitud diferente consigo mismo y con los demás.

En este método quiero desarrollar la experiencia vivida por San Francisco de Asís, en su época de juventud. Lo que vivió, soñó y consiguió para su vida y de los demás. Buscar en Francisco un punto inicial de su proceso de discernimiento suele ser complicado, porque hay varios momentos que van determinando su proceso en la búsqueda y esclarecimiento de su proyecto para una vida en adelante.

La vocación de Francisco, o para ser más exactos, la respuesta que él dio en un primer momento a la llamada que el Señor le hizo, se llevó a cabo durante un proceso lento, en el cual se pueden distinguir seis momentos sucesivos de gran significado, cada uno de los cuales es identificable con un encuentro que resultó determinante en su proceso vocacional, en cuanto aportó un elemento nuevo a su visión de la vida o significó un cambio fundamental en la misma. Los encuentros o experiencias que tuvo fueron los siguientes: consigo mismo, con los pobres, con el leproso, con el Crucifijo, con el Evangelio y con los hermanos.

Aquí desarrollaremos con cierta importancia el primer paso del proceso, encuentro consigo mismo, en cuanto que constituye, según nuestra opinión el que más marca para las demás etapas de encuentro y discernimiento. Este encuentro consigo mismo va acompañado de la enfermedad y la prisión.

En el comportamiento de Francisco cuando se hallaba prisionero en la cárcel de Perusa, podemos descubrir uno de los primeros signos de que en su corazón se estaban dando algunos cambios fundamentales. Él, por naturaleza era alegre y jovial, lejos de aparecer triste se mostraba gozoso. Su sueño era ser un gran caballero, ser admirado por todos y llevar el nombre de su familia por alto, pero cae prisionero en la guerra contra Perusa. Durante su prisión no pierde la alegría que contagia a sus demás compañeros, a pesar de que le digan de que es un loco. Aquí aparece una actitud de un joven que ya comienza a preocuparse seriamente por su futuro. Es verdad que aún no parece tener ideas muy claras sobre el tipo de grandeza que desea y sobre cómo lograrla, pero sus palabras dejan entrever que el ambiente de la cárcel con todo lo que comporta a nivel de grupo, estaba dejando secuelas también en su corazón después de haber pasado varios meses privado de la libertad y en contacto con la angustia y desesperación de sus compañeros. Es muy posible que aquellos meses de crisis lo hayan obligado a entrar dentro de sí y a comenzar a mirar la vida de manera diferente a como lo había mirado hasta entonces.

Esta situación de limitación se prolongó con la enfermedad que sufrió poco después de haber salido de la cárcel. En ese momento ignoraba todavía los planes de Dios sobre él y estaba dedicado a las actividades comerciales de su padre que lo distraían.

Los escritos de San Francisco revelan que el santo vivió momentos fuertes de enfermedad: “… o por negligencia, o por mi enfermedad, o porque soy ignorante e indocto” (CtaO 39). “… no puedo visitarlos personalmente a cada uno, dada la enfermedad y debilidad de mi cuerpo” (2CtaF 2). “… a causa de la debilidad y dolores de la enfermedad, no tengo fuerzas para hablar” (TestS 2). Es lo que han recopilado los hagiógrafos a cerca de lo que Francisco menciona durante su enfermedad.

Las biografías señalan varias situaciones de enfermedad que vivió san Francisco, ya antes de recibir los estigmas (1224): 1202-1203: Prisión de Perusa. Malaria o tuberculosis. 1206: Luego de la Conversión. Úlcera gástrica.1215: Viaje a España. Dispepsia gástrica y afonía. 1216-1217: Asís. Malaria. 1219: Viaje a Damieta. Conjuntivitis tracomatosa y malaria. 1220-1222: Fiebres cuartanas, inicio de inflamación del bazo e hígado. 1223: Agrava los ojos y malaria que complica más al hígado y bazo.

La actitud de Francisco ante la enfermedad tiene un sentimiento religioso que lo ve como el dolor por los propios pecados, el desprecio de los falsos placeres, el temor al juicio divino un ardiente deseo de Dios y de la vida eterna. Francisco llama hermanas a la enfermedad y a la muerte. Clara de Asís agrega un sentido vicario: a favor del cuerpo de Cristo.

Francisco, acompañado de las “hermanas” enfermedad y muerte, revivió intensamente el seguimiento de Cristo, sobre todo en su Pasión. El encuentro místico con Cristo crucificado en cada enfermo empezó a manifestarse muy pronto: El leproso presentaba al cristiano fervoroso de la Edad Media una imagen viva del Crucificado. Francisco supera la repugnancia instintiva al besar a uno de ellos (en el año 1205; 2 Cel 9). Produce una transformación mística de las reacciones de su sensibilidad humana (“aquello que me parecía amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo”, Test 3) Inicia una visión completamente nueva del hombre enfermo, ya no como castigo sino como encuentro.

Todo pobre y enfermo era para el Santo una especie de sacramento de la presencia mística de Cristo en el ser doliente. No es mera contemplación, se tradujo en una continua disposición a ayudar: “Admirable era la ternura de compasión con que socorría a los que estaban afligidos de cualquier dolencia corporal; y si en alguno veía una carencia o necesidad, llevado de la dulzura de su piadoso corazón, lo refería a Cristo mismo” (LM 8,5). Francisco relacionó su propio sufrimiento con esa misma dimensión cristológica: Llega al punto de hacerle olvidar sus propios sufrimientos. No se atribuye la idea de martirio a su situación de enfermedad. Atribuye el título de mártir a aquel que “por amor del Señor” acepta la renuncia a lo necesario para el propio cuerpo tras haberlo solicitado “con respeto y humildad” sin obtenerlo: el Señor les “concederá el mérito del martirio” (LP 120e).

En su enfermedad Francisco no se dejó llevar por la flojera ni pereza: Su acción pacificadora entre el obispo Guido II y el podestá Opórtolo, 1225, mediante la estrofa del perdón que entonces añadió al Cántico del hermano sol y que hizo cantar ante los dos protagonistas de la contienda. Su exquisito detalle de “componer también unas letrillas santas con música, para mayor consuelo de las damas pobres del monasterio de San Damián, particularmente porque sabía que estaban muy afectadas por su enfermedad” (LP 85a). Francisco no cayó en la disminución de intereses ni la tendencia a la autoconmiseración. Estaba plenamente abierto a las exigencias de la caridad y de la evangelización.

La enfermedad de Francisco dentro de la fraternidad. Es el mandamiento evangélico del amor el que le da sentido al servicio a los hermanos. “Si alguno de los hermanos cayere en enfermedad, dondequiera que estuviere, los otros hermanos no lo abandonen, sino que se designe a uno de los hermanos o más, si fuere necesario, para que le sirva, ‘como quisieran ellos ser servidos’ (cf. Mt 7,12)”.

Sirviendo a los enfermos se expresa la verdadera capacidad de amar y el valor auténtico de la caridad, pues allí no hay recompensa inmediata: “Bienaventurado el siervo que tanto ama a su hermano cuando está enfermo, que no puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle”(Adm 24).

Referencia a sí mismo, como prototipo del servicio deseado: Cuidado exquisito que se exige para con el hermano enfermo. Equilibrio de trato, empezando por uno mismo. Para que los hermanos enfermos no tuviesen escrúpulo en comer carne en días de abstinencia, Francisco daba ejemplo comiendo con apetito, para así, disipar los escrúpulos de los hermanos (Cf. 2Cel 22). Para ayudar he de dejarme ayudar. Hay que medir las fuerzas en la entrega a Dios, el sacrificio ha de ser condimentado (Cf. 2Cel 22).

En este primer encuentro de Francisco con Cristo a través de la enfermedad se puede notar el cambio de vida, actitud y compromiso con los demás. A medida que entiende su realidad y va adentrándose en el conocimiento del designio de Dios para él, empieza a ver con fe la situación que le toca vivir. Y como él mismo dice “todo lo que era amargo se tornó dulzura”. A partir de la enfermedad no se queda con las manos cruzadas, más bien trata de buscar el rostro de Cristo en los pobres, los enfermos y en la fraternidad que viven los hermanos. Su compromiso durante sus últimos años de vida, en un estado crítico de su salud no pierde la obediencia que prometió, tampoco la vida austera que quiso vivir. Le mejor testimonio que dio no fue de palabra, sino de obra.

Antonio Meléndez Ilatoma
Víctor Conce Yauri

Método Teológico de San Daniel Comboni

I De la indiferencia por parte de la Iglesia a la regeneración del continente africano.

En el siglo XIX la Iglesia Católica consideraba no digno de evangelización el continente africano. La Iglesia de este tiempo pensaba que los africanos no eran seres humanos, que no tenían alma y que eran fieras salvajes, por lo tanto no eran dignos de salvación.

La Iglesia de ese tiempo olvidó que el cristianismo como tal llegó primero a África, incluso antes que a la misma Roma, olvidó además que el mismo San Pablo hizo algunos conversos de algunas regiones africanas (la conversión del etíope).

II Comboni fundamenta su ideal en el corazón traspasado de Cristo Buen pastor.

San Daniel Comboni ante esta terrible realidad y siendo Él un hombre con una visión verdaderamente Católica de la salvación, se percata del gravísimo error cometido por la Iglesia al excluir al continente africano de todo plan salvífico.

Es por esto que Comboni fundamenta su reforma siendo objeto de mucha oposición y riesgo, puesta la vista en el corazón traspasado de Cristo, del que dimana la inclusión perfecta de todo el género humano, y no la exclusión, además, el corazón de Cristo al ser traspasado por la lanza del soldado romano irradia y disemina su amor y salvación al mundo entero.

Es por esto que San Daniel Combini inspirado por el Espíritu Santo y en contemplación por 36 horas ininterrumpidas en la Basílica de San Pedro (Roma) idea su plan de regeneración del África (Nigricia), por medio de la misma África, es decir, llevar la salvación a los africanos de la mano de los mismos africanos, demás está decir que, por lo tanto, Daniel Comboni cree firmemente que los africanos son seres humanos y tan hijos de Dios como los europeos.

Este providencial plan pretende evangelizar a los africanos, trasladando par esto un buen número de elegidos a Europa para que, luego de haber sido preparado , civilizados e incluso ordenados sacerdotes misioneros estén dispuestos para la evangelización de su propio pueblo; esto se debe a una simple razón y es la siguiente: Los misioneros europeos que iban a áfrica acostumbrados a los climas mas bien fríos de Europa morían con mucha facilidad por la inclemencia, el calor y lo insano del clima africano; cabe señalar también aquí la gran cantidad de epidemias y enfermedades desconocidas en Europa.

III Objetivo final

Comboni propone, visto lo anterior, que la Iglesia enfoque su mirada en la evangelización de aquellos que se creía eran bestias y no humanos, por lo tanto sujetos de esclavitud y maltrato por parte de los países colonizadores de las tierras africanas, tan mal llamados cristianos.

Comboni propone un nuevo enfoque teológico, que ciertamente se adelanta a su tiempo, y este es ver en la diversidad de razas, culturas y tradiciones la verdadera maravilla y riqueza de la creación de Dios, evidentemente, rompiendo con todos los enfoques y pensamientos de su tiempo, como lo hizo nuestro Señor en su momento.

Y esto es lo que los Misioneros Combonianos hacemos hasta el día de hoy, yendo a donde nadie quiere ir, entre los más pobres y necesitados del mundo, a quienes aún no lo conocen a Jesucristo; llevando la Buena Nueva del Señor, que es garantía plena de humanización y salvación para todos.

Ramírez R. Juan Carlos
Biratu Chali Tolessa
Aramburu M. Juan Fco.
Rojas G. Hans

Método Bíblico Misionero

El método que aquí planteamos es una sugerencia que se funda en la riqueza y diversidad que tienen los carismas misioneros para leer la Sagrada Escritura desde su propia espiritualidad.
La Sagrada Escritura nos otorga un mensaje interminable desde la perspectiva de quien lo lee. Además de esta perspectiva, se encuentran la situación presente en la que se lee el texto y el enfoque que se le quiera dar, esto por mencionar algunas.

La espiritualidad de cada congregación, en este caso, misionera determina el enfoque situacional-reflexivo que sugerirá el mensaje para el hoy. Los distintos fundadores se inspiraron en un determinado pasaje o versículo del Evangelio para que sea la piedra fundamental de su testimonio y servicio a los demás. Por ello, cada misión estuvo enmarcada por una labor primordial siendo reflejo de su carisma fundacional.

Este método, por lo tanto, involucra al misionero a no ser un aventurero más, sino que desde la reflexión bíblica sea un aventurero para anunciar el Evangelio desde la espiritualidad de la que debe revestirse a diario: Cristo; y con la nota de su identidad particular: el Carisma de la Congregación.

Por ello, nuestro método consta de cinco pasos:

1. Contacto comunitario con la Palabra

2. Meditación

3. Confrontación con la realidad

4. Desde nuestro carisma

5. Misión

1. Contacto comunitario con la palabra

Toda comunidad misionera goza de una riqueza incomparable: La Vida Comunitaria. Es desde esta vida comunitaria que la lectura bíblica se hace más dinámica por los diferentes puntos de vista de una misma lectura.

Este momento sugiere una lectura que tenga relación o contraste con la vida misionera o la misión misma. El propósito comunitario dispone la unión entorno a la palabra de Dios. La palabra de Dios es la que une en común a todos y la que nos anima a cada uno.

El sentido de este contacto comunitario está reflejado en el “estar todos juntos” como un reflejo del pentecostés o las primeras comunidades cristianas, pues la asimilación es desde la manera personal.
 
2. Meditación

Es el momento de la reflexión personal. El Evangelio y Yo. Este punto será desarrollado pausadamente pues, invitará a todos para que, a su vez de meditar la reflexión personal, vaya meditando los dos puntos siguientes en los que se va ampliando su reflexión, hasta aterrizar en el último punto.

La meditación, en este método, trata de orientar la lectura a una visión misionera desde el propio carisma. Esta parte puede concluir con la manifestación personal de su reflexión: El Evangelio y Yo.
 
3. Confrontación con la realidad (El Hoy)

En este tercer momento viene la parte crítica del método. Se trata de enfocar la lectura en el mundo actual. Es necesario que la visión se amplíe un poco, pasar del Yo al Todos para entender el mensaje latente en el hoy (qué necesita, a qué se le invita, cuál debe de ser su compromiso).

En este punto, el empleo de las otras ciencias es básico. No se puede entender la necesidad de un mundo por el Evangelio si se le aísla de todo lo que circula alrededor de él.

4. Desde nuestro carisma

Luego de haber contactado con nuestra realidad, debemos ser conscientes de que tenemos un estilo particular, regalado por Dios, de entender y vivir las cosas. Esta es la mejor forma de buscar responder a los retos que nos propone la Palabra de Dios.

Nuestros carismas enriquecen el entendimiento de la Palabra y nos dan luces de cómo responder según nuestros dones y capacidades regalados por el Espíritu. Además nos ofrece herramientas de espiritualidad y testimonios concretos.

Para ello, buscamos soluciones a los desafíos descubiertos en nuestra realidad a la luz de la Palabra, pero lo hacemos desde nuestro carisma. Esta será la manera más eficiente y eficaz de luego vivir nuestra misión.

5. Misión

Como religiosos misioneros, el sentirnos enviados es una forma de vivir. Nos sentimos enviados a vivir en comunidad, a ser signos, a configurarnos con Cristo, a anunciar la Palabra, etc. Aun más, nos sentimos enviados, luego de haber tenido contacto con la Palabra.

Después de haber leído la Palabra de Dios en comunidad y desde nuestra realidad, buscamos respuestas y luces desde nuestros carismas para regresar a nuestra realidad y vivir plenamente las invitaciones de la Palabra

Erick Gabriel Félix Peche CM
Ray Andy Reynaldo Ocola Espinoza CMFJhonatan Camacho Aranda CSsR

miércoles, 14 de julio de 2010

MÉTODO DOMINICANO

1. Introducción: El fundador

El pueblo religioso en el Perú tiene devoción hacia muchos santos. Particularmente en Lima, los fervores se centran en Fray Martín de Porres (el santo de la escoba), San Juan Macías (y su silla milagrosa) y, sobretodo, de Santa Rosa (y su pozo de los deseos); sin embargo, solos pocos de sus devotos saben que son pertenecen a la Orden de Predicadores o, simplemente, dominicos. Ahora, ¿Qué sabemos de esta Orden?, ¿Quién fue su fundador? Porque si bien siguen a Jesús, lo hacen en un carisma particular. Y en este caso, es el de Santo Domingo de Guzmán.

Santo Domingo fue un santo español que -como dice Fr. Emilio Diez Ordoñez- vivió “con gran espíritu de compasión y misericordia hacia los demás”, a finales del siglo XII e inicios del XIII. El Beato Jordán de Sajonia, su sucesor, escribió que “…la alegría brillaba siempre en su rostro, la luz de su semblante atraía fácilmente a todos, donde quiera que se hallaba siempre tenia palabras de edificación y abundaba en ejemplos…”. Sería también llamado “Varón evangélico”.

No obstante, esta descripción es muy general. Lo que diferencia a una Orden o congregación es el carisma –forma de vivir el Evangelio– de su fundador, y el de Santo Domingo fue la Predicación. Teniendo ello como referencia, hemos analizado la vida de este Santo, proponiendo su método que, a nuestro punto de vista, fue su propia vida, de ahí que contrastemos su vida y la de la Orden con esta metodología. Este peregrinar en la Tierra es una viva Teología, que se resume en: “Contemplar y dar lo contemplado” (Contemplata allis tradere).

2. “Contemplar y dar lo contemplado”

2.1. Ver los signos de los tiempos

Contemplar no es solo “ver”, sino ver que hay detrás de todo ello. Y para eso nos ayudamos de la oración y el estudio. La predicación de la Palabra, carisma de los dominicos, es la continuación de lo que su padre Santo Domingo quiso: “La salvación de las almas”, para eso nació la Orden. La historia nos cuenta que Santo Domingo era canónigo regular y que era caritativo, amable y misericordioso en el Cabildo de Osma (España) en el que se encontraba. Pero cuando acompaña a Diego de Acevedo hacia Dinamarca, se da cuenta de la triste realidad en la que viven los pueblos europeos, y especialmente Francia.

Revisando brevemente el panorama europeo occidental en el siglo XII, encontramos una época medieval cristocéntrica, “la religión católica es la voz”, pero también “se está cayendo” -como le diría Dios a Francisco de Asís- y “necesita quien la repare”. Esto es consecuencia de que la Iglesia estaba más interesada en recuperar los territorios de Tierra (e indirectamente, extender nuevamente el Imperio occidental que se encontraba en ruina) que evangelizar a los pueblos que recibía cada vez más a “nuevos turistas” de todas partes de Europa, desarrollándose un intercambio cultural que generaba dudas y falta de firmeza en la Fe, por las herejías -cátaros, albigenses, cumanos- y una nueva religión que se asentó: el Islamismo-; a este problema se suma la baja preparación de los clérigos y la presencia de un Clero adinerado.

Ante todo ello, Santo Domingo fue un hombre de su tiempo, porque supo vislumbrar sus signos. Conocedor de estos, siente que Jesús lo llama a predicar, es la experiencia de Fe que lo cambió para siempre. He aquí que nace la primera parte de nuestro método, el “contemplar”. Y primero, viendo los signos de los tiempos, enterarse de la situación, ser observadores de la realidad (por más insignificante que parezca), porque en ella están nuestros hermanos. Y esta realidad está plasmada en lo que se informe, por eso “el dominico debe tener de un lado la Biblia y de la otra el periódico”.

2.2. Hablar con Dios

Los contemporáneos de Santo Domingo nos cuentan que durante el día era alegre y animoso, “Jesús se le caía por la boca”, pero por las noches se entristecía y oraba a Jesús por todos los hombres. Se cuenta que tuvo nueve formas de orar, entre las que podemos resaltar tres: Se abrazaba a la cruz, se tendía en el suelo como signo de sumisión total y rezaba con los salmos o algún libro de estudio. Santo Domingo oraba la realidad, hablaba con Dios de lo que pasaba en el mundo, de él obtendría las fuerzas para anunciarlo en un mundo de caos. Hoy, la oración ha perdido un poco del “santo temor de Dios”, pero esto no significa que nuestra oración deba ser sufriente y acongojada. La forma más sencilla de definir a la oración es, simplemente, “hablar con Dios”.

Pero no solo él ora, invita a sus hermanos a orar y, especialmente a las monjas del convento de San Sixto (1206), fundado mucho antes que el convento de varones (1216), para que recen por los frailes, pues sabía muy bien que a sus hermanos atareados les faltaría tiempo para hablar con Dios. ¡Abramos el corazón! Y no solo hablemos con Dios de nosotros, sino de todo próximo.

2.3. Formación – preparación

Ahora, hacer referencia de un dominico es hablar de un “estudioso”, pues se le caracteriza por ello. Santo Domingo sabía muy bien que su misión era la de evangelizar, pero una buena evangelización sería posibilitada por una preparación en el estudio y una formación adecuada, por eso funda universidades y conventos gracias a muchos colaboradores. Ejemplo cercano de ello es la fundación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, cuando los primeros frailes llegan al Perú (1535).

Esta preparación, tiene un doble sentido: Personal y comunitaria. El estudio no solo significa aprender de memoria la Biblia u otros libros, ni realizar las más brillantes investigaciones. El estudio también es un espacio para encontrarnos con Dios, Él también nos acompaña en la lectura. Estudiar es confrontar lo que hemos visto con lo que dicen las ciencias, sobretodo las ciencias sociales; ellas han sido las bases para que numerosos misioneros dominicos de España presenten estudios antropológicos, por ejemplo, de la selva peruana. Y no todo es estudio, es también formación personal, ayudados de la Psicología y la Sociología, por ejemplo; esto ayuda a que también mejoren las relaciones interpersonales y saber cómo evangelizar, sin dañar las formas de pensar.

2.4. Dar lo contemplado

Sin embargo, lo que no aprende no debe quedar para sí, hay que compartirlo. Desde aquí ya nace el “Dar lo contemplado”, primero desde la misma comunidad. Los dominicos se reúnen días antes para compartir el evangelio del domingo que se acerca; los hermanos exponen sus apreciaciones, que serán los lineamientos para la predicación dominical.

“Hablar de Dios” no solo es decir cosas referentes de Él, sino, ante todo, dar testimonio de ser un Evangelio vivo. Eso es predicar.

En su tiempo, Santo Domingo era testimonio de lo que decía (coherencia de vida), también usaba la voz sin micrófono y llevaba siempre el Evangelio según San Mateo y las Cartas de Pablo, la imprenta no estaba aún inventada. Los libros se escribían en pieles de animales muertos, y eran caras, será por ello que no dejó escritos. Más tarde, con el invento de Gutenberg, saldrían las primeras publicaciones teológicas, como la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.

Hoy, la predicación dominicana no solo le limita a una homilía de media hora en las misas. Con el desarrollo de la tecnología, se predica usando los medios de comunicación (revista, radio, internet, etc.), pues el mundo sigue necesitando de la “salvación de las almas”, y aparecerán nuevas formas de propagar la Palabra de Dios. Pero no debe faltar el testimonio, ser experiencia viva de que Cristo ha transformado algo en nosotros.

3. Conclusiones

La Teología de Domingo nace de una experiencia que lo transformó: La necesidad de predicar al mundo la Palabra de Dios, en un contexto desolador y angustiante.

La vida de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores es todo un método de hacer Teología: “Contemplar y dar lo contemplado”, resume los cuatro pasos de esta metodología: 1) Ver los signos de los tiempos, 2) Hablar con Dios, 3) Preparación y formación y 4) Hablar de Dios, la Predicación a través del testimonio y la Evangelización.
 Chiquinta Vilchez, Joel

Martínez Hernández, Martín
Postigo Alemán, Marco

MÉTODO TEOLÓGICO DIOCESANO

1. PUNTO DE PARTIDA: JESUCRISTO, PASTOR DE LA IGLESIA
Los sacerdotes como todos los fieles cristianos, reciben por el Bautismo la vocación a la santidad y están llamados a la perfección de la caridad. Con la llamada de Dios para la misión y el ministerio presbiteral reciben también, por el sacramento del Orden, una vocación específica a la santidad de vida que queda caracterizada, plasmada y definida por aquellas actitudes y comportamientos que son propios de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, y que se compendian en su caridad pastoral. Por tanto, los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado.

A este modo concreto de seguimiento del Señor y de vivir la fe en Cristo en el ejercicio del ministerio presbiteral como sacerdotes diocesanos seculares se le puede llamar, espiritualidad.

Estamos en el momento de la observación, en el darnos cuenta como los sacerdotes realizan su trabajo pastoral, imitando las actitudes de Jesús, proceso que será medido por los siguientes aspectos: liderazgo, vocación, aptitud de servicio y su ser pastores de la Iglesia.

2. MEDIACION TEOLÓGICA: FUNDAMENTO CRISTOLÓGICO

Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor. Proclaman con autoridad su palabra, renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía. Ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. Los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor. El Espíritu Santo, mediante la unción sacramental del Orden, los configura a Jesucristo, Cabeza y Pastor, los confirma y anima con su caridad pastoral y los pone en la Iglesia como servidores autorizados del anuncio del Evangelio a toda criatura.

Por su parte, el Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, subtitula esta dimensión cristológica como identidad específica y nos recuerda que el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial (que es el que ahora nos interesa), están ordenados el uno al otro, pues uno y otro, cada uno a su modo, participan del único sacerdocio de Cristo. Agrega que en su peculiar identidad cristológica, el sacerdote ha de tener conciencia de que su vida es un misterio insertado totalmente en el misterio de Cristo de un modo nuevo y específico. “El sacerdote es elegido, consagrado y enviado para hacer eficazmente actual la misión eterna de Cristo, de quien se convierte en auténtico representante y mensajero.

Este es el momento de la contrastación, contrastaremos la figura del sacerdote desde las Sagradas Escrituras: Carta a los Hebreos, y desde el Directorio para el Ministerio y Vida de los Presbíteros, especificando las similitudes encontradas en el ejercicio ministerial de Jesucristo.

3. PUNTO DE LLEGADA: CONCIENCIA PASTORAL DEL PRESBITERO

El presbítero debe tener una clara conciencia misionera, que le haga apto y listo para comprometerse efectivamente y con generosidad para que el anuncio del Evangelio llegue a los que todavía no profesan la fe en Cristo. El sacerdote es, en verdad, "misionero para el mundo”. En la distribución de las tareas pastorales, a los sacerdotes locales no deben confiarse, prioritariamente, las comunidades ya formadas y organizadas, dejando al cuidado de los misioneros aquellas que comienzan, o la responsabilidad de evangelizar nuevos grupos. Los sacerdotes locales tienen el derecho y el deber de asumir, ellos mismos, la evangelización de sus hermanos que todavía no son cristianos, siendo verdaderos apóstoles de frontera, sin aspirar a las funciones más destacadas y a puestos seguros, centrales o mejor remunerados.

La función pastoral exige de los sacerdotes una conciencia pastoral profunda, que se basa en su identidad de "consagrados para predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y celebrar el culto divino", participando así en la misión de Cristo Buen Pastor que conoce, alimenta y guía a sus ovejas y va en busca de aquellas que están pérdidas o se encuentran todavía fuera del redil (cf. Jn. 10, 1 ss.; Lc. 15, 3-6).

En su expresión completa, la conciencia pastoral se manifiesta en el sentido de pertenencia a la Iglesia universal, en comunión de amor y de obediencia al Romano Pontífice, principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la fe y de la comunión (cf. Mt. 16, 19; Jn. 21, 15-17); y también en el sentido de comunión y coparticipación entre las Iglesias particulares, en las cuales y de las cuales se edifica la Iglesia universal. Una Iglesia particular se vuelve estéril si no se da a las demás Iglesias hermanas. Esto supone que los presbíteros estén dispuestos a partir, enviados por el Obispo, para colaborar, en la caridad, con las Iglesias más necesitadas, especialmente con aquellas que se encuentran en ambientes solo parcialmente evangelizados.

Dignos de alabanza son aquellos sacerdotes que aceptan y ejercen con empeño y alegría cualquier servicio que su Obispo les encomiende; que hacen lo posible por acercarse a los no cristiano y no se dejan implicar en actividades ajenas al sentido apostólico de su vocación.

Estamos en el momento de la concientización, buscaremos reavivar en el sacerdote la esencia verdadera de su vocación pastoral y misionera, que sea signo de un compromiso efectivo y generoso, reflejado en el anuncio testimonial del Evangelio.

HECTOR BARACCO

KIOMI KIMURA
MICHAEL RODRIGUEZ

MÉTODO TEOLÓGICO EN LA ESPIRITUALIDAD AGUSTINIANA: LA INTERIORIDAD

1. LA EXTERIORIDAD EN EL HOMBRE DE HOY.

En tiempos de hoy como en los tiempos de San Agustín, el punto de partida para la espiritualidad es el hombre. Teniendo en cuenta que el hombre contemporáneo es más exterior que interior, es decir, en nuestros tiempos actuales, el hombre se encuentra bombardeado por muchas cosas superficiales que le impiden mirarse a sí mismo. Al mismo tiempo, se encuentra inmerso en un mundo globalizado, donde la tecnología sigue invitando al hombre a obtener lo nuevo y novedoso que ella misma va produciendo. En este sentido, el hombre queda absorto, debido a los objetos impresionantes que ésta presenta, cuyo fin es atraparlo al hombre e inclinarlo al consumismo.

Por otro lado, cuando el hombre se deja llevar por los sentidos, éste solo puede conocer la exterioridad, la superficialidad y la caducidad. En efecto, puede mirar paisajes hermosos, sin embargo, ignorarse a sí mismo. Todos estos acontecimientos señalados en el hombre es producto del pecado, el cual le hace buscarse a sí mismo en las cosas, vivir de ellas, con ellas y solo por ellas merece la pena vivir. De este modo, el hombre quiere constituirse a sí mismo como centro de todo, haciendo de las cosas que le rodean su ídolo, y a la vez, siendo esclavo de las mismas.
 
2. DE LA INMANENCIA A LA TRASCENDENCIA.

Si bien es cierto, la exterioridad del hombre lo aleja de sí mismo, sin embargo, hay una inquietud en el hombre, que le mueve a buscar algo más que la simple superficialidad, por eso, ahora presentamos como esta inquietud permite al hombre encontrarse a sí mismo y trascender a Dios.

2.1 Presencia de Dios en el hombre de hoy y su plenitud.

Cuando el hombre camina vagabundo sin saber a donde ir, en este mundo donde reina el ruido y muchas cosas que se presentan como placenteras y que llevan al hombre a la desgracia, angustia y sobre todo al despilfarro de dinero. De esta manera, Dios nos habla a través de la parábola del hijo pródigo, con la cual se identificaba la vida de San Agustín. En efecto, esta parábola presenta al hijo pequeño que se aleja de la casa de su padre, es decir, de sí mismo, de su hombre interior, o sea por caminos equivocados. Entonces, a semejanza del hijo pródigo, el hombre que se halla fuera de sí, escucha el gemido de su corazón insatisfecho llamándole para que vuelva a su interior. Donde Dios dice: “No quieras ir por ahí afuera; vuélvete a ti mismo, porque en el interior del hombre habita la verdad”

Por otro lado, podemos decir que la inquietud del hombre constituye el lugar en el que la mano de Dios puede ocultarse para agitar y mover los corazones. Cuando esta inquietud se esclarece se puede apreciar la figura de Dios, como algo que ilumina lo más oscuro y secreto del hombre.

2.2 El hombre de hoy como templo de Dios.

San Agustín habló en su tiempo acerca del hombre como templo de Dios; sin embargo, hoy en día el hombre sigue siendo templo de Dios, pero necesita recuperar esa dimensión espiritual, para poder constituirse como tal. En este sentido, el hombre no debe sentir miedo ante el gran visitante que llega a su morada, es decir, a su alma, ya que Dios dilatará la misma con su venida. En efecto, esto es lo que quiere significar las palabras de Dios: “habitaré en ellos y me pasearé”. No obstante, el hombre necesita recuperar la dimensión de la caridad, puesto que Dios en su inhabitación engrandece el alma. Pero si el hombre ama desordenadamente las cosas, se producirá en él la estrechez de su alma, el temor, la angustia. Por tanto, el hombre debe dirigir la mirada a su conciencia, la cual hoy en día está olvidada, para encontrar allí a Dios, que mora en él por la caridad como en su templo.

Asimismo, si el hombre de hoy, empieza el proceso de interiorización, no solo estará edificando el templo de Dios, sino que al mismo tiempo estará edificando el cuerpo místico de Cristo. Entonces, el hombre interior no estará edificando para sí, sino para la misma Iglesia.
 
3. LA INTERIORIDAD EN EL HOMBRE DE HOY.

Así como San Agustín entró dentro de sí mismo, en el interior de su alma donde se encontró con Dios, en ese interior donde ha sido grabada la luz del rostro de Dios. Esto llama al hombre de hoy, convertirse a Dios y comenzar una nueva vida; ya que Dios interviene por intermedio de su gracia y cambia el corazón del hombre. Por otro lado, sólo cuando el hombre entra dentro de sí mismo, se distancia de la vida de los sentidos y vuelve a su corazón, es capaz de conocer y conocerse. Hoy es un reto para nosotros poder entrar dentro de uno mismo, ya que el medio en que vivimos no ayuda, pero con la gracia y la ayuda de Dios, mantenemos viva la esperanza de poder lograrlo y encontrar lo que ansía nuestro corazón, el cual está siempre en búsqueda, aunque el tumulto de nuestro entorno no nos permita encontrarlo de manera fácil.

Finalmente, para que el hombre de hoy vuelva a encontrarse a sí mismo, consiga recobrarse, orientarse y enderezarse, para que pueda calmar su sed interior, es preciso que liberándose de lo exterior, que es la cusa de sus ansiedad, se recoge en sí mismo y de esta manera encontrarse con su Dios, en su interioridad.

URIARTE CIEZA, Augusto

VALLEJOS VÁSQUEZ, Julián

MÉTODO EXISTENCIAL A LAS OPCIONES VOCACIONALES DE VIDA

Introducción.

A nadie se le oculta que el mundo de hoy sufre una gran crisis de sentido. Santo Tomás de Aquino, gran pensador de la Edad Media, enseñó que todas las cosas del universo y los acontecimientos de la historia revelan su sentido oculto cuando se les mira como dirigiéndose hacia una meta o destino. Pensemos, por ejemplo, en una persona que va viajando en un coche por la autopista panamericana… si no tiene claro a dónde va, ¿qué sentido tiene su acción de viajar?... en cambio, conocida la ciudad o lugar al que se dirige, todo cobra razón: el carro, el combustible, la maleta, los accesorios… todo cobra sentido si se tiene en cuenta su fin.

En este contexto trataremos de comprender mejor ese misterio del amor divino que llamamos : “vocación”. La vocación viene a ser esa inspiración que Dios regala a cada hombre para que tome conciencia de quién es, que hace en el mundo y para dónde va, a esto llamamos sentido existencial. Es como una revelación singular por la que el Señor nos muestra su voluntad, que quiere de la humanidad en general y de cada uno de nosotros en particular. Este es el fin de nuestra vida, para esto fuimos creados y elegidos desde toda la eternidad (Rm 8,28-30. Ef 1,3-5). Por eso se dice que existe una gran vocación universal, y dentro de esta, varias vocaciones particulares.

Por lo tanto, propongo un método teológico posible, que señale los indicios de aquellas personas que van descubriendo una opción vocacional en su vida. Para ello, me sostendré de fuentes bibliográficas, humana y espiritual como también me apoyaré a través de mi corta experiencia de promotor vocacional imbuido por Carisma de la Promoción, Formación y Acompañamiento a jóvenes y adultos a la vida sacerdotal o laical en la Sociedad de Vida Apostólica de los Misioneros de los Santos Apóstoles, comunidad a la cual pertenezco.

I. LA PROBLEMÁTICA VOCACIONAL DEL HOY

El punto de partida del método es la problemática vocacional del hoy en donde se puede observar tres momentos: la centralidad antropológica, la autoconciencia de la Iglesia y la instancia personalista.

a) La Centralidad Antropológica: coloca en el centro el proyecto de la persona, cuestionándose, con elementos fundamentales existenciales como: ¿quién soy yo? ¿a qué he venido al mundo? Etc…asimismo este sentido antropológico le ayudará a optar por el estilo de vida, sacerdotal, laical o matrimonial.

b) La Nueva Autoconciencia de la Iglesia: Toda vocación implica dos dimensiones que se combina: la comunitaria y la personal. La Iglesia posconciliar nos orienta hacia una conciencia nueva de su ser en la historia. Se presenta como un "signo" configurado por los diversos dones del Espíritu. Por lo tanto, la dimensión comunitaria se convierte en contenido esencial de la persona en situación vocacional, de aquí nos serviremos del aporte personal para lo comunitario en cuanto dispongamos de dones y talentos recibidos por Dios.

c) La instancia personalista: se refiere al discernimiento como mirada permanente de la fe dentro del proceso de maduración de una vida según el evangelio. Significa, revisar la historia personal para detectar si hay una conciencia auténticamente evangélica de la libertad y del descubrimiento de la vida como don, servicio y misión.

II. FUNDAMENTO VOCACIONAL TEOLÓGICO-BÍBLICO

En este apartado lo que se busca es fundamentar la vocación personal con textos teológicos o bíblicos teniendo como referencia cuatro elementos importantes:

1. Dios llama; Él es siempre el “sujeto” de la vocación; Él consagra y envía para una misión. “La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos”

2. Todos somos objetos de la vocación. “Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes” . Dios toma siempre la iniciativa y el hombre, sostenido por la gracia, responde libremente a ejemplo de María y sus discípulos. Esta llamada transforma el núcleo más profundo de la personalidad. “En adelante serás pescador de hombres” .

3. La vocación es un don gratuito de la misericordia de Dios y es un “misterio inescrutable” . Como miembros del cuerpo místico, participamos de la misión confiada a los discípulos de Jesús, que es construir el Reino de Dios, especialmente suscitando más discípulos para continuar con la realización de este ministerio.

4. La vocación tiene como arquetipo a la Trinidad en su ser y en su actuar: El Padre crea, el Hijo salva, y el Espíritu Santo santifica. Anunciamos una vida comunitaria. Las vocaciones crecen y se desarrollan junto a otras vocaciones, teniendo como fuente el amor, porque Dios es amor .

III. ANÁLISIS DE LA REALIDAD VOCACIONAL EN NUESTRA SOCIEDAD.

Este punto manifiesta una pedagogía que siembre los valores vocacionales en cualquier ámbito de la sociedad, por medio de una pastoral efectiva, trabajada en equipo a nivel de parroquias o comunidades religiosas para que Dios hable a la conciencia de la persona, interpela a la libertad de cada uno en la construcción de un proyecto; es decir la coordenada antropológica del discernimiento. Es la vertiente en la que se colocan las motivaciones, las intuiciones, lo mismo que las sintonías puramente emotivas e instintivas.

IV MEDIOS.

Entre los principales medios que podemos contar tenemos:

• Jornadas de oración por las vocaciones, vigilias, horas santas, peregrinaciones, rosario vocacional, vía crucis vocacional, retiros, conferencias, semanas vocacionales, cursillos de orientación, dirección espiritual, etc…

• Resaltar el tema vocacional a las diferentes estados de vida en la sociedad con la ayudad de las celebraciones litúrgicas.

• Catequesis en los diferentes niveles de la vida cristiana. Colegios, Parroquias grupos juveniles y/o movimientos apostólicos y otras pastorales específicas (familiar, etc)

• Uso de los medios de comunicación social actuales (películas, prensa, Internet, radio y televisión).

• Creación de un Centro implementado de Coordinación para los promotores vocacionales.

• Uso de Documentos, bíblicos, eclesiásticos, sociológicos y teológicos. De igual manera se acudiría a vídeos, montajes audiovisuales, folletos, revistas, afiches, etc.)

• Asesoramiento de profesionales en ciencias humanas afines: sociología, psicología y pedagógico.

A manera de conclusión consideró que toda vocación es una llamada que compromete totalmente la libertad con toda la densidad de los valores que la conciencia descubre y acoge, y que la voluntad realiza.

Franklin de Jesús Montilla Santana

MÉTODO DOMINICANO

El “método dominicano” que proponemos en esta oportunidad intenta integrar tres momentos significativos en nuestro quehacer teológico-pastoral que debe encarnar todo aspirante a dominico; en primer lugar está el contemplar, en segundo lugar el dar lo contemplado y en tercer lugar la comunidad de vida.

El punto de partida de este método es la realidad misma en la que se encuentra el ser humano, por ello, debe tener en cuenta la cultura, la idiosincrasia de cada pueblo para desde allí forjar una respuesta donde la realidad sea iluminada por el evangelio y el evangelio se encarne en la realidad, de este modo, se hará patente el proyecto mismo de Cristo en el mundo de hoy desde la perspectiva de Domingo de Guzman.

1. CONTEMPLAR

El contemplar, en este método, consiste en tener una mirada panorámica (general) del mundo, es decir, ver lo que está aconteciendo, los cambios que se están generando a nivel social, político, económico y religioso tanto en las zonas urbanas como rurales. Tener esta visión global de la realidad nos va a permitir dar el siguiente movimiento que es ni nada más ni nada menos que iluminar este ambiente con la Palabra de Dios.

Por tanto, cuando se contempla la realidad del hombre a la luz del evangelio podemos descubrir que nada de lo humano me es indiferente y, más aún, tendremos plena convicción de que el mensaje evangélico no esta hecho para seres angelicales sino para personas concretas que sienten y buscan una respuesta a sus aspiraciones más profundas. Esto nos lleva al segundo paso.

2. DAR LO CONTEMPLADO

Después de haber contemplado la realidad a la luz del evangelio (paso uno). Este segundo paso es propiamente llamémoslo así, la tarea pastoral, que consiste en transmitir eso que hemos contemplado. Pero este dar lo contemplado no puede ser posible si antes no se ha tenido una experiencia de Dios, si no nos hemos confrontado con lo real, con eso que te desestabiliza, etc. Por tanto, si no nos hemos dejado interpelar por el evangelio, si esa palabra de Dios no se ha hecho vida en nosotros, si no ha suscitado un cambio de vida al estilo de Cristo no podemos suscitar en los otros cambio alguno, porque solo cuando lo dicho anteriormente se ha hecho realidad en nuestra vida podemos decir que realmente estamos transmitiendo lo que hemos contemplado, de modo que generemos credibilidad en quienes escuchan nuestro mensaje. Lo cual nos lleva a un último paso.
3. COMUNIDAD DE VIDA
Los dos pasos anteriores, el contemplar y dar lo contemplado, de los cuales hecho mención de manera general en que consisten desde una perspectiva externa. Este tercer punto es de suma importancia y decisivo, porque todo lo dicho anteriormente va a tomar cuerpo y va a desarrollarse cuando es vivido y expresado en un lugar determinado llamado comunidad pero no en una comunidad cualquiera sino en una comunidad de vida. La comunidad es como el primer escenario donde el contemplar y dar lo contemplado se hacen patentes, porque solo en el intercambio mutuo podemos decir que algo es posible ser transmitido para que genere cambio. Entonces, la comunidad es comunidad de vida cuando asumimos el proyecto de Cristo como nuestro y hacemos que los otros lo hagan suyo también.

Wilmer Marchán Picón


Reynaldo Mollo Riveros